En una sociedad en la que se escucha música de manera muy individual –cada persona con sus cascos y aislada de la que tiene al lado–, en un momento en el que se supone que todos los sonidos están metidos en un teléfono móvil aunque en realidad casi nadie sale del mismo espectro reproducido en bucle, entender la cultura como algo para vivir y descubrir de manera compartida, en comunidad, parece sonar extraño. Incluso revolucionario. Es la apuesta, sin embargo, que desde hace un lustro viene haciendo en la capital alavesa el colectivo Zuretzako Mezua.
“Nos encontramos con mucha gente sorprendida de que haya personas jóvenes haciendo algo así, además con estos sonidos”, reconocen sus componentes. Es la música jamaicana la que guía los pasos de su camino –especialmente se mira a la de los años 60–, aunque el abanico no tiene problemas a la hora de abrirse, para empezar, a toda la música negra de los 50, 60 y 70. Al fin y al cabo, en un grupo tan heterogéneo, hay gustos e influencias que miran a muchos lados, también por ejemplo, al punk o al techno.
Reggae, rocksteady, ska, 2 Tone... “queremos dar a conocer una música que tiene mucha relación con la que hemos escuchado en Euskal Herria durante muchos años” explican Gontzal Alba, Oihane Avelino, Imanol Suberviola, Iker Zurbano, Igor Betolaza, Unai Marcos, Markel Oleaga y Mikel Buruaga, parte de un colectivo que en estos momentos reúne a una docena de personas, aunque sus puertas siempre están abiertas a nuevas incorporaciones. También las que tienen en las redes sociales (en Instagram, por ejemplo, @zuretzakomezua).
De cara al exterior
Tras el parón lógico de la pandemia, el colectivo ha recuperado su marcha habitual con las tres propuestas que suelen marcar su agenda. Es aquí donde la filosofía del grupo cobra todo su sentido. “Más que hacer pedagogía, lo bueno es que vienes a una pinchada o un a concierto y puedes descubrir música nueva que sientes que te puede aportar algo. Eso es lo que buscamos, más que enseñar como tal, que la gente pueda disfrutar de cosas nuevas. O que venga, escuche un tema que le llegue y nos pregunte”.
Esas pinchadas protagonizadas por los miembros del colectivo son las que se vienen dando desde los primeros pasos del proyecto. Del Casco Viejo a Judimendi, de Gasteiz a Kanpezu, de Álava a otros territorios cercanos... la cuestión es no parar. Por ejemplo, hoy a la tarde la cita será en Hala Bedi Taberna. Mañana, a partir del mediodía, en Hell Dorado, donde actuarán los italianos The Magnetics y el colectivo también hará de las suyas. Habrá más en los próximos meses, aunque ya se tiene apuntada en la agenda la que se producirá el 7 de agosto en el Jardín de Falerina, un día después de la celebración de la independencia de Jamaica.
En paralelo, un miércoles al mes se producen en el Gaztetxe de Gasteiz Plater Irekiak, es decir, sesiones de platos abiertos en las que cualquier persona puede acudir para, siempre utilizando vinilo, pinchar. La más inmediata se va a producir este día 26. Quien quiera puede acudir por supuesto a escuchar pero también a ponerse a los platos, como en una cita de micrófono abierto. Solo hay que apuntarse en una lista y cuando llegue el turno, ofrecer una sesión de 20 minutos. “Se suele oír de todo y eso es lo guapo de la historia. Es una iniciativa que nació con la idea de ampliar el mundo del vinilo y también para animar a que salieran nuevos Dj. Se ha convertido en un momento en el que la gente viene mucho a dejarse sorprender. La gente aprecia mucho esta idea porque estás cambiando de palo cada poco tiempo y puede escuchar muchas cosas que no conocía”.
A todo ello se une la organización de conciertos. Es lo que más cuesta puesto que al fin y al cabo todo el trabajo del colectivo se hace en las horas libres que dejan trabajos y estudios. Pero aún así, todo termina saliendo adelante, como quedó patente a principios del pasado mes de febrero con las actuaciones en la capital alavesa de Judge Dread Memorial y The Moskito Bite.
Desde hace cinco años
Todo ello es resultado de un camino que se inicio hace cinco años, de la mano de cuatro personas que empezaron a dar forma a la propuesta y a organizar citas mes a mes. “Se quería hacer algo de movimiento en torno a la música jamaicana en Gasteiz porque no había nada”.
Las pinchadas fueron la tarjeta de presentación. Se fueron sumando bares a la causa. “Siempre nos hemos encontrado con gente muy receptiva. De hecho, nos llaman, más que ir nosotros a preguntar si podemos hacer una”. Por supuesto, lo sucedido a partir de marzo de 2020 lo paró todo. De la situación sanitaria, el colectivo salió con la idea de coger más fuerza, para lo que se llevó a cabo una asamblea abierta que sirvió para sumar a más personas implicadas, hasta llegar a la docena que de manera habitual lleva las riendas de un grupo siempre dispuesto a recibir a más gente.
En realidad, son personas de diferentes perfiles personales y profesionales. Pero a unos y a otras les une el “sentimiento de crear algo y ver cómo a la gente le gusta mientras tú también disfrutas”, apuntan quienes también describen que “es una pasada ver todos los proyectos que hemos puesto en marcha y cómo están funcionando ahora”.
Se trata también de crear conexiones hacia fuera, puesto que la organización de eventos también les lleva a los componentes del colectivo a ciudades como Donostia, Bilbao e Iruña y hace que gente de estos y otros lugares vengan a Vitoria cuando se organizan eventos. Nadie pone dinero por estar en el colectivo. Este funciona con lo que se obtiene de las pinchadas, así como del merchandising (camisetas y chapas) que tienen disponible.
“No hay metas como tal, pero sí tenemos una lista en la que apuntamos las pedradas que vamos teniendo, cosas que vemos imposible de hacer pero que resulta que con el paso del tiempo vamos consiguiendo”. Todo ello mientras las visitas a las tiendas de vinilos son constantes. “Nos conocen por nombre y apellidos”. Y que dure.