Ha llovido lo suyo desde Aquellos polvos. Con aquel montaje, Idoia Ayestarán y Emilio Fernández de Pinedo iniciaban el camino de Panta Rhei, un nuevo grupo de teatro nacido en la escena alavesa que tomaba su nombre del todo fluye de Heráclito. Hoy, 35 años después de aquellos primeros pasos, la compañía celebra este importante aniversario en “un momento de serenidad muy activa”, con mucho movimiento presente y futuro.

‘Naturaren Sekretua’. | FOTO: CEDIDA

“Artísticamente estamos en el mismo lugar pero con un salto cualitativo. Seguimos en la investigación"

“Comenzamos sin ningún manual. Íbamos encontrando pistas”, recuerda Ayestarán. “Fuimos en muchos momentos a ritmos diferentes a lo que estaba establecido. Nos alejamos de muchas situaciones que no iban con nuestra forma de sentir y de pensar. Pero eso no era fácil”. Para nada. Aún así, aquellos desafíos fueron fortaleciendo el proyecto e hicieron que el grupo, en realidad, fuera pionero en cuestiones que hoy están en boga. “En los años 90, por ejemplo, nosotros estábamos hablando de lo que hoy se denomina mediación. Estábamos en esos espacios en los que todavía nadie se atrevía a entrar, en los que estaban los colectivos desfavorecidos, en los que hacía falta aportar herramientas. Eso, entonces, no estaba valorizado y apoyado como ahora”.

‘Auzokideak’. | FOTO: CEDIDA

Decidió poner en marcha BideArt Eszena Zigoitia, un programa de dinamización de públicos a través de las artes escénicas en el medio rural

Por eso, “después de esta escuela de vida, de aprendizaje”, se subraya la palabra serenidad. Un estado en el que Fernández de Pinedo está centrado en la dramaturgia y en la escritura de guiones, así como en el desarrollo de proyectos, mientras que Ayestarán dirige sus fuerzas a la gestión y la viabilidad, a la definición, desde la práctica, de todos los procesos creativos. Eso sí, todo esta relacionado y entrelazado. “Cada cual está aportando desde la experiencia, sabiendo que cuando hay entendimiento, dos es más que uno. Y nos está dando muy buenos resultados”.

‘Corre payasa corre’. | FOTO: CEDIDA

En este presente, “seguimos fuertes” en esa idea que ya estaba en la base desde el comienzo: “queríamos cambiar lo que nos rodeaba”. Esa “autenticidad” propia de la juventud, esa “cierta locura” que “cuestionaba también lo dominante” llevó a la compañía a querer aportar algo que fuera diferente. “Artísticamente estamos en el mismo lugar pero con un salto cualitativo. Seguimos en la investigación y en lo que considerábamos desde los años 80 los nuevos lenguajes. La búsqueda expresiva sigue. Entonces no éramos actores ni titiriteros. Estábamos en un terreno de nadie. Pero teníamos el ímpetu de llegar a donde estamos, un lugar que hoy sí está tan reconocido”. Por eso ahora, “estamos de recogida” de lo sembrado.

‘Alaia’. | FOTO: CEDIDA

La apuesta por el medio rural

Fue en un festival de teatro celebrado en Cuba en 1996 donde la compañía se encontró con un grupo sueco que terminó por configurar la apuesta que Panta Rhei estaba poniendo en marcha. Poco a poco, el grupo estaba abandonando los montajes para adultos y había empezado a trabajar con títeres, herramienta que le estaba llevando a centrarse en el llamado público familiar. Los creadores Nils Personne e Ylva Varick dejaron su huella en ese instante.

‘Izarren hartza/La osa estelar’. | FOTO: CEDIDA

Fue un punto de inflexión determinante. Igual que el día en el que la formación, tras tener su sede en calles como Nueva Dentro o barrios como Zaramaga, decidió ir más allá de la urbe y poner en marcha BideArt Eszena Zigoitia, un programa de dinamización de públicos a través de las artes escénicas en el medio rural.

‘Astokillo’s circus’. | FOTO: CEDIDA

De eso han pasado casi tres lustros que “nos han regalado una gran experiencia”, además de un traslado de sede a Murua. Con BideArt se ha hecho un “trabajo hermoso” que ha generado además dinámicas que están yendo más allá de la iniciativa. “Al final, cuando agitas de alguna manera a la comunidad, llega un momento en el que puede andar sola y puede encontrar sus espacios y hacer sus programaciones. Es una maravilla”. La apuesta, además, ha ido incorporando nuevos ciclos como Mujeres que Cuentan, que en este 2023 se ha descentralizado para llegar a otros municipios. “Ha sido todo un éxito. Hemos estado en centros sociales pequeños que estaban hasta arriba, contando además con personas que sabemos que no acuden al teatro”.

‘Helen’. | FOTO: CEDIDA

Nunca acomodarse

Tanto en esta parte de la actividad de Panta Rhei como en el resto de cuestiones que ha desarrollado, lleva a cabo y plantea hacer el grupo, la base siempre es la misma: “escucha, prueba, sal del ciclo en el que estás, no te acomodes...

Aún con todo, hay que andar con cuidado porque siempre hay una inercia que tiende a hacerte pensar que estás consiguiendo las cosas. Malo”, recomienda Idoia Ayestarán.

En este escenario, “al público lo vamos a seguir mimando, pero no nos vamos a olvidar de los artistas. Vamos a ver qué pasa con los espacios creativos para ellos y ellas, cómo potenciamos una posible relación con pequeñas estructuras de creación, no solo con los ciclos y programaciones. ¡Hay tanta y tan buena creación que no sale!”, lamenta Ayestarán. “Después de 35 años estamos en ese lugar de entendimiento de lo que es ser más joven y necesitar apoyo”.

Ese acompañamiento se quiere potenciar mientras se siguen cimentando producciones propias y se desarrolla BideArt. En el primer caso, ya hay un nuevo trabajo en proceso del que se tendrán noticias pronto puesto que se quiere establecer una nueva relación con la sociedad en su conjunto.

En el segundo, la idea es expandirse por el mapa, llegar a más municipios. Además, se mantiene la intensa actividad en Aurum Etxea, espacio ubicado en Murua que sirve como lugar de encuentro y aprendizaje para grupos reducidos de personas. Todo ello sin olvidar la participación en otros proyectos como el del Beñat Etxepare, con el que se está haciendo una gira por cinco escuelas de Álava.

Todo suma y enriquece. También esa implicación con el sector que marca el camino de la compañía desde hace años. “Siempre hemos creído y creemos en la tarea asociativa. Estamos en todas las asociaciones posibles, porque sabemos que es necesario, aunque esa labor también conlleva mucho trabajo. Pero es necesario estar ahí”, mirando al presente y el futuro de la cultura.

Lo más inmediato

La base siempre es la misma: “escucha, prueba, sal del ciclo en el que estás, no te acomodes..."

Después de 35 años, Panta Rhei es consciente de que “estamos en esos espacios en los que queríamos estar”, que el grupo sabía que “podían ser especiales”. Por delante, a la compañía le espera una larga e intensa gira con Izarren hartza, tomando el relevo a la ya de por sí completa agenda de 2023 con una propuesta en la que arte y naturaleza están volviéndose a dar la mano. “Está gustando mucho. El handicap es la furgoneta y los kilómetros, que se van notando”, sonríe Ayestarán.

En esa mirada al futuro, también están las nuevas generaciones que forman parte del proyecto. “Somos lo que somos pero estamos muy abiertos a las nuevas miradas de las personas más jóvenes que forman parte del equipo”. El relevo, cuando llegue, se producirá de manera natural. De momento, eso sí, toca celebrar estos 35 años, aunque vaya a ser con un poco de retraso. Se hace trabajando, por supuesto, pero también con la mente puesta en una fiesta que se producirá en 2024 coincidiendo con el próximo solsticio de verano. Se quiere reunir en Murua a quienes, de una manera u otra, han estado vinculados a Panta Rhei a lo largo de estos tres decenios y medio. “¡Hay que celebrar las cosas!”. Eso siempre.