La sala de exposiciones La Casona de Amurrio está albergando, hasta el próximo 16 de abril, una nueva muestra fotográfica. Se trata de Vidas Minadas, 25 años, en la que el reconocido fotoperiodista Gervasio Sánchez ofrece un relato visual impactante sobre las secuelas de las minas antipersona en distintas partes del mundo, con el objetivo de sensibilizar sobre las consecuencias devastadoras de estos artefactos explosivos en la vida de miles de personas.
La exposición es una evolución del trabajo que Sánchez inició en 1995, documentando la vida de víctimas de minas en países como Mozambique, Angola, Camboya, Bosnia-Herzegovina, El Salvador y Nicaragua. A través de sus imágenes, el autor da voz a quienes han sufrido directamente esta tragedia, visibilizando su resiliencia y la lucha por la dignidad en contextos marcados por la guerra y la violencia.
Industria armamentística
Con todo, en Vidas minadas, Sánchez no solo documenta el horror de las minas antipersona, sino que denuncia la “impunidad” de la industria armamentística y la “falta de acción” de los gobiernos para erradicar esta problemática. Con su característico enfoque humano, el autor pone el foco en las historias de quienes han sobrevivido y en la necesidad de seguir luchando contra estas armas.
Euskal Fondoa
Esta muestra ha llegado a Amurrio gracias a la colaboración de Euskal Fondoa, que trabaja en la difusión de este proyecto, ofreciendo gratuitamente la exposición a entidades públicas interesadas en acogerla.
Asimismo, cuenta con el apoyo de su Ayuntamiento y de la Diputación Foral de Álava. De ahí que en el evento inaugural de este jueves, junto al autor, estuvieran presentes desde el alcalde y concejala de Cultura de Amurrio, Txerra Molinuevo y Naiara Barallobre; pasando por la presidenta de Euskal Fondoa, Nati López de Munain; hasta Iñaki Gurtubai, diputado alavés de Igualdad y su homónima de Igualdad y Derechos Humanos, Joana del Hoyo.
Por una revista
Como explicó el propio Sánchez en una entrevista a DNA en 2023 en Montehermoso, donde también estuvo esta muestra, fue por una llamada de una revista del corazón cuando empezó a hacer estos reportajes de las minas antipersona. “En septiembre de 1995, me llamó. Lo hizo la secretaria, ni siquiera fue el director o el redactor jefe, para hacerme la propuesta de que eligiera el país del mundo que quisiera”.
Se fue a Angola. “Estuve allí tres semanas e hice la historia con un chico de 15 años llamado Chimoco, que perdió una pierna cuando era un niño y su padre también murió por la explosión de una mina”, recordó.