Es estar a la orilla del río. Justo meter los pies en el agua. Puede parecer que ahí no hay nada. Al contrario. Las hidras están en su quehacer diario, seres de escasos milímetros que tienen una particularidad que a la artista gasteiztarra Anabel Quincoces le llama de manera especial la atención, su capacidad de regeneración.
Sobre estas bases, la creadora convierte el antiguo Depósito de Aguas en una gran instalación, en una invitación a quienes quieran sumergirse en ella y dejarse llevar por las sensaciones, emociones y reflexiones a las que invita el resultado final.
"Mi recomendación es que la gente entre en pequeños grupos", dice Quincoces. Y si es en silencio, mejor porque también así se deja que la banda sonora creada por Jon Bellido para la ocasión, contando además con la voz de David Sagastume, cobre todo su sentido. A partir de ahí, el todo se divide en varias partes, que ocupan cada rincón del espacio del centro cultural Montehermoso, donde Hydra va a permanecer abierto hasta el próximo 24 de abril.
La huella artística de Quincoces es evidente y clara. Su trabajo con el vidrio, su forma de entender el espacio y cómo las piezas tienen que relacionarse y respirar, su interés por no esconder nada, su apuesta por utilizar elementos propios del lugar -como una de las escaleras del Depósito- para intervenirlos, su conocimiento del agua, características y elementos, están aquí.
Pero a eso suma un objetivo que tiene que ver con lo que la sociedad en su conjunto y cada persona lleva viviendo desde hace dos años: la pandemia. "Las hidras pierden sus tentáculos y se regeneran. Se reproducen tanto asexual como sexualmente y son hermafroditas. Son resiliencia pura" y de ahí que le sirvan para crear una gran metáfora con respecto a un coronavirus "que nos ha cambiado la vida".
Y aunque todo lo realizado para esta exposición es único y se ha llevado a cabo de manera específica para la propuesta, Quincoces hace un guiño también a su trabajo de 2019 en el Valle Salado de Salinas de Añana, cuando puso la mirada en los "seres invisibles" y únicos que allí habitan. Aquí vuelven a la vida, lo hacen tanto en imagen como en vidrio, todo ello rodeado de los 50 kilos de sal que le han mandado desde la localidad alavesa para la ocasión.
Quincoces conoce bien el Depósito de Aguas y se nota. Tras intervenir en él con Transmutación 11 - Abisal Spaces, ahora viaja de nivel. De aquel submundo oscuro e inquietante a la par que bello, en esta ocasión se ubica a la orilla del río. Y ahí invita al visitante. "Espero que la gente se sumerja y que también mire a la naturaleza de otra manera y tome ejemplo de cómo se comporta. La pandemia nos ha dejado KO y tenemos que regenerarnos" a lo que ella invita en esta demostración de "arte terapéutico, por así decirlo".
Además, como lo ha hecho tantas veces, recuerda que el ser humano es sobre todo agua y vive en un mundo que ante todo es agua. Lo dice ella, cuya principal herramienta de trabajo es el fuego, "aunque pueda parecer una contradicción", sonríe. Ahora, de todas formas, es el momento del público y la artista confiesa que le gustaría que pasasen dos cosas. Por un lado, "que la gente se sienta en una atmósfera especial, que se emocione, que se le ponga como a mí la piel de gallina". Por otro, "que cuando salgan, busquen en el móvil qué son las hidras y quieran saber más".
Hasta finales de abril, la puerta está abierta. Lo hace para poder entrar en una creación que es posible gracias a la convocatoria de apoyo a proyectos artísticos que cada año lanza Montehermoso. La de Anabel Quincoces es la primera producción que se puede ver este año y que se ha realizado tras la última edición de la ayuda.