Ha nacido en Bijelo Polje, responde al nombre de Dusko, se gana la vida como entrenador de baloncesto y suele ser recibido con una cerrada ovación cada vez que pisa la cancha para dirigir un partido de su equipo. Pero no es Ivanovic. Es Vujosevic, el otro Dusko de la Euroliga, el comandante en jefe del Partizan de Belgrado, el hombre que año tras año obra el milagro de los panes y los peces para transformar un ramillete de jóvenes talentos en un grupo competitivo, armado para plantarle cara a los ogros de la competición continental.
Admirado y alabado por la hinchada del Pionir, donde está considerado como poco menos que la principal figura de un equipo que cada año se ve saqueado por los mejores clubes del continente, Vujosevic ha logrado rizar el rizo esta temporada. Despojado de los tres pilares sobre los que el pasado año sustentó el billete del Partizan a los cuartos de final de la competición (Tripkovic, Tepic y Velickovic), el temperamental seleccionador de Montenegro ha redescubierto la fórmula de la gaseosa y ha vuelto a meter al combinado de la capital serbia entre los ocho mejores equipos del continente. No sólo eso. Tras asaltar contra todo pronóstico el Nokia Arena el pasado martes, ha permitido a sus jugadores soñar con la Final Four de París.
Para consumar el magnicidio del Maccabi, un objetivo que hace unos meses tan sólo Vujosevic habría creído posible, el cuadro serbio deberá asirse a su fortaleza en Belgrado, donde este año sólo ha cedido dos derrotas (Unicaja y Panathinaikos). Además, los partidos tres y cuatro de la serie no se disputarán en el bullicioso Pionir, sino en el Belgrado Arena, con capacidad para 23.000 espectadores, que estará lleno hasta la bandera pues ya se han agotado las localidades para ambas citas.
En cualquier caso, antes de que la serie vuele a Belgrado la factoría de talentos de Vujosevic dispone de otro disparo para poner patas arriba la Euroliga. Esta noche (20.00 horas) el Partizan tiene ocasión de exhibir su baloncesto eléctrico y de la vieja escuela balcánica ante un Maccabi al que sólo le vale ganar.
El técnico montenegrino, que llegó a vivir una aventura en la ACB (dirigió al modesto Granada), ya ha demostrado que a sus hombres no les tiembla la muñeca ante los tiranos de la Euroliga. Así quedó refrendado en el Top 16, cuando el Partizan dinamitó los pronósticos y de buenas a primeras se hizo con una de las dos plazas de un grupo que compartía con Barça y Panathinaikos, dos de los principales favoritos al título.
El equipo de Vujosevic, nombrado en 2009 mejor técnico de la Euroliga, se impuso a los dos supuestos aspirantes a todo, y dejó fuera de los cuartos al combinado de Obradovic, actual campeón. El otro Dusko, que seguramente deberá recomponer de nuevo el equipo si no acaba desembarcando este verano en algún grande (su agente ha recibido ya varias proposiciones), quiere y puede volver a repetir la gesta.