Creadores, pero también gestores. Primero en el desaparecido Cortada y desde hace dos años en el Festival Internacional de Cortometrajes iCOFF-Gasteiz, Sonia Pacios y Kepa Sojo tienen claro la necesidad de contar con puntos de encuentro de relevancia como la propuesta que desarrollan junto a Fundación Vital y no solo pensado en el público, que también. “Dentro de todo lo que está pasando en el audiovisual alavés, nos parece muy importante que haya un certamen asentado que apoye a todos esos nuevos creadores que van saliendo. Es una pata muy relevante”.
En este sentido, ambos recuerdan la larga lista de nombres que han tomado parte en las iniciativas que ellos comandan y que ahora están triunfando como Paul Urkijo, Estibaliz Urresola Solaguren y David Pérez Sañudo, entre otras personas. “No solamente hay que apoyar los rodajes, que se está haciendo desde las pequeñas ayudas que están dando la Diputación Foral de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria a los cortometrajes y al desarrollo de proyectos; es también esencial que haya un festival con un marco internacional que apoye a todos los creadores que salen de aquí”.
Es su empeño, sabiendo además que los certámenes de cortometrajes son un caldo de cultivo muy interesante en diferentes sentidos. “Las dinámicas y las formas son diferentes. Son cercanos, tienes mucha relación con mucha gente, convives más. Y siempre salen proyectos de esos momentos de encuentro”, más allá de que “nos gusta aglutinar; además a nosotros, por edad, nos ven casi todos como los patriarcas”, sonríen.
Pasos por dar
Con todo, a la hora de mirar la situación del audiovisual en el territorio alavés, Sojo y Pacios tienen claro que hay un camino importante que se ha hecho y cuyas consecuencias se están reflejando en títulos como Irati, 20.000 especies de abejas y Ane. Señalan además el amplio abanico de intérpretes, técnicos, productoras... que se ha conformado a lo largo de los años. “Hemos llegado a un momento en el que ahora buscas a gente para trabajar, y está todo el mundo rodando”. Con todo, es evidente que la situación dista de ser la ideal.
“No tenemos una industria audiovisual asentada en este territorio porque, entre otras cosas, es muy difícil. Sí que hay varias empresas que además funcionan muy bien como Sonora, Kinoskopik… Y se está creando poco a poco una industria que tanto necesitamos. Pero, por ejemplo, tampoco las ayudas públicas al audiovisual llevan tantos años de funcionamiento, y este tipo de apoyos necesitan un tiempo para poder asentarse”. Aún así, “aunque puede que sea complicado, lo vamos a conseguir. La gente quiere quedarse, vivir y rodar aquí. Tenemos actores y actrices, personal técnico, empresas y productoras de primerísimo nivel”.
Ambos son un claro ejemplo de ese camino desde Álava. Salvo Ronda de Poniente –por razones obvias por la temática tratada en el corto– todos sus proyectos se han rodado en tierras alavesas. En ese marco de apostar por trabajar desde aquí también está la labor en los festivales. Ellos dejaron Cortada después de muchos años porque querían realizar un planteamiento de crecimiento que se encontró con problemas. El festival terminó por desaparecer el año pasado sin que se sepa si regresará. Su adiós “lo vivimos con pena”, más allá de que tienen claro que tomaron la decisión acertada al salir e impulsar el iCOFF-Gasteiz.
“La primera edición estuvo bien, pero la segunda, la que hemos vivido este año, ha sido una pasada. Hemos flipado con la de gente que ha venido, y con la repercusión que hemos tenido en prensa y en redes”, describen, al tiempo que subrayan la alta participación en los coloquios y el entusiasmo de espectadores e invitados, varios de ellos de gran relevancia como Juanjo Giménez, ganador de la Palma de Oro de Cannes. “El corto es cine y, además, cada vez gusta más” recuerdan Pacios y Sojo.