"Josu Urrutikoetxea es un militante fanático”. Estos son los dos únicos apelativos que Jordi Évole y Màrius Sánchez, codirectores del documental No me llame Ternera, han dedicado al histórico dirigente de ETA, que centra gran parte del audiovisual que este sábado ha inaugurado la sección Made in Spain del Zinemaldia, bajo una enorme expectación a causa de voces críticas que, sin haber visto la película, pidieron al Festival que la retirase de la programación. La expectación también se ha notado en la sala de prensa del Kursaal, en la tarde de es sábado, al encontrarse anormalmente abarrotada por periodistas y curiosos, ante la comparecencia de Évole y Sánchez, que ha transcurrido con suma tranquilidad.
Los responsables de No me llame Ternera han lamentado que el “ruido” generado por su propuesta haya ensombrecido la presencia de autores consagrados como José Antonio Baiona, Fernando Trueba e Isabel Coixet. “Nos hubiese gustado hacer menos ruido”, han comentado los realizadores, antes de confesar que, sí, que debido al “espinoso” tema que iban a tratar no descartaban algún tipo de reacción, pero “no tanta”. “El comunicado [de 500 firmantes en contra del documental] ha marcado la agenda”, ha subrayado Évole, que hubiese preferido que el trabajo se hubiese visto antes de que nadie emitiese una opinión preventiva.
Sánchez, colaborador habitual del periodista catalán, ha comentado que el proyecto, desarrollado por Producciones del Barrio y adquirido por Netflix –estrenará el documental en su plataforma el 15 de diciembre–, comenzó a gestarse hacia 2020, con idea de que viese la luz en fechas cercanas al décimo aniversario del cese de la actividad armada de ETA.
La investigación les llevó a ponerse en contacto con el entorno de Josu Urrutikoetxea que, en un inicio, les negó en varias ocasiones la posibilidad de entrevistarle. Al final accedió y, según han explicado los autores, no puso ningún tipo de condición. “De lo contrario no hubiese habido entrevista”, ha zanjado Évole ante la pregunta de una periodista. Desde un inicio quisieron dejar claro que este audiovisual no iba a ser “un homenaje”, sino que se centraría en los 50 años en activo de ETA y en la implicación en el grupo terrorista del que también fue parlamentario de Euskal Herritarrok. Todo ello, con un objetivo de impedir un proceso de amnesia colectiva, han aclarado, que está haciendo que los jóvenes desconozcan cuestiones como quién fue Miguel Ángel Blanco y quién lo asesinó, Francisco Javier García Gaztelu, Txapote.
La entrevista a Urrutikoetxea, en libertad condicional en Francia a la espera de ser extraditado al Estado español para ser procesado por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza de 1987, se llevó a cabo en mayo de 2022. El bruto de la grabación –fueron tres jornadas en las que el histórico dirigente de ETA estuvo acompañado por su abogado– tiene una duración de nueve horas, aunque tras un año de montaje ha quedado en apenas 120 minutos.
Durante esa conversación, Urrutikoetxea confesó su participación en el atentado que resultó en el asesinato del alcalde de Galdakao, Víctor Legorburu. Al ser información que desconocían, el equipo de documentación y de guion se puso en marcha hasta descubrir que el que fuera su escolta, el guardia municipal Francisco Ruíz, había sobrevivido al atentado. Así, en mayo de este mismo año, entrevistaron a esta víctima, documento que abre y cierra el audiovisual.
“Menos mal que a Urrutikoetxea no le ha gustado el documental”
“No puedo tener una opinión personal muy formada sobre una persona a la que prácticamente no conozco”, ha comentado Évole, a lo que Sánchez ha definido a Urrutikoetxea como un “militante” y un “fanático” que durante la entrevista evidencia con sus argumentos que anteponía la lógica de ETA a cualquier otra cuestión.
En cuanto a sus impresiones sobre la conversación, el entrevistador catalán ha confesado que hubiese deseado “un lenguaje más conciliador” por parte del entrevistado. “Está claro que Josu Urrutikoetxea habla más para dentro que para fuera: para los presos y para los militantes, lo que anula la posibilidad de que haya un discurso conciliador. Creo que no quería hacer una enmienda a la totalidad. De hecho, en la izquierda abertzale ha habido una cierta cobardía a la hora de decir todo lo que se piensa para no acabar siendo también un disidente”, ha concluido Évole.
Ante la pregunta sobre qué opinan sobre las declaraciones de Urrutikoetxea expresadas ayer viernes en una entrevista en el diario Berria, en las que aseguraba que el corte final del documental no era lo que él esperaba, Évole ha ironizado: “Menos mal que no le ha gustado, porque si le llega a gustar no sé qué hubiese dicho según quien”. “Al menos ha visto el documental. Su opinión ha sido que no era lo que esperaba, no tengo ni por qué replicarle. Es su opinión y me parece muy bien que la exprese”, ha precisado.