Álvaro Torres: en el club, pero sin barra
El pianista y compositor se estrena en el Festival de Jazz de Vitoria desde las tablas del Europa
Pasado el estreno del lunes del Europa, el Festival de Jazz ha afrontado esta tarde su segundo día en el palacio de congresos. Espacio, público y certamen se van haciendo poco a poco a esta nueva situación y parece que, por el momento, la cohabitación en la capital alavesa se está desarrollando en clave positiva. Habrá que ver qué sucede en los siguientes días teniendo en cuenta que se deja atrás el horario de las dos primeras jornadas para afrontar, ya hasta el sábado, las citas a las 17.30 horas.
Eso ya se verá. De momento, los últimos sonidos que resuenan entre estas paredes son los de Álvaro Torres, protagonista de un martes con una entrada similar a la del primer día. El pianista, compositor y profesor se ha estrenado en el certamen de la capital alavesa buscando convertir el Europa en su particular club, donde él casi siempre se mueve. Han faltado la barra, las copas del principio y ese ambiente tan cercano que a veces se traduce, de manera literal, en una separación de milímetros entre intérpretes y espectadores. Pero, por lo demás, el palacio de congresos no ha sido tal. O por lo menos, así se ha intentado que sucediese a lo largo de algo más de una hora.
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En compañía
Masa Kamaguchi (contrabajo) y Kresten Osgood (batería) han sido en esta ocasión los compañeros de su trío. Con ellos, como ha hecho en giras anteriores, va actuar en los diferentes conciertos que Torres tiene previstos este verano en la península, siendo el de Gasteiz el segundo de ellos. Seguramente, cuando la agenda avance, los resultados sean diferentes a lo vivido en la capital alavesa. De hecho, debería ser así. Si no, malo.
Puede que haya faltado esa cercanía del club de jazz, cuando los sonidos hasta se mastican, cuando la vivencia del concierto es otra diferente al de una sala de congresos que, como es lógico, se caracteriza por cierta sobriedad, frialdad si se quiere. No es tampoco el teatro, ese Principal recogido, que envuelve, que hace de la experiencia del momento y de la posterior resaca algo distinto. Pero, aún así, Torres ha intentado llevar al público donde quería, a ese ecosistema en el que él se siente cómodo y libre, que no es poco.
Move, cuatro que multiplican
Por algo el año pasado el pianista publicó dos discos. Uno, Iris. Otro, un álbum en directo, registrado en la barcelonesa sala Jamboree. Dos claros ejemplos, más allá de que uno fuera en trío y otro en cuarteto, del sonido que quiere desplegar el compositor, de los caminos que busca seguir y en los que investigar. Parte de todo eso ha formado la tarjeta de presentación de Torres en un palacio de congresos que ha querido ser club, en un Europa en el que se ha echado de menos el Principal.