Una gran lona de unos 3 por 16 metros se ubica en el centro del espacio. Sostiene, de manera casi inaudita, un gran piercing negro. “El montaje ha sido horrible”, sonríe M. Benito Piriz, consciente también de que en torno a esta pieza de gran formato pivota el resto de las obras que, como partes de un mismo todo, se unen en Travieso. Desde este viernes –la inauguración está prevista a las 19.00 horas– hasta el próximo 10 de marzo, es el momento del público.
Perforar un cuerpo, modificarlo para obtener un resultado estético. Solo que, en este caso, quien crea busca perforar el cuerpo escultórico. Sobre esta base se sustenta una de las producciones seleccionadas el año pasado por Montehermoso dentro de su convocatoria anual Proyectos Artísticos. Es la de M. la primera que se muestra de las cuatro que se apoyan por parte del Ayuntamiento de Gasteiz y que irán pasando a lo largo de este 2024 por el centro cultural.
“El espacio ha sido todo un reto y una experiencia”, asume Benito Piriz. Lo cierto es que, de hecho, ha modificado alguna de las obras toda vez que se estaba en el proceso de montaje. Por eso la artista tiene palabras especiales para quienes han estado implicados en el proceso. “Pensaba que me iba a comer el lugar”. No ha sido así. Es algo que quienes acudan al Depósito de Aguas durante este primer trimestre del año podrán comprobar.
Perforar
Pero más allá del lugar, y de lo que aporta a la muestra, se encuentra el proyecto en sí, un “análisis del estado irreversible de un cuerpo escultórico tomando como referencia el piercing para crear una serie de gestos que se muestran como apuntes”.
Siliconas, gomas, telas, plásticos y espumas se transforman en piezas de distintos formatos. “El 70% de mi trabajo es la selección de materiales”, describe la artista. Se juega aquí con la idea del temor a perforar o alterar una pieza que ya se ha creado y a estropear el posible resultado, acercándose al fracaso. Se trata, como explican desde Montehermoso, de romper ese conformismo, de hacer una travesura, de atravesar las piezas de goma o licra para alterar su forma.
“El piercing es la mínima transformación que se puede hacer en un cuerpo y se entiende como un acto de rebeldía siendo inseparable de su condición estética. Un agujero que puede cerrarse con el tiempo pero siempre será testigo de haber compartido espacio con otra cosa. La relación entre dos cuerpos que aprenden formas y manías que se mantienen una vez separados”. Es lo que se le plantea al público a lo largo de la exposición planteada por esta graduada en Arte por la UPV y Máster en Investigación y Creación en Arte (2015), también en la universidad vasca.
Su trabajo se ha expuesto en lugares como el Guggenheim Bilbao, el centro cultural de Noain, Ertibil, Okela AMP, Fundación BilbaoArte y en la Muestra de Arte Joven de La Rioja, recibiendo un tercer premio con Transformación de poesía. Ahora, su nueva producción se puede ver en la capital alavesa de la mano de una convocatoria de ayudas en la que también se distingue a Paula Huarte, Mikel Otxoteko y Javier Rodríguez-Curiel.