Propuestas multidisciplinares en plena naturaleza para encontrarse con públicos de lo más diverso. En muy pocas palabras, con este objetivo se viene desarrollando el proyecto Naturaren Ispilua por parte del grupo alavés de teatro Panta Rhei. Cultura y naturaleza, ahí están los dos pilares básicos de una labor que el año pasado, por ejemplo, se tradujo en el montaje Naturaren Sekretua, que llenó todas sus representaciones y que, debido al gran éxito, se recuperará el próximo mes de septiembre.

Pero ahí no queda la cosa. De nuevo con el Parque Natural del Gorbeia como punto de referencia, la compañía estrena en julio Izarren hartza, una producción en la que títeres, intérpretes y músicos van a darse la mano los días 7, 8, 9 y 10. Las dos primeras jornadas las sesiones serán a las 18.00 horas. Las dos últimas, tanto a las 12.00 como a las 18.00 horas. Las entradas van a estar esta misma semana a la venta a través de www.teatropantarhei.com.

Como en la anterior ocasión, el punto de encuentro con el público –está recomendado para espectadores a partir de tres años– será la zona de aparcamiento de Murua. Justo al lado se encuentra un bosque, que será el escenario para las representaciones. En concreto se van a usar tres espacios cercanos entre sí a lo largo de la hora que dura la propuesta. De esta forma, se favorece también la itinerancia de la acción y de los presentes. Como es lógico, cada grupo será pequeño en cuanto al número de asistentes se refiere, así que viendo el éxito del año pasado, será bueno no dormirse mucho con la comprar de entradas.

A partir de ahí, quien acuda a conocer los entresijos de Izarren hartza se encontrarán con una “historia de animales” que habla de la vulnerabilidad, del coraje, del abandono, de la soledad, de la integración, de la amistad, de la biodiversidad y de la convivencia. “Es una obra que tiene muchos estratos”, explican Idoia Ayestarán y Emilio Fernández de Pinedo, mientras la protagonista del montaje, la osezna Irdin espera su turno para tomar vida.

Ella está sola. Busca su lugar en el mundo, una familia y una compañía que le ayuden a volver a situarse y encontrar un futuro. No es un camino sencillo, eso sí, porque en él se encuentra con quien la defrauda, sin perder de vista la presencia de la Loba Blanca, la otra protagonista de esta “experiencia escénica” casi sin texto que cuenta con música en directo. Sonidos en los que las canciones vascas –o partes de ellas– se convierten en fundamentales.

Es una producción “llena de emociones pero también cómica”, describen los dos fundadores de la compañía alavesa, una “innovadora” propuesta a la que dan vida unos títeres que están siendo diseñados y realizados por el artista Ariel García, a lo que se suma la labor de los intérpretes de teatro y música, así como el uso de obras de land art. Es una obra que tras su estreno de julio va a seguir camino por diferentes puntos ya que es una obra “versátil y adaptable a diferentes espacios naturales ya sean urbanos, periurbanos o rurales. Todas las localidades pueden acoger este espectáculo que se amolda a las especificaciones de cada parque, bosque o rincón verde”.

De momento, eso sí, está el estreno. La compañía sigue trabajando estos días en él, incluso a pesar de jornadas tan calurosas como las de la semana pasada. Y no perder de vista la reposición en septiembre de Naturaren Sekretua. E incluso está sobre la mesa, para 2023, proponer un montaje también en la naturaleza pero representándolo con el cielo a oscuras. Todo llegará.