Vitoria. Fue algo circunstancial, algo que llegó por causa ajena. Sin embargo, las carreras es lo que tienen, que no terminan hasta que se completa la última vuelta, y claro, hasta entonces, todo cuenta. Casey Stoner, quien se postulaba como el más rápido en Qatar, en la prueba que da inicio a la nueva temporada de MotoGP, no supo poner freno a su ambición extrema y se fue al suelo cuando lideraba en solitario y todo hacía presagiar que firmaría un monólogo épico, sin sombras en la noche de Losail, sin nadie que pudiera empañar su póker de triunfos en la cita inaugural del Mundial, lo que le hubiera permitido igualar a Giacomo Agostino, Barry Sheene y Valentino Rossi. No obstante, lejos de cumplirse las quinielas, de hacer sonreír a su novia, fiel compañera también de paddock, el australiano puso alfombra roja para la victoria de Rossi, la primera del curso, la 104ª de su trayectoria deportiva y gracias a la cual, se encumbra, también.

Lo suyo es liquidar todos los récords de las seis décadas de motociclismo de élite, entre los tres únicos pilotos que han sumado puntos en 200 grandes premios, junto al brasileño Alex Barros y al italiano Loris Capirossi, el segundo protagonista de su Gran Premio número 300, que le deja como el piloto con más pruebas disputadas en la historia. Pero ésa es otra biografía.

Como venía siendo habitual en 2009, Dani Pedrosa dejó de permanecer estático en primer lugar. Fue el mejor de partida y pasó a encabezar la carrera. Stoner, mientras tanto, quedaba rezagado con un mal arranque. No obstante, tan pronto como pudo, Rossi asumió la responsabilidad del liderato, al de Tavullia no le pesa el compromiso a sus 31 febreros. Es más, lo asume con gusto, con satisfacción. Sabe que pocos o nadie consigue todavía inquietarle en pista, sino al revés, es temible cuando se presta a ganar.

Así, Rossi buscó fragmentar la carrera, dividir el grupo de favoritos con un ritmo endiablado, aunque no alcanzó el éxito en su empresa. Ayer no era tan veloz, tan superior como en otras ocasiones. Estaba quien le derrocaba en Losail. De este modo, Stoner fue recuperando el terreno perdido hasta colocarse a rebufo de Il dottore. Y como el australiano no andaba para juegos, no quería batirse con nadie y sí cerrar la carrera lo antes posible, pronto doblegó al italiano de Yamaha. Pedrosa, por su parte, iba perdiendo fuelle, perdiéndose entre el colorido del pelotón. Éste, quizá, tampoco sea su año, al menos, para aspirar al título. Es evidencia.

En cuatro vueltas Stoner, ayer de nuevo Rolling, había metido tierra de por medio con respecto a sus perseguidores. Era la Ducati un haz de luz en la oscuridad del desierto. Rossi, que se había visto superado efímeramente, recuperó el segundo puesto, pero en vana persecución hacia el primer lugar. A Stoner solamente podía batirle Stoner, y así sucedió. En cuanto hizo crecer la diferencia a segundos entre sus perseguidores, se fue al suelo. De modo que comienza con lastre el aussie, ya cuenta con un hándicap de 25 puntos.

Entonces, el grupo de cabeza volvió a ser compacto con tres pilotos: Rossi, Pedrosa y Hayden. Pero serían Jorge Lorenzo, cuarto y distanciado, y Dovizioso, séptimo y también rezagado, quienes acecharían el podio. A medida que se fueron consumiendo las vueltas, la emoción fue in crescendo. Así, Lorenzo superó a dos vueltas del final a Dovizioso y a Hayden y concluyó segundo. Dovi había intentado antes batir a Rossi, pero Il dottore agotó la moral del resto empuñando gas a fondo, con un vertiginoso ritmo que le dejó en la más absoluta soledad. "El 60% de la audiencia del motociclismo se debe a Rossi", ilustró Ángel Nieto. Y si es así, hay salud para este deporte. Pues, al fin y al cabo, el rey sigue siendo el mismo, el de siempre. El que se incluye a sí mismo entre los mejores deportistas del mundo. No tiene abuela y tampoco le hace falta. Con la Yamaha le es suficiente.