La última cita fue hace tres años. Un paréntesis demasiado largo. Pero, por fin, el escenario de la Virgen Blanca y el Azkena Rock Festival se han vuelto a encontrar. Parecía mentira, ha costado mucho llegar a este momento, pero, por fortuna, el certamen y el mismo centro de la capital alavesa vibran juntos de nuevo. La idea siempre ha sido llevar hasta aquí un trozo de lo que sucede en Mendizabala, compartir con la ciudad propuestas que puedan gustar a un amplio abanico de gente.

De eso se ha encargado este viernes Alexis Evans. El sábado es para Theo Lawrence & The Possums (el covid va a impedir la presencia de Kim Lenz), sin perder de vista que también es el día en el que los más pequeños podrán crear sus chapas rockeras gracias a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Hay que hacer cantera.

El reencuentro, cómo no, ha tenido al calor como protagonista. Ha sido el momento, además, de compartir unas cuantas conversaciones sobre lo vivido el jueves, sin perder de vista que a lo largo de la mañana del viernes ha ido llegando todavía más gente a la ciudad. No todo el mundo ha podido reservar los tres días. Aunque para ser un día laborable, el ambiente parecía más de fin de semana. Lo han notado también unas cuantas barras de alrededores, más allá de que el agua sea el líquido más preciado estos días en los que el Azkena Rock Festival está celebrando sus 20 años de camino, esa andadura que comenzó en 2002.

En realidad, no fue hasta la edición de 2009, la única llevada a cabo en mayo, cuando se activó el escenario de la Virgen Blanca, una iniciativa que estuvo en marcha hasta que en 2013, los efectos de la crisis económica sobre el festival se llevó por delante la tercera jornada del certamen y este escenario. En este último caso, no se pudo recuperar hasta 2017. De todas formas, en este tiempo han pasado por aquí nombres ilustres, empezando por los fallecidos Gregg Allman y Charles Bradley, sin perder de vista, por ejemplo, a Mike Farris e Imelda May.

A esta lista se ha unido un Evans que ha desplegado su soul y R&B con sello de francés, una actuación que tanto los azkeneros que han querido calentar motores antes de ir a Mendizabala como la ciudadanía en general ha degustado entre gota y gota de sudor. Sin duda, un momento más a compartir, un escenario más a recuperar después de tantos conciertos sentados, con distancias y mascarillas. Parece que no, pero de eso solo han pasado cuatro días.