LAKERS Fisher (9), Bryant (30), Artest (15), Gasol (23), Bynum (10) -cinco inicial-, Odom (5), Brown (6), Walton, Vujacic y Farmar (4).
CELTICS Rondo (13), Ray Allen (12), Pierce (24), Garnett (16), Perkins (8) -cinco inicial-, Tony Allen (4), Davis (3), Wallace (9), Finely y Robinson.
Árbitros Crawford, DeRosa y Stafford. Sin eliminados.
Estadio Staples Center. 18.997 espectadores.
Los Lakers están un paso más cerca de consumar su venganza. El primer episodio de las finales de la NBA sacó a relucir la faceta más visceral de un equipo que parece lanzado a la reedición de su título. Por lo civil o lo criminal, el equipo angelino ansía el anillo casi tanto como resarcirse a ojos de la humanidad de la humillación a la que los Celtics lo sometieron hace dos años. Da igual si Doc Rivers quiere conducir la serie al barro. Los Lakers están dispuestos a pintarse la cara para pelear en los bajos fondos. Así quedó patente en el duelo inaugural de una eliminatoria que reúne todos los ingredientes de los enfrentamientos legendarios.
Los amarillos replicaron con músculo y testosterona y avasallaron a un rival que preveía otra puesta en escena. Con un Staples Center a reventar, el eterno soniquete del Let"s go Lakers! condujo a los pupilos a un estado de gracia incuestionable. Apenas hubo resquicios para la esperanza en el bando de Boston. La excepcional labor defensiva de Artest sobre Paul Pierce, que alcanzó el último periodo -con el partido ya resuelto- con sólo 11 puntos, resultó decisiva. Los gestos de impotencia del alero de los Celtics, nacido y criado a unos kilómetros del pabellón, en Inglewood, resumían el desarrollo de un partido en el que los Lakers, tan cortos de efectivos como se presumía, gozaron de la inspiración de sus seis elementos útiles.
Sólo Rondo, quién si no, parecía en condiciones de plantar cara al conjunto californiano. Un par de canastas del eléctrico director de juego de los Celtics mandaron el encuentro con vida al descanso. Pero era sólo un espejismo. Gasol y Kobe se habían conjurado para echarse al zurrón el primer punto de la serie. Y lo hicieron con sendas actuaciones antológicas. Los 30 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias de Bryant o los 23 puntos, 14 rebotes y 3 tapones del español supusieron demasiado para el campeón del Este. Pero no fueron sólo sus números los que acabaron por decidir el encuentro, sino su convicción y su dominio.
Los Lakers, de hecho, hicieron bien todo lo que debían para frenar a un rival que llegaba crecido tras su fantástica trayectoria en los play off. Dominaron el rebote, sacaron partido a la superioridad de Gasol y el tocado Bynum en la pintura y frenaron, gracias al ciclotímico Artest, a un Pierce que quedó diluido en la mediocridad de su equipo.
Doc Rivers habrá tomado nota. Mañana dispone de una segunda bala en la recámara para robar una victoria en Los Ángeles. De lo contrario, la cosa pinta muy negra. Phil Jackson cuenta con la estadística de su parte. No ha perdido nunca en ninguna de las 47 eliminatorias de play off en las que ha empezado ganando. Pero los Celtics han demostrado esta temporada estar capacitados para dinamitar cualquier pronóstico.