LA historia está para escribirla, y eso fue lo que hizo ayer Samuel Sánchez, redactar un pequeño fragmento más en la histórica relación entre el Tour y el Euskaltel-Euskadi. En un enclave perfecto, en la estación de esquí de Luz Ardiden, en los Pirinieos, donde hace diez años Roberto Laiseka dio al Euskaltel su primera victoria en en la ronda gala, puso su firma en la alto del mítico puerto, donde miles de personas, ikurriñas en mano y luciendo camisetas naranjas no cesaron de apoyarle. Allí donde ya ganaron Indurain o Armstrong, donde equipo y afición, la marea naranja se fusionan, Laiseka no quiso perderse el transcurso de la etapa. Acompañado por su mujer, sus dos hijas y su sobrino, el de Algorta estuvo al pie del cañón junto a DNA, y no lo dudó en ningún momento: "Samu va a ganar".

"Lo decidimos a última hora, no teníamos pensado venir, pero al final Rober -Laiseka-, se decidió y aquí hemos venido", comentaba su mujer Karmele en la localidad de Luz Saint Sauver, donde a primera hora de la mañana la locura por el Tour comenzaba a hacer acto de presencia. El excorredor no quiso perder detalle de la jornada, de una etapa que le marcó, que le coronó y le hizo entrar en la historia de la carrera más importante del mundo. A 250 metros de meta, alejado del bullicio tras una valla de publicidad, Laiseka siguió los últimos kilómetros de la etapa.

Tranquilo, con la mente fría, el vizcaíno enseguida mostró su alegría por la presencia de Rubén Pérez en la fuga del día. "Es importante que el equipo se deje ver, y más aquí con tanto público". Echó entonces la vista atrás, pensativo, se lamentó: "Ahora no hay tanta gente como cuando yo gané, pero entiendo que ni es fin de semana ni hay un corredor vasco en lo alto". Mientras la etapa avanzaba, la gente que pasaba por su lado parecía retroceder atrás en el tiempo, hasta 2001, recordando su fina figura alzar los brazos en meta; pero ayer la realidad era otra, tenía otro nombre: Samuel Sánchez, en quien el exciclista tenía muchas esperanzas puestas de que podría conseguir el triunfo de etapa.

ataque de samuel Consciente de su habilidad, como si se tratase de un ciclismo no tan moderno, donde parece que solo se puede atacar subiendo, Samuel Sánchez se lanzó sin pensarlo dos veces en el descenso del Tourmalet. "Ha atacado Samu", se sobresaltó Laiseka, muy sereno hasta entonces. El rostro del vizcaíno dejó su gesto serio a un lado para dejar brotar una sonrisa. Fue poco a poco ampliando ventaja, aunque contó con un acompañante no deseado, el belga Jelle Vandenvert. Juntos comenzaron el puerto, y no se separaron hasta pocos metros de meta. No escondió su optimismo Laiseka: "Veo a Samu muy valiente, esta corriendo muy bien y está ascendiendo fácil", apuntaba a falta de nueve kilómetros para la conclusión.

Las primeras rampas fueron claves, ya que en ellas los dos corredores fueron ampliando la ventaja con respecto al grupo de los favoritos. Con las diferencias estabilizadas en unos 50 segundos a 6.000 metros de la línea de llegada, el de Algorta no lo dudó, cogió aire y sin pensarlo dos veces se sinceró, "Samu va a ganar". No cambió su gesto serio el excorredor, pendiente en todo momento de la pantalla gigante colocada a su espalda. Estaba seguro Laiseka, y es que cuando los corredores pasaron por la pancarta de los últimos 3.000 metros, no se lo volvió a pensar: "Va a ganar".

Experimentado, conocedor de en qué se traducen los gestos y la cadencia de pedaleo de un corredor, Laiseka, bajo su gesto serio no ocultaba su alegría por cómo estaba siendo la ascensión de Samuel, que iba ampliando cada vez más su ventaja con respecto al resto de favoritos. No lo dudó en ningún momento, ni cuando Frank Schleck se les acercó a los dos corredores a pocos metros dentro del último kilómetro.

golpe definitivo El destino, caprichoso, quiso que entre los nervios por sentir el aliento del corredor de Luxemburgo pisándoles los talones, con la línea de meta tan cercana, el vencedor se decidiese a falta de 250 metros para el final, en frente de Roberto Laiseka, delante de quien hace diez años se convirtió en el primer corredor del Euskaltel en lograr un triunfo de etapa en el Tour. Como si supiese que ese era el punto idóneo, el marcado para asestar el golpe defitinivo, el de Algorta inmortalizó el momento con su cámara de fotos mientras mantenía la seriedad en el instante en el que Samuel, tras aguantar el primer envite de su rival, logró marcharse en solitario hacia la meta de Luz Ardiden. Se acordó el astur de Laiseka al término de la etapa, no paró de repetir su nombre; como tampoco lo hizo la megafonía, que repitió varias veces el nombre de Roberto, cuando recordaban a quienes años atrás habían logrado escribir su nombre en lo alto del mítico puerto, donde Euskaltel puede mostrar orgulloso su doble triunfo.

Más abajo de donde se encontraba Laiseka, bajo el cartel de dos kilómetros para meta, donde empezaba el vallado, una cuadrilla de Urretxu celebraba el cumpleaños de uno de ellos sin saber que la alegría al término de la etapa sería el doble gracias al triunfo de Samuel. Asiduos al Tour -la de ayer era la vigésimo novena ocasión que acudía alguno de ellos-, Luis, el cumpleañero, recordaba la victoria de Laiseka: "Fue lo más grande, un día para no olvidar nunca". Lejos de poder imaginar lo que sucedería pocas horas después, el guipuzcoano se mostró optimista con las posibilidades de que el corredor del Euskaltel pudiese lograr la victoria en la jornada de ayer. "Es el día para que Samuel Sánchez consiga su primera victoria en el Tour".

Empujados quizá por las ganas de ver un triunfo del conjunto naranja en vivo y en directo, los miles de seguidores vascos que coparon la carretera de Luz Ardiden trataban de encontrar la referencia de los suyos en los pocos televisores que cogían una señal adecuada. Según avanzaba la carrera, consumiendo kilómetros de la misma a una velocidad endiablada entre la cordillera pirenaica, los nervios comenzaron a ser latentes entre los aficionados, impacientes ante el devenir de la jornada. El ataque de Samu en el descenso del Tourmalet, no hizo sino acrecentar el nerviosismo. La marea naranja fue entonces cuando empezó a creer en que las opciones de victoria podrían ser realidad.

Al término de la etapa, con Samuel subido en lo más alto del podio, la felicidad de todos los aficionados vascos fue total. "¡Aupa Samu!", era el grito de toda la gente tras su gesta. Varios minutos después, Roberto Laiseka seguía inmovil tras la valla; a 250 metros de meta. "Samuel se lo merece y la victoria es muy importante para el equipo. Además ha corrido muy bien".