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Lucas EscobedoActor, artista de circo y director

“Hay que reivindicar la fiesta sana y de verdad; es lo que pretendemos hacer en ‘Farra”

Llega este sábado al Festival de Teatro de Humor de Araia el Max a mejor espectáculo musical o lírico, ‘Farra’

“Hay que reivindicar la fiesta sana y de verdad; es lo que pretendemos hacer en ‘Farra”Sergio Parra

De la unión de la Compañía Lucas Escobedo y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico nació Farra, un montaje que, desde su estreno, no ha parado de dar buenas noticias a sus responsables, incluido el Max de este mismo año al mejor espectáculo musical o lírico. El Festival de Teatro de Humor de Araia recibe en el Arrazpi Berri a partir de las 22.30 horas un montaje multidisciplinar que habla de fiesta, celebración y comunidad mirando tanto al pasado, a través del Siglo de Oro, como al presente. La cita es este sábado en la localidad alavesa.

Llegan a Araia con un montaje que no sé si al principio usted pensaba que les iba a dar tantas alegrías, también en forma de premios. 

–Pensar en el Max era un sueño de esos que piensas: bueno, igual algún día... (risas). Al final, lo que importa es tener trabajo. Teníamos muchas ganas de hacer este proyecto, además en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Queríamos introducir en estos clásicos nuestro lenguaje, que habla de la música en directo, del circo y del humor. Por supuesto, el deseo era que gustase al público, que la gente no se echase para atrás pensando en cómo se nos estaba ocurriendo mezclar circo con versos del Siglo de Oro. En cuanto empezamos a hacer las primeras funciones vimos que estaba siendo un éxito. Lo del premio, la verdad, ni nos lo planteábamos. Fue algo muy grande que todavía tenemos presente. Es una maravilla. 

Dice la directora del festival que el suyo es un espectáculo que puede enganchar de manera especial a la gente joven. 

–Sí, sí. Puede ser un público difícil porque, a lo mejor, tiene otros intereses o porque no está acostumbrado a mirar este tipo de actividades o de agenda. Es verdad que a veces hay pocas propuestas con las que puedan encajar. Además, el teatro clásico, y esto no solo pasa con la gente joven, parece que es para personas entendidas. Nuestra propuesta queremos que sea para todos los públicos en todos los sentidos. Para nosotros, lo mejor es cuando conseguimos esa mezcla intergeneracional

Diferentes disciplinas

No es una obra de teatro, no es un espectáculo de circo, no es un concierto... pero de todo hay en ‘Farra’. 

–El título ya es una declaración de intenciones. Queremos que sea una celebración, una fiesta. El teatro en sí mismo ya es un motivo de celebración y encuentro. Es juntarse un grupo de personas para disfrutar de lo que ocurre en directo. Lo que hicimos fue coger un montón de textos del Siglo de Oro y hacer un collage de diferentes autores que nos permitían hablar de los deseos, de la celebración y de los motivos para la alegría. Además, jugamos con el tiempo entre el Siglo de Oro y la actualidad, para hablar de situaciones de la vida, de las vidas de los cómicos de la época y cómo son ahora. Por encima de todo, esta troupe de cómicos viene a celebrar. ¿El qué? Eso es lo de menos. Lo importante es que no falten motivos. No siempre los hay. Todo el rato está el humor como base y la música. El circo va entrando en diferentes secuencias, pero siempre desde lo teatral. El público va siguiendo una pequeña trama que es una excusa para reivindicar la celebración. 

Un momento de 'Farra'

Lo que pasa es que después de una pandemia y tal y como están las cosas, lo de celebrar se ha puesto complicado... 

–(Risas) Todos somos hijos de nuestra época, de la sociedad y el momento. Casualmente, el anterior espectáculo que hicimos se llamaba Paüra. Bueno, que seguimos de gira con él. Es una obra que habla del miedo. Es pavor en valenciano y miedo en italiano. Nació antes de la pandemia y cuando llegó, pensamos que se había caído el proyecto. Pero pensamos que justo en ese momento todavía tenía más sentido. Estando en el miedo, aunque sea comedia, pensamos que teníamos que irnos a otro lado. Y ahí apareció esta necesidad de ir a la celebración y a la alegría. Cuando estábamos realizando el proyecto fue cuando comenzó, por ejemplo, el genocidio en Palestina. Teníamos claro que no queríamos caer en la banalidad, pero sí que había algo de reivindicar la fiesta. Queríamos encontrar esos huecos que a todos nos permiten una celebración.

Hay que reivindicar la fiesta. 

–Sí, sí, además la fiesta sana y de verdad. En la obra hacemos mucho hincapié en la autenticidad y en la verdad. Para eso nos sirve el teatro. Hay un momento en el que decimos: “la comedia es una fiesta que está llena de verdad. Lo que pasa aquí es muy serio, nada pasa en realidad”. Jugamos con esto de que todo es verdad y todo es mentira en las tablas. El público entra en ello. Y es una reivindicación también del directo. No sé hacia dónde vamos. Parece que estamos perdiendo muchos momentos de encuentro y de directo.

Los clásicos

Hay muchos compañeros y compañeras de profesión a los que les daría pavor entrar de lleno en los clásicos como se hace en ‘Farra’. 

–Nosotros nos podríamos incluir en ese grupo (risas). De hecho, cuando tuvimos las primeras reuniones sobre la coproducción, preguntamos si teníamos que ceñirnos a un solo texto o si teníamos libertad. La verdad es que nos dieron mucha libertad. La única premisa fue que tenía que haber textos clásicos. Claro, eso estaba garantizado por nuestra parte porque precisamente ese era nuestro deseo. Yo que he llevado la dirección y parte de la dramaturgia, ni soy filólogo ni un estudioso del Siglo de Oro. Hemos trabajado e investigado mucho para lo que hemos puesto en escena y ahí sí que ha habido mucho cuidado. Hemos hecho esto desde el respeto. Pero a veces se confunde esto y se convierte el respeto en algo contraproducente porque te termina de alejar. Nosotros, al contrario. El respeto no te puede alejar y distanciarte

Es un espectáculo que física y mentalmente tiene que ser muy exigente para el elenco. 

–Terminamos agotados (risas). Es una propuesta muy coral y aunque cada uno tenemos algún pequeño momento en el que nos da tiempo a beber un poco de agua, no paras. Hay momentos de circo mezclado con canto y eso supone mucha exigencia, por ejemplo. Es un espectáculo muy exigente.

El público se tiene que reír, tiene que darle vueltas a algunas cosas que se plantean, tiene que... 

–Ambas cuestiones. Por supuesto, se tiene que haber divertido y reído. Me gusta pensar que el arte y la cultura son divertimento y entretenimiento, pero no con connotaciones negativas. Si además, el público sale con preguntas y con ganas de celebrar, sería maravilloso. La obra termina con una canción en la que abrimos esa celebración al público. Cuando entra la gente, en el programa de mano hay una serie de letras y unas cosas en las que le invitamos a que escriba unos versos si quiere. Al final, abrimos el micrófono. Vamos expresando diferentes deseos y también invitamos al público a que lo haga. Ese momento es único en cada función y es maravilloso. Muchas veces, hay gente que no quiere salir o cuando se decide, ya se ha pasado todo. Y cuando salimos del teatro, se acerca y nos dice: me he quedado con las ganas, si os vuelvo a ver, salgo. Pero para nosotros no es importante que salgas. Lo maravilloso es que hagas la reflexión de pensar en qué dirías si salieses. Nos ha pasado de todo con esto. Alguien que ha salido a decir que celebraba haber terminado la tesis. Me acuerdo de un niño, que tendría unos nueve años, que comentó que celebraba que cuando sus padres se separaron, sus amigos le ayudaron mucho. Imagina qué momento. Así que queremos que se lo pasen bien, que haya divertimento y reflexión.