Proyecto Larrua, un dúo que multiplica
La compañía cumple diez años de una prolífica y premiada trayectoria bajo el impulso de Aritz López y Jordi Vilaseca
Una compañía en la que siempre hay un rigor técnico y una calidad coreográfica, un grupo que desarrolla propuestas muy visuales con una dramaturgia que parte del compromiso social de querer contar algo. No son palabras ni del gasteiztarra Aritz López ni del barcelonés Jordi Vilaseca pero ambos las adoptan para definir el sello de Proyecto Larrua. Esta idea que describe la productora, gestora y agente cultural Jemima Cano cumple ahora diez años de andadura, un camino a celebrar, subrayar, valorar y analizar. También es un cumpleaños a festejar, por supuesto. Es bueno “quererse un poco y cuidarse”, sonríen ambos, conscientes de que ni los pasos dados ni los que están por venir son fáciles. Nunca lo son en el sector cultura en general, ni en la danza contemporánea en particular. Máxime cuando la apuesta se hace desde y a partir de Vitoria.
No hace muchos meses, ambos llevaron el nombre de su ciudad a la gala de los Max, en la que La casa vacía, una de sus últimas producciones, rozó con los dedos el galardón escénico. Fue otro hito más en una trayectoria que no solo se escribe con la creación y representación de montajes como Ojo de Buey, Idi Begi y Otsoa, entre otros. Larrua también hace un trabajo continuado de mediación con los públicos, para seguir sembrando entre la sociedad la semilla de la danza a través del Proyecto Zubiak.
En este aniversario está naciendo La Senior de Larrua, que estrenará un espectáculo en Madrid y Vitoria a finales de año
Además, lleva a cabo a lo largo del año diversas iniciativas en las que sus directores y fundadores hacen de facilitadores e impulsores. Es el caso del certamen coreográfico Harria, que ahora mismo está en plena cuenta atrás para su segunda edición en el marco de KaldeArte. Pero también de la Gala de Danza Km0 que durante dos navidades seguidas se ha llevado a cabo en el Félix Petite (centro cívico Ibaiondo), devolviendo a casa a figuras de aquí que están triunfando fuera. Todo ello sin olvidar, en el plano formativo, el seminario de danza contemporánea Larrua-Lab, que el pasado otoño celebró su cuarta edición.
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Un largo camino
“Veníamos de carreras diferentes”, recuerda Vilaseca cuando se echa la vista atrás diez años. “Yo, que había tenido otro proyecto en otro lugar, afrontaba esto con mucho miedo y pocas ganas. Al principio, esas ganas las puso Aritz”. Ese trabajo entre dos, esa labor compartida y el aprendizaje que a ambos les ha ofrecido, es algo que destacan en su particular balance.
“Lo que no ha cambiado es el cariño y el apoyo. Más allá de todo, en esto también hemos construido una amistad. Hoy sigue siendo fundamental el apoyo que nos damos desde el primer día”, señala López, quien, además, destaca la posibilidad que han tenido en este tiempo de poder construir “con gente increíble”, como Begoña Martín Treviño, sus diferentes propuestas. No es lo único que mantienen de aquellos inicios. “Cuando creas, cuando estás en una residencia, cuando vas a empezar un proyecto, hay una energía increíble, unas ganas inmensas de gestar algo nuevo. Esa fuerza sigue estando ahí”, añade Vilaseca al tiempo que destaca que “ni como coreógrafos, ni como directores, ni como intérpretes nos demandamos ir a un lugar concreto, sino hacer las cosas bien e ir poco a poco”.
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La falta de estructura
“Cuando nos juntamos hace diez años en la sala Baratza, la idea era probar qué podía ser esto, era ver cómo nos encontrábamos, cómo dialogábamos. Fue probar con esa inocencia, una inocencia que, por desgracia para algunas cosas, seguimos manteniendo”, comenta López. Fueron comienzos complicados. “No le llamamos compañía porque no había sede, recursos…”. Por eso se usó proyecto, una palabra que se mantiene porque “en ese aspecto seguimos igual”. A esto se unen dinámicas institucionales que parecen inamovibles como los sistemas de ayudas. “Cada principio de año tienes que volver a optar al mismo dinero para los mismos proyectos. De momento tenemos suerte porque estamos pudiendo acceder y darle estabilidad, pero de alguna manera estás cada año en estado de alerta. Me gustaría tener una tranquilidad y conseguir una confianza”, comenta el gasteiztarra.
Cuando nació, “no le llamamos compañía porque no había sede, recursos…”, una situación que sigue a pesar de su “serio” trabajo
Como recuerda Vilaseca, “nos las hemos visto de todos los colores”. Lamenta que no se puedan dar aquí unas condiciones mínimas que sí existen en otros lugares para contar con estabilidad en base a un trabajo que ellos ya han demostrado en múltiples ocasiones que saben hacer. “En nuestras conversaciones dijimos que Larrua tenía que ser algo más que una compañía de producir y representar. Ese algo más se ha ido traduciendo. Hemos hecho muchas acciones y más que haríamos si pudiéramos. Vamos más en serio de lo que alguna gente de fuera te transmite a veces. En España cuesta mucho que confíen en ti para ser una compañía residente. Son cosas muy básicas. Contentos estamos, también hay que decirlo. Son diez años en los que hemos podido evolucionar como personas y como compañía. Tenemos suerte de que vamos asumiendo bien los retos que nos planteamos, sin perder de vista nuestros errores, que los cometemos. ¿Pero podríamos estar mejor? Muchísimo. Es que nos lo merecemos”.
“Diez años para una compañía de danza son 20. Si el paso del tiempo lo nota cualquier cuerpo, imagina el de un bailarín”, dice el catalán. “Si tenemos que esperar a que pasen 20 años para que confíen en que hacemos las cosas bien, tenemos un problema. Y si saben que pueden confiar y no hacen nada, seguimos teniendo un problema. Con todo, vamos a seguir haciendo lo que podamos con la estructura que tenemos, que es mínima para todo lo que desarrollamos”.
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Desde Vitoria
Esta cuestión del paso del tiempo va a estar muy presente en el estreno que, para finales de este 2025, ya prepara la compañía, también en relación con el décimo cumpleaños de la propuesta. Está naciendo ya La Senior de Larrua, una “rama” del grupo destinada a bailarines y bailarinas mayores de 40 años.
El espectáculo resultante tendrá un doble estreno. Por un lado en Madrid, en los Teatros del Canal, que apoya la iniciativa. Por otro, aquí, donde también el Gobierno Vasco está sumando su apoyo. Eso sí, no se puedan dar más detalles. Solo que serán cuatro los bailarines en escena y que se va a contar con un coreógrafo internacional. “Es una apuesta muy potente”, sonríen.
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Otra más que ambos impulsan desde Vitoria. “Si nos fuéramos de aquí, ya no sería lo mismo. Aquí estamos y aquí hemos decidido estar. Nuestro compromiso con Gasteiz es serio”, afirma Vilaseca, más allá de que remarca que “cuando hay profesionales que ya han demostrado ser serios, que su trabajo tiene un calado dentro y fuera de Euskadi, creo que se deberían dar otras circunstancias”. Es de esperar que así sea y pronto.