Dice Jaime Sordo, responsable de Los Bragales, que aunque comenzó a adquirir arte en los años 70, no fue hasta 1982 cuando empezó a dar forma a esta colección. “Coleccionar no es comprar”, es también conservar, catalogar, estudiar y difundir, entre otras cuestiones. Y como apunta la comisaria María Toral, en el caso concreto de estos fondos, se podrían construir partiendo de ellos una y mil miradas diferentes, y, por lo tanto, infinitas exposiciones. Pero en este caso, ambos han querido fijar bien el objetivo, que no deja de ser otro que reivindicar y visibilizar a las creadoras, a mujeres de diferentes estilos, disciplinas, intereses y épocas pero que comparten el hecho de ser mujeres, además en el arte, con lo que eso significa, también para lo no tan bueno.

Aunque la presencia de autoras es mayor en la colección, en Sin cerradurasTodo es imposible mostrar, también por una cuestión espacial. “Hay que dejar que las obras respiren”, sonríe la comisaria mientras ve el resultado final del proyecto que se puede ver desde hoy en el Centro de Exposiciones Fundación Vital. Pinturas, esculturas, fotografías e instalaciones de firmas como las de Louise Bourgeois, Candida Höfer o Esther Ferrer comparten hasta octubre su estancia en la capital alavesa. “Cuando he entrado me he acordado de Virginia Woolf y su idea de la habitación propia. Veo en cada creación un espacio propio, un universo único”, explica la artista Naia del Castillo, presente en la muestra a través de dos de sus creaciones.

Como describe la comisaria, aunque se pueden hacer diferentes lecturas del recorrido propuesto, dos son los ejes temáticos sobre los que se ha planteado este trabajo. “Sus narrativas presentan una gran variedad de personalidades artísticas que, en unos casos, tienen como objetivo acercarnos a la belleza pero en otros presentan, además, un lenguaje reivindicativo que indaga sobre la realidad de la posición de la mujer en la sociedad”. Es ahí, en la reivindicación del papel de la mujer, también de la artista, en la necesidad de poner de relieve su impronta e importancia, donde se establece uno de los senderos de la muestra. “Son conscientes de que todavía queda por hacer para reclamar su posición dentro de la sociedad y del arte”, sin perder de vista que aunque en algunos países se puede haber avanzado mucho en este sentido, no pasa así en todo el mundo. En todo caso, sigue quedando mucho por hacer. A partir de ahí, también hay otro sendero esencial que recorre la exposición, que tiene que ver con la naturaleza y la relación del ser humano con el paisaje intervenido por él. En estos tiempos en los que se habla mucho, aunque no se haga tanto, de estas cuestiones, aquí se ofrecen diferentes miradas y acercamientos a esta tierra que crea, aunque otros se empeñen en destruir casi de manera constante.

Como explican desde Fundación Vital, aquí se encuentran desde obras de mujeres nacidas en la primera mitad del siglo XX, como Louise Bourgeois, Eva Lootz o Rebecca Horn, “cuyas miradas nos acercan a la figura femenina” hasta otras como Esther Ferrer o Candida Höfer “presentes con obras de temática donde las mujeres no son las protagonistas”. A medida que avanza el siglo XX “se aprecia cómo siguen desarrollando los estilos mientras que los medios de expresión van ampliándose”. Los cambios estéticos son constantes: performance, videoarte, instalaciones conviven de forma natural con procedimientos más tradicionales como el dibujo, el grabado, la escultura o la pintura. “Sin olvidar la fotografía, por ejemplo, que desbanca a la pintura como manifestación preferida por algunas creadoras como Nan Goldin, Hannah Collins, Montserrat Soto, Ellen Kooi, Julia Fullerton-Batten o Rebeca Menéndez”. Esa multiplicidad permite ver temas tan variados como el cuerpo, el feminismo, el paisaje, el entorno, el sexo, la denuncia, la violencia, la ecología o, a veces, simplemente la búsqueda de la belleza o la emoción.