“Ray Gelato es un inglés de pura cepa, un bulldog que me flipa y con el que me lo paso muy bien”
Ray Gelato y la Barcelona Big Blues Band hacen vibrar a Hell Dorado este sábado tanto por el día como a la noche
Tanto Ray Gelato como Ivan Kovacevic, contrabajista y responsable de la Barcelona Big Blues Band, conocen bien Hell Dorado. Al singular infierno de la capital alavesa, vuelven juntos para ofrecer dos conciertos en los que desplegar toda su magia, energía y sonidos. Seguro que habrá quien repita el sábado en las actuaciones que van a tener lugar en la calle Venta de la Estrella.
Están ustedes más que acostumbrados a estas cosas pero para hacer dos conciertos tan enérgicos un mismo día, ¿además de músico hay que ser deportista?
–(Risas) Más que deportista, esto te tiene que gustar de verdad. A veces te toca actuar dos y tres veces al día, viajar mucho y bajo condiciones inhumanas, pero llegas a un concierto y actúas igual, con toda la energía de la que eres capaz.
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Cuando uno toca dos veces seguidas en la misma jornada, ¿es bueno cambiar un poco el repertorio para no tener la sensación de repetirse?
–Nosotros siempre vamos variando cosas. La Barcelona Big Blues Band está pensada como una agrupación de rhythm and blues y rock and roll que siempre respalda a algún invitado especial, a algún solista interesante, a alguien del jazz o de los estilos, por decirlo así, de la familia rockera. Claro, Ray Gelato encaja a la perfección en este esquema. Así lo viene haciendo hace tiempo, aunque cuando contactamos fue distinto.
"Te tiene que gustar, como mínimo, el 80% de lo que implica ser músico. Si no te gusta viajar nueve horas en una furgoneta, lo tienes complicado"
¿En qué sentido?
–No le conocía de nada, pero un día se me ocurrió contactarle y explicarle que tenía una big band y que quería tenerle como invitado. No me respondió. Insistí y, bueno, me respondió pero de una manera un tanto inconcreta, como quien no está nada seguro. Pero le mandé unos enlaces para que viera a la big band y a los dos minutos me llamó y me dijo: esto no lo hace nadie, es increíble. Ahí empezó con él todo lo que estamos haciendo. Desde entonces hemos hecho mucho repertorio y eso nos permite variar mucho las actuaciones. Y con la big band, en estos 15 años que tiene el grupo, he escrito más de 500 arreglos con diferentes invitados. Así que aburrir, los músicos no se aburren (risas).
Por cierto, ¿cómo es Ray Gelato?
–Es un inglés de pura cepa, es un bulldog que me flipa. Yo he trabajado con él también fuera de la big band y siempre me lo paso muy bien. Tenemos muchas cosas en común en la manera de trabajar. Sabe muy bien lo que significa llevar una banda y, por lo tanto, es muy fácil trabajar con él. Yo he visto de todo en esta profesión y créeme si te digo que él es de los más fáciles para trabajar. A mí me respeta como líder de la big band y eso lo agradezco muchísimo porque no es fácil llevar 14 personas a la espalda y decidir todo. Además, tener siempre razón es imposible. Por lo menos en mi caso (risas). Ray Gelato siempre está ahí pero también sabe que conmigo y con la big band se encuentra protegido estando de gira. No solo me refiero al momento del concierto. Hablo de todo lo que rodea esto: hoteles, comidas, viajes... Sabe que le vamos a tratar como se merece, es decir, como un rey.
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El formato de las big bands
Hoy en día parece el formato de las big bands un oasis en el desierto.
–Sí, la verdad es así. Cuando monté la Barcelona Big Blues Band porque me apetecía trabajar mi capacidad como arreglista, no pensaba que la formación iba a durar tantos años. Tampoco que íbamos a hacer tantos conciertos ni que íbamos a viajar tanto. La verdad es que está siendo algo increíble. Tenemos músicos top y la banda suena muy bien. A favor, además, tenemos que desde hace doce años tocamos una vez al mes en una sala como Jamboree, aquí en Barcelona. Cada vez cambiamos los invitados y, claro, es una plaza perfecta para investigar y evolucionar. Allí hacemos también dos pases, como va a pasar en Vitoria. Así que estamos muy entrenados (risas). Pero es verdad que para ser una big band en estos tiempos, nos han salido muchos más conciertos de los que yo espera. Incluso más de los que puedo aguantar porque es mucho trabajo. Hemos viajado por media Europa y no puedo estar más que agradecido del camino que estamos haciendo.
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Esta formación, Los Mambo Jambo... y más proyectos tienen a Ivan Kovacevic en sus filas. ¿No es a veces un poco complicado, un tanto esquizofrénico? ¿No le ha pasado alguna vez tener que pasarse a pensar con qué formación está aquí o allá?
–Eso no. Pero sí estar desubicado en cuanto al país en el que estaba. Pero en los conciertos, no. Me gusta mucho trabajar cada actuación y llego muy preparado. Tengo un cerebro un tanto matemático (risas). Así que eso no me ha sucedido. Pero lo de despertarte en un hotel y tardar diez o quince minutos hasta que te acuerdas en qué país estás, eso sí me ha pasado alguna vez. Esto teniendo en cuenta que no bebo, no me drogo, no... (risas).
Energía sobre el escenario
Ver a Ivan Kovacevic es observar pura energía. ¿Se lo pasa tan bien como parece?
–¡Sí! Me lo paso muy bien. Hay algunos conciertos en los que necesito sacar fuerzas extras para poder aguantar todo lo que pasa. Pero la emoción siempre está ahí. Luego, igual a veces puede un poco el cansancio y hay que echar mano de la reserva. No nos estamos haciendo más jóvenes precisamente (risas). Eso lo compensas con la experiencia.
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Ahora que menciona a las nuevas generaciones, si alguien que quiere ser profesional de la música le pide un consejo...
–A cualquier persona le diría que si quiere algo, que vaya a por ello. Intenta luchar con todos tus medios por lo que quieres hacer. Es lo que yo he hecho. Me cambié de país sin hablar el idioma y aquí estamos. A partir de ahí, te tiene que gustar, como mínimo, el 80% de lo que implica ser músico. Si no te gusta viajar nueve horas en una furgoneta, lo tienes complicado. A mí me gusta tocar pero también viajar, conocer gente de todo el mundo. Yo he conocido músicos que no han aguantado porque no les gusta viajar, por ejemplo.
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