Multifacética e incansable, Maika Makovski es desde hace tiempo y por derecho propio una de las creadoras más importantes e interesantes del panorama actual. Se lo ha ganado a pulso y con mucho trabajo, más allá del talento que atesora. Por suerte, Hell Dorado ha sido testigo de ese recorrido y por ello, artista y sala se reencuentran este sábado 12. “Siempre voy a Vitoria y espero siempre, siempre, ir”.

¿Ve cerca las vacaciones con alegría o le fastidia un poco que se acabe la gira de su último disco?

Ni una cosa ni la otra. Vacaciones no va a haber porque ya estamos planeando disco nuevo. Pero es cierto que cuando se va acercando el final de una gira tan catártica como esta, en todos los buenos sentidos, sí que te entra un poco de morriña anticipada. Realmente está siendo una gira muy especial. Estamos muy a flor de piel y eso se está reflejando muchísimo en los conciertos.

Pero tendrá ganas de no ver unos días a esos cuatro compañeros de viaje que ha unido a su camino...

No te creas, le tengo cariño a mi banda (risas). No hago música de fórmulas, eso es algo que creo que es evidente en mi trayectoria. Claro, en ocasiones te falta un poco el aliento pensando: ¿por dónde tiro ahora?. MKMK es toda una celebración que no sé hasta qué punto va a continuar en lo próximo.

En su anterior visita a Hell Dorado con este disco decía que el álbum estaba hecho para tocarse en directo sí o sí, a pesar de la situación sanitaria. Lo cierto es que su agenda no ha parado. ¿Satisfecha ahora que llega la despedida de este trabajo?

Sí, sobre todo después de que pasaran las restricciones. Ese día de hace un año que estuvimos en Hell Dorado fue una especie de apertura de ojos muy grande a lo que tenía que ser un concierto y casi se nos había olvidado. Nuestra primera actuación con la actual banda fue con la gente sentada, a distancia y con mascarilla. Nos acostumbramos a eso. Claro que sentimos la energía de la gente, pero no era lo mismo. En Hell Dorado hace un año fue recuperar muchas cosas. Y desde entonces hemos vivido muchas noches increíbles, con todo el mundo cerca, sudándose encima (risas). Cada vez la banda está más engrasada. De hecho, somos pura grasa ahora mismo (risas).

De Hell Dorado debe tener un juego de llaves, ¿no?

Tengo el carnet de Maika Helldorovski, con el número 666 (risas). ¡Y esto es verídico!

Todo concierto es especial, pero es verdad que con esta sala y con Juan Uriarte tiene una relación especial desde hace años.

Siempre voy a Vitoria y espero siempre, siempre, ir. De hecho, tocar en Hell Dorado este sábado en el final de esta gira fue petición expresa mía. Con los años, con nuestra evolución, con la relación con Juan, con el espacio y con la ciudad, Vitoria, de alguna manera, se ha hecho mi casa. Se ha generado algo muy especial que es algo que no pasa en todos los lados. Y esa relación es algo que me apetece cuidar y homenajear todo lo que pueda.

Aunque este disco no salió hasta 2021, en realidad lleva hecho mucho más tiempo. ¿Qué será lo próximo y cuándo llegará?

Mi cabeza siempre está en varios sitios a la vez, hasta que llega un momento en el que hay que tomar decisiones. Un disco siempre es un viaje, además no lineal. Me lo estoy pasando tan bien con esta banda y estoy disfrutando con ellos, que una de las partes de mi cabeza está en hacer otro disco eléctrico y hacerlo esta vez con ellos. Pero hay como mil ideas aquí dentro. Ya veremos (risas).

Ese próximo trabajo será el noveno de su carrera. Después de tanto camino, el nivel de autoexigencia tiene que estar disparado.

Para estar en cualquier cosa que sea artística hay que ser algo cabezota. Yo es que siempre quise hacer música. Es así de sencillo. He pagado todos los peajes posibles, he pasado por todas las situaciones imaginables, he tocado en todos los tugurios que existen, me han pasado cosas increíbles y, al final, todo ha sido para bien.

Bueno, aunque diga que no va a tener muchas vacaciones y teniendo en cuenta que le interesan muchas más cosas que la música, en el tiempo libre...

(Risas) Pues me pillas ahora mismo en casa, fuera, pintando ahora mismo dos cuadros de unos 70 por 1 metro 20. En mi mesita de noche debe haber unos 40 libros que me estoy leyendo. Y suele caer una película por día. No sé cómo, pero de alguna manera me da tiempo a todo (risas). Tengo tantas cosas a las que me gustaría dedicar tiempo, que no me da. Es que me disperso un poco, me temo. Hay muchos placeres. Es que me gustaría incluso estudiar una carrera.

¿Y eso?

Es que hay varias cosas que me interesan. El concepto de Humanidades de las universidades norteamericanas es algo que me gusta porque te permite que te construyas tu propia carrera, por así decirlo. Pero aquí no existe esa idea. Así que tendría que ser algo relacionado con la literatura universal.