Justo acababa de cumplir los 45 años. Pocas semanas antes, su nuevo grupo, Stone Keys, había publicado el disco Vemon. Aquel 6 de agosto de 2013, el guitarrista gasteiztarra Raúl Aransáez se encontraba desarrollando su otra faz, la de hostelero.
En su Compay, en el conocido bar de Reyes de Navarra, se encontraba haciendo algunos arreglos cuando empezó a sentirse mal. Las seis cuerdas se quedaron en silencio. Este viernes, diez años después, su memoria y huella siguen más que presentes tanto entre los más cercanos como entre el público.
Un claro ejemplo de ello es la celebración cada otoño –con el paréntesis de la pandemia, eso sí– del Raúl Aransáez Rock Festival (RAR Festival), una apuesta que organizan de manera desinteresada y voluntaria personas muy cercanas al músico vitoriano.
Este año, como ya publicó este periódico, la cita se producirá el próximo día 28 en el Urban Rock Concept, aunque desde este mismo viernes 20, el recuerdo va a estar más que presente con una exposición fotográfica instalada en el mismo Compay.
Algunas imágenes familiares e íntimas de Aransáez acompañan al más de medio centenar de instantáneas realizadas por el bajista y fotógrafo Julio César Romero Julius a lo largo de las diferentes ediciones del RAR, capturas de momentos, personas, conciertos, expresiones, sentimientos... que a lo largo de este tiempo se han producido entorno a la figura y el recuerdo del guitarrista vitoriano.
El conjunto se completa con un retrato de familia realizado por Stuart MacDonald en la primera edición del festival con la mayor parte de los músicos que tomaron parte en Reverendo Parker, la banda de toda la vida de Raúl.
Un collage de vida y sonidos
El más de medio centenar de fotografías realizadas por Julio César Romero –autor de proyectos fotográficos ya conocidos como Body and soul.
En clave de femme– se presentan como un collage de momentos compartidos en las distintas ediciones del certamen, una mirada que se adueña durante estos días de una de las paredes del Compay, que hasta ahora acogía unas cuantas guitarras y otros materiales.
“A Raúl le echamos mucho de menos. Cada dos por tres, hablamos de él. El paso del tiempo nos está dando un poco de alivio en el sentido de que seguimos notando su falta pero no está tan presente ese pesar del principio. Es algo natural”, apunta el músico y fotógrafo.
“El festival en su recuerdo es una excusa para juntarnos y disfrutar con él de lo que amaba, la música”. Lo cierto es que en las siete ediciones ya realizadas se ha contando con la participación de bandas importantes, también en la escena internacional.
Todo ello llevado a cabo por personas que aportan de manera voluntaria, a las que les mueve el recuerdo a Aransáez y solo eso, aunque el trabajo para realizar cada edición, también con las actividades paralelas que se organizan, es bastante importante.
“Seguramente lo fácil y lo cómodo hubiera sido montar una primera edición y ya. Y mantener la comida que se sigue haciendo cuando llega la fecha de su cumpleaños. Pero hay unos cuantos cabezones en el núcleo duro de esta historia”, sonríe Julius.
Claro que en este 2023, cuando se conmemoran estos primeros diez años del fallecimiento de Aransáez, se ha querido llevar a cabo también esta exposición paralela, este diario visual en blanco y negro construido por Julius en las ediciones vividas hasta el momento.
Hay imágenes de la parte, por así decirlo, social, tomadas en cada certamen durante el día, cuando se comparten aperitivos del festival como marchas moteras o conciertos gratuitos en bares.
“Espero que nadie se enfade por no aparecer”, dice el autor con una sonrisa. Y, por supuesto, hay fotografías de conciertos y de las bandas que han tomado parte en los distintos carteles. “Procuro reflejar ese instante de energía, de actitud” de los músicos en plena actuación. Así se puede ver desde ya en el Compay.
