Hay personas que tienen facilidades para aprender un idioma y otras a las que les cuesta horrores comunicarse y adquirir conocimientos en otra lengua. La falta de paciencia, ponerse metas poco realistas, el haber tenido una educación deficiente en esta materia o no escuchar lo suficiente son algunas de las trabas que frustran el estudio de un nuevo lenguaje. Pero la principal dificultad, como en otros tantos ámbitos de la vida, es no disfrutar del aprendizaje. “Aprender un idioma tiene que ser un juego. Cuando jugamos y experimentamos, estamos felices, a gusto, y aprendemos todo mucho mejor y de forma más inconsciente”. Bajo esta premisa, la artepedagoga y arteterapeuta Astrid Oster lleva nueve años impartiendo clases de inglés y alemán a personas de todas las edades en el espacio de creatividad 21 Kolore del Casco Medieval.

Astrid Oster lleva nueve años impartiendo clases de inglés y alemán a personas de todas las edades en el espacio de creatividad 21 Kolore del Casco Medieval. Josu Chavarri Erralde

El objetivo es “conectar con el idioma a través del juego” mediante talleres creativos y juegos comunicativos. Los alumnos de Oster se sirven de la pintura creativa, la arcilla, los collages y las construcciones para, además de expresarse libremente en el mundo de las artes; “sin juicios ni interpretaciones”; instruirse y potenciar un nuevo idioma. Un concepto de arte que desmonta la rigidez de los modelos existentes y “fortalece la autoestima”, salvaguarda la identidad cultural y propicia el pluralismo, el reconocimiento y “el respeto por los otros”. Así, por ejemplo, los menores adquieren conocimientos en inglés y alemán mientras crean arte y se divierten, alejados de la severidad de la gramática pura y dura. “Aprenden el idioma usándolo oralmente en la actividad y escuchándolo. Relajados y sin tensiones”. Posteriormente, se refuerza con juegos de mesa adaptados a todas las edades “para introducir vocabulario nuevo jugando”. “Juego” y “experimentar” son las palabras más repetidas por Oster. Posteriormente, según la edad y los conocimientos, se profundiza más en la estructura gramatical del lenguaje.

Astrid Oster en uno de los espacios de su taller 21 Kolore donde imparte clases y sesiones basadas en la arteterapia y artepedagogía. | FOTO: JOSU CHAVARRI 2 Jordi Llorens

Más de 200 alumnos, desde niños, adultos y mayores, reciben clase anualmente en el espacio 21 Kolore de la calle Correría 101 que toma su nombre de “la paleta de colores básicos” que utilizan sus estudiantes. Actualmente y hasta el 2 de septiembre, el centro desarrolla las colonias de verano antes de dar inicio al nuevo curso escolar.

Para todos los interesados, habrá una jornada de puertas abiertas el próximo miércoles 14 de septiembre, bajo reserva previa, en la que de 18.00 a 19.30 horas se presentarán los contenidos y el material didáctico del curso, y, de 19.30 a 21.00 horas se ofrecerá una charla sobre la arteterapia.

La paleta de 21 colores que utilizan sus alumnos. | FOTO: JOSU CHAVARRI 2 Jordi Llorens

Terapia artística

El arte también puede convertirse en una gran terapia para la recuperación personal y curar trastornos psicológicos, miedos, bloqueos personales o traumas del pasado. Oster utiliza el método Lom (Pintura Centrada en Soluciones) como el PCI (Pintura Centrada en la Imagen) para “mejorar el estado de ánimo, bajar el nivel de estrés y liberar lastres pasados”. Y es que la pintura permite brotar las imágenes interiores y vislumbrar “nuevas perspectivas”. La especialista ayuda al paciente a “conectar con su sentir” y le acompaña para que “el sentimiento no se desborde” y “tome conciencia del mismo” de cara a ayudarle en su “autocuidado” y “bienestar personal”. “A través del dibujo salen inquietudes interiores que muchas veces no se expresan en la comunicación oral”. A lo largo de los años ha ayudado a personas “estancadas en vivencias pasadas” como, por ejemplo, abusos sexuales, luto por una muerte o accidentes de tráfico, entre otros.

Oster utiliza el método Lom (Pintura Centrada en Soluciones) como el PCI (Pintura Centrada en la Imagen) para “mejorar el estado de ánimo, bajar el nivel de estrés y liberar lastres pasados”. Josu Chavarri Erralde

No hace falta tener conocimientos de pintura para realizar esta terapia. “El objetivo es experimentar sin presión. Aquí no hay trabajo bueno o malo, ni juicios ni interpretaciones”, explica Oster. La alemana, afincada en Vitoria, realiza colaboraciones con varias asociaciones como Aspasor, Ascudean y Aresbi, así como con niños con necesidades educativas especiales por el beneficio que les aporta la arteterapia. Una disciplina que, lamentablemente, “no está desarrollada” en nuestro entorno y que se emplea en hospitales, centros de día y ambulatorios de países tales como Alemania, Suiza y Estados Unidos desde hace más de 50 años.