La Virgen Blanca vuelve a llenarse de música

La plaza de la Virgen Blanca no para. Tras la celebración el jueves de una nueva edición del Osteguna Rock Vital Fest, el céntrico escenario de la capital alavesa está de vuelta con los conciertos que organiza el Azkena Rock Festivalcuando llega el momento del vermut y de encontrarse con la ciudad antes de regresar al recinto de Mendizabala. No hay descanso. 

Desde que el certamen puso en marcha esta singular sucursal, la idea siempre ha sido la misma, es decir, llevar al centro de la capital alavesa un poco del espíritu y el ambiente que se respira en el recinto. Además, eso se hace contando con propuestas que pueden llegar a públicos muy diferentes, sobre todo pensando en la ciudadanía en general, en quienes no acuden al recinto de manera habitual. 

Primeros protagonistas

Lisa & The Lips han puesto los sonidos este viernes, comandados por esa artista infatigable que es Lisa Kekaula. Cabe recordar que la banda con la que muchos la conocieron, The BellRays, fueron parte de la primera edición del Azkena, la que se llevó a cabo en la sala del mismo nombre que, en aquel 2002, estaba en la calle Coronación, la actual sala Jimmy Jazz.

Energía en estado puro. Ahí está la fórmula. Y a ella han respondido Lisa & The Lips en un concierto en el que, como suele suceder en estos casos, se han encontrado tanto muchos miembros de la familia azkenera como viandantes en general, algunos conscientes de lo que acontecía, mientras que otros se han encontrado con la actuación sin tenerlo previsto. Todos han disfrutado de un directo en el que la misma presencia de Kekaula ha sido determinante de principio a fin.

De todas formas, la maquinaria musical de la Virgen Blanca no descansa. Así, este sábado, también a las 13.30 horas, toca de nuevo volver a reunirse en el mismo lugar. En este caso, quienes estarán sobre las tablas serán los componentes de The Pickin’ Boppers, grupo instrumental que toma como referencia las formaciones de las décadas de los años 40 y 50 del siglo pasado. Solo falta que el tiempo respete. A partir de ahí, la fiesta está servida.