Nía Corcor: “Expongo mis miserias cotidianas con la esperanza de que todo el mundo se vea reflejado”
El Festival de Teatro de Humor de Araia se adentra en su segunda jornada este viernes 15 con la presencia de Nía Corcor en el Arrazpi Berri con ‘La mujer que mató a todo’
Será a las 19.30 horas de este viernes 15 de agosto cuando arranque la segunda jornada del Festival de Teatro de Humor de Araia con Tot bé! de la Compañía Curolles. Será en el centro del pueblo de la localidad alavesa, donde también se representará US de Midnight Company a las 00.00 horas. Entre medio, a las 22.30 horas, el Arrazpi Berri abrirá sus puertas a Nía Corcor, que compartirá con el público La mujer que mató a todo.
Después de unos cuantos años en esto, en 2023 decidió formar su propia compañía. ¿Por qué?
–Por razones a varios niveles. Por un lado, por afrontar el reto de estar yo sola en escena. La libertad de ser dueña y señora del escenario y poder improvisar, jugar con el público y someterme a mí misma a mi ser escénico era un reto que me apetecía mucho. También porque en mi trabajo las fuentes de inspiración son muchas veces mis procesos personales. Por distintas circunstancias, en los últimos años he tenido aprendizajes interesantes que me apetecía compartir. Sigo trabajando sobre el mandamiento feminista de que lo personal es político y a través de esa exposición personal, intento tocar lo universal. Así que me apetecía asumir este reto y la vida me dio las coordenadas para poder invertir tiempo y esfuerzo. Todo esto ha supuesto un gran aprendizaje a nivel de producción y de encarar todos los aspectos que tiene un espectáculo como capitana de barco. Eso ha sido un gran reto.
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¿Qué se va a encontrar la gente que acuda a ver la obra?
–Se va a encontrar sicalipsis, cabaret, sarcasmo, ironía, risas, verdades como puños, descaro pero en un vehículo poético. Es una obra creada desde un lugar cuidado pero con una verdad bruta, desde un lugar amable pero también buscando meter el dedo en la llaga. He querido hacer un cóctel de ingredientes que a veces pueden parecer contradictorios. Yo me lo curro infinito. De hecho, estoy en Araia desde un día antes de la actuación para poder estar allí, descansar y prepararme. Es que el espectáculo es un triple mortal. Es un banquete explosivo que tengo muchas ganas de poder compartir.
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El juicio
El espectáculo se presenta como un juicio.
–Eso es. Es un juicio en el que yo hago todos los personajes. Habla de los juicios internos, de cómo nos ponemos de acuerdo con nosotras mismas para tomar decisiones en la vida. Tenemos a la defensa, a la acusación, a la víctima... Dentro de nosotras y nosotros, habitan todas caras y personalidades. Al final, cada persona, en su día a día, hace que todas estas parcelas se pongan de acuerdo para que esto sea un lugar lo más cuerdo posible. Pero sí, la gente se encuentra con un crimen y un juicio. Ese es el contexto.
Pero en ese tolerarnos en el día a día, también nos mentimos un poco a nosotros mismos.
–Claro, claro, el autoengaño es un ingrediente indispensable en esta vida. Pero bueno, se trata un poco de ponernos en evidencia a nosotras mismas, de levantarnos las faldas y decir: vale, venga, aquí he querido eludir esto o aquello. Son cuestiones como muy sesudas pero que a mí me gusta plantearlas en el escenario desde un lugar muy cómico. Por suerte, se produce esa vuelta de tuerca que permite que nos podamos reír de nuestras miserias cotidianas. Yo expongo las mías con la esperanza de que todo el mundo se vea reflejado. Bueno, no es esperanza porque a lo largo de mi trayectoria he descubierto que haciendo este ejercicio la gente se identifica, se lo pasa bien y, además, se lleva un poco de reflexión a casa.
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Pero ponerse delante del espejo es complicado.
–Sí, sí. Es complicado pero también es muy liberador hacer ese ejercicio de honestidad. Aunque a veces sientas un poco de vértigo, dar el paso siempre es agradable, liberador, amable y amoroso.
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A buen seguro en momentos del espectáculo, el público se estará riendo de cosas en las que se sentirá reflejado pero que no son para reírse precisamente.
–Eso pasa. El teatro tiene ese ingrediente comunitario que a mí me interesa mucho. Provocar risa y reflexión sobre nosotras mismas es algo que me atrae. He vivido, de todas formas, situaciones de todo tipo. Me acuerdo de llevar este espectáculo a Barcelona, donde pensaba que la gente iba a tener más facilidad de reírse de sí misma, y me encontré con más prejuicios que en entornos más pequeños y rurales, donde, sin pudor, el público se ha puesto, por así decirlo, en evidencia. Está resultando interesante porque la recepción del público depende mucho del lugar. Como estoy sola en escena, puedo jugar con eso sin temor a saltarme el guion.
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Junto al público
¿Hay mucha carga de improvisación en el hacer de Nía Corcor?
–Está todo muy medido pero al mismo tiempo hay improvisación. Me dejo espacios para que así pase. Me gusta salir del guion y jugar con lo que pasa. Esto forma parte también de las búsquedas artísticas de cada una. Así que hay momentos de mucho juego con el público, sin poner en evidencia a nadie. Que no se asusten al leer esto (risas). Pero sí que me dejo espacios para poder jugar con lo que sucede en el aquí y el ahora. En este caso, es actuar en un polideportivo, un espacio grande, y tengo ganas de testar este espectáculo en ese contexto. El montaje es por y para el público, y juntos hacemos el viaje. Es que les doy hasta de comer un poco (risas).
El Arrazpi Berri es un lugar que ya conoce, aunque supongo que tiene que ser extraña la sensación de entrar por primera vez en un polideportivo reconvertido en teatro.
–Te adaptas a cualquier lado. Yo he actuado en espacios bastante suigéneris, vamos a dejarlo ahí (risas). Como este espectáculo, para mí, es como la niña mimada, por eso voy antes a Araia. A veces, en este tipo de espacios las condiciones acústicas son horribles, pero no es el caso de Araia. Allí tienen un equipo técnico maravilloso que se lo curra con un cuidado y un amor tremendos. Logran convertir el polideportivo es una sala de primera calidad.
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