VITORIA. Con la alegría que produce siempre llevar a buen puerto el trabajo bien hecho, pero con la fatiga y el cansancio que acarrea alcanzar la cumbre de la decimotercera montaña más alta del mundo, el lemoarra Alex Txikon atendió a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA momentos después de refugiarse en la tienda del Campo 1, situada a 5.900 metros de altitud.

Después de conseguir su décimo 'ochomil', ¿cuáles fueron sus primeras sensaciones allí arriba?

Muy buenas. Logramos alcanzar la cumbre sobre las 11.00 o 12.00 horas de la mañana bajo unas condiciones muy malas y muy duras, pero por suerte lo conseguimos, y eso que al principio no tenía pensado haberme quedado aquí, sino haber completado el descenso hasta el campo base. Sin embargo, algunos compañeros, como Raúl y Carlos Pauner, me han convencido para que me quedara aquí con ellos a descansar.

¿Cuáles fueron los mayores obstáculos en la ascensión?

Hubo varios. Este año no ha habido ninguna expedición grande aquí y eso siempre complica las cosas para los que llegan después. Por ejemplo, no ha habido nada de cuerda desde el Campo 3 hasta la cumbre y se trataban de unos tramos muy verticales en los que el peligro de accidente era muy elevado. La falta de cuerda siempre complica la ascensión, pero dificulta el descenso, que además es el momento más peligroso, por el cansancio que se acumula.

Ahondando en ello, ¿suele ser habitual que suceda eso?

No. Estamos acostrumbrados a ver esta montaña con cuerda desde que arranca hasta arriba del todo y la verdad es que cambia muchísimo sin ella. Ha sido muy duro y muy complicado ir subiendo y abriendo huella. No recuerdo haber sufrido tanto intentando alcanzar una cumbre.

Y el tiempo, ¿ayudó o lo puso aún más difícil?

Las condiciones meteorológicas han sido muy duras también en este último día de ascensión. Las temperaturas han sido bajísimas y hemos llegado arriba casi congelados y sin fuerzas.

También se encontraron con fuertes rachas de viento.

Así es, y eso nos ha dificultado bastante la ascensión. El viento ha sido insoportable y nos ha complicado bastante el último tramo de ascensión hasta la cumbre. El del viernes no fue un día típico para hacer cumbre ni mucho menos por las condiciones meteorológicas a las que hemos tenido que hacer frente, pero por suerte lo logramos y ahora ya estamos más tranquilos y más seguros después de haber descendido hasta el Campo 1.

Han cumplido los plazos que se marcaron. ¿Cuál ha sido el trayecto hasta coronar la cima del G-II?

Llegamos al Campo Base y desde allí ascendimos hasta el Campo 1, de donde fuimos directamente hasta el Campo 3. El último paso fue ir de ahí hasta la cumbre ya. Ahora me encuentro ya en el Campo 1 después de descender con Raúl, un compañero también de Carlos Pauner, quien ha conseguido también hacer cumbre y sumar su duodécimo ochomil.

Después de haber logrado la cumbre, ¿cómo se ve ahora todo desde el Campo 1?

Aquí estamos seguros ya. Una vez arriba, lo que más apetece siempre es descender lo más rápido posible, y por suerte, estamos ya fuera de peligro. Si la ascensión ha sido dura, el descenso hasta aquí no lo ha sido menos por la falta de cuerda que he comentado antes.

Tras haber conseguido hacer cumbre por partida doble en el G-I y el G-II en apenas nueve días, ¿cuánto cree que necesitará para lograr su objetivo de abrir una nueva ruta en el K2?

Es demasiado pronto para decirlo. Todavía no puedo aventurarme a dar plazos porque todo dependerá de lo que nos encontremos cuando lleguemos el domingo al Campo Base del K2 y veamos cómo está todo, así como la nueva ruta que tenemos previsto atacar. Lo que sí sé es que el Campo Base allí estará montado para cuando lleguemos. La cocina está ya preparada, por ejemplo.