Desde una nevera hasta un teléfono pasando por cualquier cosa que se pueda nombrar. “¡El Garbigune es el paraíso!”, proclama Víctor García de la Torre. Todo elemento, en principio, es susceptible de pasar por sus manos y las de Sergio López de Landache para tener una nueva vida como instrumento musical sobre las ruedas de una bicicleta. Así lo vienen demostrando ambos desde el nacimiento de Turukutupa, un proyecto en el que percusión, reciclaje y creatividad se dan la mano.

Desde el Tour de Francia hasta el Festival de Jazz de Gasteiz, sus propuestas toman parte en formatos muy variados

Así lo demuestran espectáculos de calle como Reziklantes, conciertos familiares de sala como Reziklate!, cuentos sonoros infantiles como El Paseo de Criku e instalaciones interactivas como Reziclonk. Propuestas con las que la formación alavesa no para, sin perder de vista la de veces que es reclamada para actos de lo más diverso, como el pasado Tour de Francia.

Al fin y al cabo, su apuesta abarca distintos campos culturales y medioambientales, lo que hace que puedan estar, como así lo han hecho ya, en citas como el Fest Arts de Libourne (Francia), el Festival de Jazz de Vitoria, el Festival de Teatro de Humor de Araia, la Umore Azoka de Leioa o el Festival Pirineos Sur, entre otras citas.  

Se construye así un proyecto musical, teatral, medioambiental y educativo que, en un buen año, puede llegar a realizar un centenar de actuaciones, una cifra más que relevante. Todo ello de la mano de dos músicos que se conocieron siendo profesor y alumno. Hoy son compañeros de una aventura que se ha convertido en referencial dentro y fuera de Álava.

Una actuación de Turukutupa Cedida

Constructores, compositores...

De todas formas, dentro de Turukutupa no son solo luthier, o intérpretes, o compositores, o actores, o... En realidad, el grupo les exige afrontar diferentes retos para poder llevar a cabo sus intenciones creativas. Claro que todo parte de la construcción de unos instrumentos que no parten de ningún boceto inicial, que van naciendo poco a poco.

Cada vez que afrontan una nueva producción hay que crear las herramientas musicales desde cero y hacerlo siempre con materiales reciclados o reutilizados. Pasa lo mismo con cualquier elemento escenográfico que se usa. Por eso, aunque parezca una exageración, la referencia al garbigune no lo es.  

En el taller, en ese papel de constructor, hay que invertir muchas horas. Es imprescindible ir buscando, encontrando, errando, probando, construyendo, modificando. “Es un trabajo fantástico”, subraya García de la Torre, más allá de que los resultados también requieren de un mantenimiento continuado. En esa labor, como señala López de Landache, es importante tanto el conocimiento propio como las referencias que encuentran en otras propuestas similares que existen en distintos países. “Es necesario ver y aprender”. 

Cedida

No se hacen soldaduras. Todo va atornillado. Además, tanto el espectáculo inicial de la compañía, Rezikletas, como otras propuestas posteriores han estado pensadas para la calle. Es decir, “que debes conseguir instrumentos que tienen que sumar lo suficiente como para que el volumen alcance unos mínimos”.

Además, es importante que todo de manera conjunta y por separado “tenga una entidad” musical. Para reforzar esto, en la parte compositiva que ambos desarrollan, se siguen tres líneas básicas: africana, latinoamericana y contemporánea.

¿La peor profesión del mundo?

Las posibilidades que ofrece la percusión son infinitas. De eso son ambos más que conscientes. “Lo que debes tener claro es que es imposible controlar todas las técnicas”, dice López de Landache. “La de percusionista es la peor profesión del mundo, tienes que tocar infinidad de instrumentos”, sonríe García de la Torre.

Una actuación de Turukutupa Cedida

Ambos comparten este proyecto sin perder de vista sus otras ocupaciones profesionales y personales. “No sabemos estar quietos”. Por eso, aunque para el futuro hay varias ideas revoloteando, “hacer una nueva producción, teatralmente hablando, es complicado porque requiere de un tiempo que ahora nos falta tiempo”. A eso se une que sus propuestas actuales están más que solicitadas, piezas que además siguen evolucionando y adaptándose.

Todos los elementos que el grupo utiliza para sus espectáculos, también las partes escenográficas, son materiales reciclados

Montajes que son realidad gracias a ese gran volumen de materiales que usan, más allá de que en los últimos años “hemos ido reduciendo el almacén”. Hoy “lo compartimos con otra persona –que desarrolla un proyecto social también relacionado con el reciclaje– que es peor que nosotros, tiene el síndrome de Diógenes todavía más desarrollado”, sonríen. “Pero cuando estábamos en Talde Gune, era loquísimo todo lo que teníamos”.

De lo poco que pudo hacer Krea

El camino de Turukutupa empezó hace más de tres lustros. El inicio fue Rezikletas, un espectáculo compartido por miles de personas y que fue posible gracias a un apoyo del nonato Krea cuando el centro cultural no existía o, mejor dicho, no tenía sede. Una con la que nunca llegó a contar y que también fue reciclada para acoger en la actualidad a IDarte.

Fue la chispa de un proceso que arrancó, sin saberlo, el día que García de la Torre se convirtió en el primer profesor de percusión de López de Landache, más allá de que después coincidieron en un par de grupos de música.

Una actuación de Turukutupa Cedida

En paralelo, la idea de Turukutupa fue tomando forma gracias a distintas experiencias individuales. Por ejemplo, en un viaje de la banda alavesa Ortophonk a Brasil en 2005, a García de la Torre un amigo alemán que residía allí le llevó a una favela para darle a conocer una escuela de samba. “Flipé en colores al ver cómo todo lo que tenía era material reciclado. Y ahí fue cuando empecé a darle vueltas para ver qué podía hacer”.

Casi en paralelo, su compañero se encontraba en el colegio Samaniego ofreciendo clases extraescolares de percusión. “No había nada de material, así que hacíamos todo con cubos de pintura y demás materiales que pensábamos que podíamos usar”. Camino a Miranda para ofrecer un concierto de una de las agrupaciones en las que estaban, “Víctor me contó la idea, compartimos visiones y se empezó a desarrollar el proyecto Rezikletas”. Dicho y hecho. Turukutupa ya era una realidad.