“La fotografía no tiene el espacio que necesita y que merece, siendo como es el lenguaje del presente y del futuro. Hoy se mandan más imágenes que textos y es importante una educación en este sentido. No solo sobre cómo se usa una cámara y cómo se hacen fotos. Me refiero a filosofía de la imagen”, a entender quién, qué y por qué, a saber leer lo que se ve y lo que no.

Solo un detalle para contextualizar esta reflexión. España es el antepenúltimo país europeo que va a abrir, más en concreto en Soria, su Centro Nacional de Fotografía. En esa labor formativa de conjunto, desde lo más práctico a lo más teórico, lleva trabajando más de doce años el proyecto FotoGasteiz, una iniciativa dirigida por Gustavo Bravo e impulsada junto a Sandra Remón, que justo en este mes de febrero termina su camino.

La pandemia abrió una senda online que hasta ahora se ha mantenido de manera paralela con las clases presenciales y con otras propuestas derivadas del tronco inicial como el Simposio Nacional de Fotografía Urbana FotoKalea. Pero ha llegado el instante de reorganizar el escenario y asumir que “entre dos personas no podemos con todo”, así que se ha optado por un único camino, el que ya ofrece la plataforma virtual Jardín Remoto. “Está siendo toda una experiencia”, dice con satisfacción Bravo.

Eso sí, el cierre de la sede física tiene dos consecuencias inmediatas. Una, que la asociación cultural nacida de FotoGasteiz no cuenta ya con un lugar donde reunirse. Dos, que la biblioteca fotográfica creada en estos años desde Gasteiz y compuesta en la actualidad por 1.500 referencias ya no está disponible para la ciudadanía. Esto es, justo, lo que se quiere evitar.

Una nueva ‘casa’

Para ello, más allá de una reunión preliminar mantenida hace unos días con la diputada de Cultura Ana del Val, se está haciendo un llamamiento a ayuntamientos e instituciones del territorio que quieran ofrecer una nueva sede a la “biblioteca de fotografía más importante de Álava”. Se trata de unos fondos valorados en más de 85.000 euros.

“Mucha gente, cuando habla de libros de fotografía, piensa en manuales que te enseñan cómo funciona la cámara o en catálogos de exposiciones. Un fotolibro no tiene nada que ver. Es básicamente un libro en el que el autor o la autora intenta explicar algo con fotografías”, una escritura visual que es el principio y el fin de esta biblioteca que hasta ahora ha servido como fondo de consulta y referencia fundamental para las miles de personas que se han formado en FotoGasteiz.

Este fondo, construido a partir de títulos “que casi siempre que salen se agotan y que son muy difíciles luego de encontrar”, se divide en tres partes fundamentales. La primera mira a los clásicos internacionales del siglo XX, “desde fotoperiodistas a surrealistas” pasando por un amplio abanico de firmas, sobre todo procedentes de Estados Unidos y Francia. Aquí, además, se ha hecho un esfuerzo especial por resaltar el trabajo de las fotógrafas internacionales de la pasada centuria, tan olvidadas e invisibilizadas.

La segunda engloba a autores nacionales, tanto clásicos como contemporáneos. “Es la parte que más va creciendo porque todas las semanas, a través del trabajo en Jardín Remoto, vamos descubriendo creadores nuevos”. La tercera toma como referencia a autores japoneses y europeos contemporáneos que “aunque pueden ser desconocidos, son muy influyentes dentro de lo que es el mundo fotográfico”.

Centro alavés de fotografía

A todo este conjunto es al que se le está buscando una nueva casa. “Existen diferentes fórmulas para llegar a acuerdos”, también con la idea no solo de volver a abrir la biblioteca, sino que esta esté gestionada en unas condiciones y que permita seguir desarrollando la actividad docente con la que fue concebida. “Para nuestros estudiantes, ha sido un recurso muy importante. Es motivo de estudio y también de inspiración”.

De hecho, Bravo no descarta que, a largo plazo, la nueva sede de los fondos pueda ser también motor de un centro alavés de fotografía. Se mira, sobre todo al territorio. “Nos gusta esa idea de descentralizar las capitales”, de ir más allá de esa premisa de que todo debe estar en Vitoria.

Los primeros pasos para que esto suceda ya se están dando. Mientras tanto, se están grabando vídeos con los 1.5000 títulos para dejar un registro digital, eso sin perder de vista que se va a abrir una colección propia de fotolibros para “dar soporte físico a muchos de los proyectos que hemos ido tutorizando en estos años”.