Unidos por la celebración del centenario de su nacimiento, por la vocación literaria y por una amistad que data de su etapa universitaria en Salamanca, el escritor vitoriano Ignacio Aldecoa y la autora salmantina Carmen Martín Gaite protagonizan dos exposiciones inauguradas este miércoles en la Biblioteca Nacional (BNE) y que pueden verse como una sola. Aunque fueron concebidas y comisariadas de modo independiente, el “azar” y los calendarios las han hecho coincidir en el tiempo, según han explicado sus organizadores, que han conectado ambos recorridos mediante una sala dedicada a la Generación de los 50, a la que ambos escritores pertenecieron.
La exposición Carmen Martín Gaite, una mujer de letras se presenta como un recorrido en diez etapas de su trayectoria vital e intelectual y su legado cultural a través de una selección de fotografías, manuscritos, cuadernos personales, objetos y vídeos procedentes de su archivo.
El comisario José Teruel asegura que se trata de “un recorrido de autoafirmación de la poética de los afectos” frente a “los varones sesudos de su generación”. Una fotografía tomada tras la concesión del Premio Nadal en 1957 por Entre visillos da una idea de la situación: aparece ella sola rodeada de 17 varones, miembros del jurado y de la editorial.
La exposición de Gaite –nacida en Salamanca el 8 de diciembre de 1925 e hija de un notario– arranca con su infancia. No fue al colegio hasta los diez años porque su padre no era partidario de la enseñanza religiosa. Su talante liberal y moderno marcaron a la autora desde pequeña, ha señalado Teruel. De esos años puede verse su “primera creación literaria”, un programa de mano elaborado por ella para un montaje teatral casero y, unos años más tarde, el primer poema que publicó, La barca nevada, enmarcado por su padre.
Juntos
En 1943 comenzó a estudiar Filosofía y Letras en Salamanca. Es ahí donde coincide con Aldecoa, en sus palabras, el “primer hombre moderno” que conoció y que ejerció una gran influencia sobre ella. Fue Aldecoa quien le puso en contacto con un nuevo grupo de amigos entre los que se encontraba Rafael Sánchez Ferlosio –con quien contrajo matrimonio en 1953–, Alfonso Sastre o Josefina Rodríguez, todos ellos artistas y escritores que en aquella época aún soñaban con publicar y que se agruparon en torno a Revista Española (1953-1954).
La muestra incluye manuscritos de muchas de sus obras, además de agendas o esos “cuadernos de todo” que contenían apuntes, primeras versiones y correcciones de sus escritos. Aunque se pasa por encima de las circunstancias personales de la muerte de su hija Marta, fallecida de sida el 8 de abril de 1985, sí se menciona que esa realidad tan cruda paralizó la escritura de su novela La Reina de las Nieves, que dejó aparcada hasta 1993.
Maestro del cuento
Si en el caso de Martín Gaite la exposición se apoya en una gran cantidad de material de su archivo, en el de Aldecoa no hay tanto material, debido a que el escritor vitoriano murió joven, a los 44 años, de manera repentina y sin tiempo para organizar su legado. No obstante, el comisario José Ramón González destaca dos descubrimientos que “justifican por sí solos” la muestra y la celebración del centenario. Se refiere al hallazgo, en agosto pasado, de dos novelas inéditas de Aldecoa, una más corta titulada Ciudad de tarde y otra de más de 300 páginas, El Gran Mercado. Ambas fueron halladas en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares por el investigador Álex Alonso Nogueira.
Aldecoa (Vitoria, 24 de julio de 1925-Madrid, 15 de noviembre de 1969) está considerado uno de los grandes maestros de la novela y el cuento en español del siglo XX. La exposición recoge las primeras ediciones de sus siete libros de cuentos publicados y de las cuatro novelas que se conocían hasta ahora: El fulgor y la sangre (1954), Con el viento solano (1956), Gran Sol (1963) y Parte de una historia (1967). También hace hincapié en su vinculación con el cine, su pasión por los viajes y si inquebrantable compromiso con el oficio de escribir.