Norteamericano de nacimiento, cubano de raíz, en los sonidos de Bobby Martínez se puede rastrear una vida que ha transcurrido en ciudades como Miami, Nueva York y Madrid. Saxofonista, flautista, director de orquesta, compositor, profesor... el creador regresa este domingo a la capital alavesa para actuar, a partir de las 20.00 horas, en el Dazz, donde todavía queda alguna entrada disponible. Lo hará en formato de cuarteto junto a Nacho Fernández (guitarra), Dario Guibert (contrabajo) y César de Frías (batería).

Ha pasado lo suyo desde su última vez en Vitoria... 

–Sí, fue en el Festival de Jazz, pero hace unos cuantos años.

Esta vez actúa en un espacio como el Dazz, donde el público está a milímetros del músico. 

–A mí me encanta eso. Así la gente se entera de todo.

Aunque con su sexteto ha publicado el disco ‘Te lo dije’, a Vitoria viene en cuarteto. ¿Qué va a poder escuchar el público? 

–No pienso en que todo sea música original mía. Sí habrá temas que son originales pero también haremos varios standards e igual, como yo siempre he sido muy fan de Joe Henderson, habrá alguna cosa de él, para hacerle un pequeño tributo.

Siempre se rodea de músicos con personalidades muy marcadas, como es el caso. 

–Cada músico siempre aporta su personalidad al grupo. Es algo que busco. Con este sexteto hemos publicado Te lo dije, pero estamos con planes de ir este junio a grabar el segundo disco. Y en ese proceso, quiero que el resto de músicos colaboren con temas también. No solo quiero grabar mis temas. Que otros aporten es divertido y le da un respiro a la música.

"Paco de Lucía me decía: Bobby, tocas muy bien e improvisas que te cagas, pero, coño, mi música no suena a flamenco"

Dice que cada uno aporta su personalidad y ¿cuál es la de Bobby Martínez? 

–(Risas) ¡Figúrate! Tengo el pica-pica ese latino en la sangre y eso se nota cuando toco. Soy norteamericano, criado en los Estados Unidos. Mi cuna musical siempre ha sido el jazz, sin perder de vista lo latino. Esa combinación me ha formado una personalidad tocando que es divertida. Tengo el pica-pica latino y el swing también.

¿Y como madrileño...? 

–Algo hay también (risas). Me acuerdo de una gira de tres meses por Estados Unidos que hice con Paco de Lucía. Fue mi primer contacto, como intérprete, con el flamenco. Y recuerdo que Paco de Lucía me decía: Bobby, tocas muy bien e improvisas que te cagas, pero, coño, mi música no suena a flamenco (risas). Yo me cabreaba, decía: ¡qué pesado es Paco!. Pero, claro, me lo estaba diciendo el padre de todas estas cuestiones. La verdad es que yo alucinaba con él. Me sentaba a su lado en los conciertos. Me miraba y se reía con una sonrisa un poco sarcástica. Fue una grandísima experiencia para mí. Pero fue lo más cerca que he estado de tocar flamenco.

Se está rodeando cada vez de gente más joven para sus proyectos. 

–Los jóvenes tienen algo fresco que aportar, también a mí. Al igual que ellos aprenden de mí algunas cosas, yo aprendo de ellos. Es muy importante para mí tener gente fresca cerca, me gusta. Siempre están aportando cosas que están ahora vigentes. Eso es muy importante. Eso sí, yo busco que sean jóvenes, sí, pero también unos musicazos. Y estos lo son. He tenido la suerte de encontrarme con una gente que toca de manera espectacular. Son tremendos músicos. Me lo paso muy bien tocando con ellos. 

"Hoy en día levantas una piedra y tienes a cuatro chavales de entre 12 y 14 años que están tocando de manera increíble"

La música también la desarrolla desde la docencia. ¿Qué cree que le atrae del jazz a la gente joven que se está formando? 

–Ahora están utilizando mucha información de jazz pero llevando el estilo a otras vías, tratando de pisar terrenos nuevos. A la edad que tengo yo, lo moderno y lo nuevo era Joe Henderson, John Coltrane... Ahora, están saliendo unos muchachos jóvenes que son increíbles, que son buenísimos músicos, pero que están cogiendo otro tipo de dirección. Con la misma información de jazz, están haciendo otros caminos, que son muy interesantes. Con todo, creo que lo más tradicional nunca se va a perder. Pero eso no quiere decir que no haya gente jugando. A mí me gusta rodearme de músicos jóvenes, como te decía antes, porque me ayudan a abrirme a esa nueva etapa. Al final, todo es lenguaje de jazz y mientras suene bien, para adelante. Eso es lo más importante, que lo que hagas sea divertido y suene bien.

¿Y cuando alguien le pide un consejo para ser profesional de la música, qué le dice? 

–Lo principal que les digo es que este es un oficio difícil porque hay que estudiar mucho para dominar el instrumento. También el lenguaje requiere mucho estudio. Tienes que estar arriba en todo momento. Siempre he comparado esta profesión con la de los médicos. Un médico tiene que estar pendiente de su oficio todo el día porque van saliendo medicamentos, técnicas, aparatos... nuevos de manera continua. El músico igual. Tiene que estar atento a todo lo que sucede en torno a su instrumento. Hoy en día levantas una piedra y tienes a cuatro chavales de entre 12 y 14 años que están tocando de manera increíble. Uno tiene que mantenerse al tanto. Si te metes en esto es porque estás dispuesto a una dedicación total. Esto no es para ir a tocar con los colegas en el garaje de la casa. Si te vas a meter en la música en serio, eso conlleva una dedicación que es difícil.

Por cierto, ¿todavía está por ahí el Bobby Martínez alumno? 

–Por supuesto. Uno nunca deja de ser alumno. Jamás. No me canso de seguir aprendiendo cosas, aunque ya no estudio tanto como antes. Pero aún así, a cada rato encuentro cosas nuevas que me gusta escuchar y de las que aprender.