Todo surgió como un proyecto de crowdfunding y, finalmente, se ha convertido en una película documental de hora y media de duración que analiza cómo surgió, qué fue y a qué problemáticas se enfrentó Gesto por la Paz, desde 1985 hasta su disolución en 2012, un año después de que ETA anunciase el cese definitivo de su actividad armada. El lasartearra Xuban Intxausti ha sido el encargado de dirigir este largometraje que incluye multitud de material de archivo, así como entrevistas a antiguos miembros del movimiento filmadas en el cine Modelo de Zarautz, “en un ejercicio memorialístico”.

Isabel Urkijo y Xuban Intxausti, productora y director del documental ‘Gesto’, que ayer se presentó en el Zinemaldia. RUBEN PLAZA

Entre las personas que narran su experiencia en Gesto se encuentra Isabel Urkijo, que actúa también de productora del largometraje, y que agradece, en palabras a este periódico, la labor que ha hecho el director, en primer lugar, dejando atrás “cualquier tipo de prejuicio” que pudiera tener hacia la organización, y, en segundo, por construir un relato de lo que fue Gesto por la paz. “Yo nunca milité en Gesto, pero mi padre, que fue miembro de Elkarri, ya me había dicho que había hecho una labor muy buena. Me encontré con una organización que había hecho un trabajo estupendo”, explica el cineasta, que cuenta con una gran experiencia en el rodaje de documentales sobre derechos humanos y que tras este trabajo ha llegado a la conclusión de que Gesto fue “un faro ético para la sociedad”. “Matar estaba mal y cada vez que había un asesinato, había una concentración, ya fuese un asesinato de ETA, uno del GAL o también cuando moría un presunto terrorista de ETA. Fue un goteo ético que consiguió que muchísima gente dejase de justificar la violencia”, resume el lasartearra, aunque lamenta que “también hubo muchísima gente que se quedó en casa, en silencio”. “Habría que preguntarse por qué en este país, hay algo tan sencillo y tan básico como posicionarte en contra de la violencia, no lo hicimos”.

Intxausti ha querido mostrar “los hechos”, algo que pudo conseguir gracias a que los miembros de la organización habían documentado todas las informaciones publicadas en medios escritos y audiovisuales sobre ellos: “Me dije que la clave tenía que ser ver qué dijo Gesto y cuándo lo dijo. Eso es algo objetivo”. Siguiendo las fórmulas del true crime, las noticias sirven para facilitar el “contexto del relato”.

Un movimiento “incómodo”

Urkijo añade que la idea documental viene desde el año 2016, cuando surgió el movimiento Gogoan, por una memoria digna. “¿Por qué un documental? Porque es una herramienta muy práctica para la divulgación. Pensábamos que la experiencia de Gesto era muy válida para generaciones posteriores. Gesto por la Paz se hizo un hueco y fue ampliándolo, en una calle dominada por expresiones de violencia”, comenta, para después añadir que en la actualidad, donde la “intolerancia sigue presente”, los valores que practicaron, y por los que fueron señalados y confrontados, “ahora pueden ser un ejemplo para jóvenes que quieran mejorar la sociedad”.

“Siempre he pensado que Gesto fue una organización incómoda”, expone Urkijo, al tiempo que añade que la única manera de cambiar la sociedad es “saliendo de la zona de confort”, como hicieron estos activistas al significarse, “cuando mucha gente no lo hizo”. “No solo es que la izquierda abertzale estuviese disconforme con lo que hizo Gesto, sino que una inmensa mayoría de la gente no hizo nada, se quedaron el sofá”, afirma la productora que defiende la “pluralidad” y la “variedad” ideológica de los asociados: “La ideología quedaba a la puerta del local, cuando entrabas asumías unas líneas rojas, que eran los derechos humanos”.