La veteranía de Kenny Barron se adueña de Mendizorroza
El pianista completa la penúltima doble sesión en el polideportivo, abierta por Al Di Meola
Casi sin darse cuenta, el Festival de Jazz ya está pensando en el final de su cuadragésimo octava edición. Mendizorroza vivió ayer su penúltima doble sesión, protagonizada por dos nombres propios que necesitan de pocas presentaciones. Le tocó abrir a un Al Di Meola que, a punto de cumplir los 71 años, parece plenamente recuperado del problema de salud que tuvo hace un par de años durante una actuación. Después fue el turno para un Kenny Barron que a sus 82 años volvió a la capital alavesa.
Es imposible resumir en pocas líneas la trayectoria de ambos intérpretes. Ahí están sus discos y sus directos. Hablan por sí mismos. La veteranía, la experiencia, el saber hacer, el tener un sello propio y único va en cada uno de ellos. Pero eso no significa que sea pisar el escenario y tener ya todo hecho. Cada concierto es especial siempre. En ello se empeñaron el guitarrista y el pianista, sabedores de que, a pesar de todo lo hecho hasta ahora y del nombre que se ha conseguido en la escena internacional, cada vez se pasa, por así decirlo, un nuevo examen. Es eso lo que hace grandes a los músicos que llegan a determinada posición. Otra cosa es que se consiga el objetivo en todos los recitales.
Las voces se adueñan de cada rincón de Mendizorroza
En el inicio
En una noche más fría que las anteriores en lo que se refiere al tiempo exterior, le tocó poner todo en marcha a un Al Di Meola que hacía ya tiempo que no pasaba por la capital alavesa. Fue hace un par de años cuando sufrió un infarto al corazón durante un concierto en Rumania. Por suerte, el año pasado volvió a los escenarios, publicando además nuevo trabajo, Twentyfour.
En el pabellón demostró que, por lo menos en apariencia, esa complicada situación ha quedado atrás. A partir de ahí, desplegó su habitual capacidad para llevar la guitarra hasta límites insospechados. A estas alturas, no hace falta hablar de virtuoso o de ningún otro calificativo similar. Eso sin perder de vista su faz de compositor. Otra cosa es que hubo años de mayor efervescencia en ambos campos. También de más popularidad. En todo caso, el público, en gran parte, se dejó atrapar por su propuesta.
Caminando entre las inquietudes creativas de Juan Saiz en el Festival de Jazz
A las teclas
Tras el habitual descanso para el avituallamiento del personal, llegó el instante de contar de nuevo con la presencia del pianista Kenny Barron. Hablar de leyenda o de calificativos por el estilo es perder el tiempo. El pianista es un músico en toda la extensión de la palabra, con todo lo que significa, implica y requiere. Por eso ni quiere ni sabe parar. Por fortuna. Da igual, además, el proyecto con el que se presente. Sabe leer a los públicos, el momento y qué se requiere en cada momento y espacio.
Cualquier escenario es bueno
Es evidente que el tiempo pasa y condiciona, pero también que deja un poso que, en su caso, se nota en cada instante de lo que toca y de lo que no. Habrá alguno que el día de mañana se arrepienta de haber pensado que ya ha visto a Barron otras veces y que no quería repetir en esta nueva visita a la capital alavesa. Como dijo ayer alguien entre los presentes, con medio dedo, él hace más que otros con todo el cuerpo. Y es de esperar que así hasta que el propio intérprete quiera. Mientras tanto, solo queda seguir escuchándole. Después del bis, Calypso, llegó el momento de marchar.