El periodista de EITB vuelve a poner los dientes largos a sus colegas con una nueva entrega de personalísimas entrevistas a personajes de todos los ámbitos de la sociedad. El jueves, el segundo programa de esta temporada, tendrá que ver con una escritora que arrasa en el mundo editorial con más de 80 millones de ejemplares vendidos. Dani Álvarez, un profesional de preferencia habla de lo que inquieta a día de hoy a la profesión.

Nueva temporada de ‘El día de mañana’. ¿Hay diferencias con la anterior o es una continuación?

—Es una continuación. Esta vez hemos accedido a gente que por diversas circunstancias no pudo entrar en la anterior temporada. Pretendemos profundizar en la línea que ya habíamos marcado en la primera entrega. Nuestro objetivo sigue siendo el mismo, buscar personajes que no suelen aparecer en televisión, que no suelen aparecer a menudo en ETB. Con ellos tratamos su trayectoria de vida y temas de actualidad.

¿’El día de mañana’ es un viaje en pasado o en futuro?

—Hay un ejemplo muy claro de que es una continuidad. En la primera temporada hicimos un programa en Atapuerca con Juan Luis Arsuaga y Paco Etxeberria sobre el pasado y esta vez le damos el reverso mirando hacia el futuro. Nos hemos acercado hasta la NASA y el espacio con Pedro Duque. Está pensada esta entrega como una línea de continuidad y de actualidad.

Una actualidad muy movida.

—Por supuesto. Con el estreno del programa con Evaristo (La Polla Records) estaba el tema de la pandemia. Evaristo es Evaristo y la ha liado con este asunto. En el de este jueves está Isabel Allende y hay una clara incursión en el tema político de Chile, ya que ha habido recientemente unas elecciones que han estado muy polarizadas y que han dado mucho de que hablar. También sale el tema del feminismo, el discurso que ella tiene como ideología y que está siendo el gran motor de cambio en el mundo.

Un hombre de radio que se está convirtiendo en uno de televisión.

—Este es un formato por el que he peleado mucho. Porque cuando se pensaba que la entrevista era un formato que estaba muerto en televisión, yo defendía que no. Lo que pasa es que había que darle un ropaje de entretenimiento. Lógicamente, hoy no puede funcionar un programa con una persona en un plató de televisión y estar hablando con ella durante hora y media. Eso no es sostenible, no lo ve nadie. Nosotros, el equipo de K2000 y yo, creíamos que había un espacio. Lo hemos aprovechado cuando se ha presentado la ocasión. No sé cuánto durará. Pero mientras dure, creeremos en él y vamos a apostar por él fuerte. Creo que la televisión pública tiene que tener y trabajar este tipo de formatos y contenidos. También tiene que trabajar líneas de contenidos y de debate, programas más allá de los clásicos, los de tertulias, actualidad y minuto y resultado.

En estos momentos, hay cadenas que han puesto al frente de programas que nada tienen que ver con la profesión de periodista. Hablamos de Bertín Osborne, cantante; Fran Rivera, torero, o Joaquín Sánchez, futbolista, entre otros. ¿Intrusismo? Justo no parece.

—Es una buena reflexión. La comparto contigo. Es verdad que para rescatar estos programas de entrevista que estaban consideras fuera de tiempo, de la televisión actual, se ha tirado de gente que debería ser más entrevistado que entrevistador. Pienso que el trabajo de los periodistas siempre va a estar un escalón por encima. Sobre todo, cuando están trabajadas con documentación y con un bagaje profesional. A esto hay que sumarle la experiencia previa. Tú que has hecho cientos de entrevistas a lo largo de tu vida, estás mucho más capacitada para hacer una entrevista a un personaje de esos, que ellos mismos. Creo que debemos reivindicarlo. Tú debes reivindicar las entrevistas que haces, yo las que hacemos en El día de mañana o en la radio. Debemos reivindicar nuestro espacio, para eso estamos.

¿Cree que alguna vez dejaremos de hablar de cifras de la covid, de especulaciones sobre cuando acaba o empieza una ola y volveremos a retomar la realidad informativa desde otro punto?

—Pienso que ese momento está a punto de llegar o está llegando casi sin que nos demos cuenta. Se ha convertido en una rutina. La realidad es la que es, la gente se ha acostumbrado a vivir con el virus, se ha acostumbrado a vivir con mascarilla. Es lo que veo en la calle. Es lo que veo en mi entorno. No veo una demanda de covid como existía en meses anteriores. Muchos ya han pasado el virus, han tenido contacto con él o están vacunados. Pienso que hemos asumido que es la calamidad que nos ha tocado vivir ahora.

La pandemia aún sigue abriendo programas de radio y televisión, lo mismo que las portadas de los periódicos

—Esto es igual que cuando hace diez años terminó ETA. ETA seguía generando noticias, ya no causaba más muerte y dolor, y teníamos que ir abriendo espacio a otros temas. Antes la educación en Euskadi no era tema de primera plana en los medios de comunicación vascos, tampoco las cuestiones sanitarias. Tuvimos que hacer un proceso de reciclaje y empezar a tratar otros tema. Con esto lo haremos también. Ahora se dice meseta, pues bueno, estamos en esa meseta informativa. El covid en breve pasará a la página diez en vez de la página dos; en el minuto dieciocho en vez de en el minuto cinco. Es como la metáfora de la niebla, llega un momento en el que la niebla desaparece y no sabes muy bien cuándo has dejado de verla. Esto va a ser parecido.

Bueno, ahora tenemos a Iñaki Urdangarin. ¿Cómo ve el tema? ¿Le parece interesante?

—Ja, ja, ja... No sé si me estás preguntando indirectamente si le haría una entrevista a Urdangarin...

Más o menos. ¿La respuesta?

—Ahora que me lo dices, ¿entrevistaría a Iñaki Urdangarin? La respuesta es que sí, le haría a Urdangarin la entrevista. Su vida privada no me interesa. En el caso de él confluyen muchas cosas. Está el tema de la monarquía que es un tema por resolver, es una institución la que no se sabe muy bien qué hacer y luego está la invasión de su vida privada, que a mí me interesa poco. Los que vemos esa institución como una cosa del pasado, no tenemos que aprovechar cada noticias que nos dan para intentar socavar la monarquía.

¿Entonces?

—Es algo más profundo. Lo que tenga que hacer Urdangarin con su vida privada, que lo haga y que le vaya bien. Creo que nosotros estamos para otras cosas. Si no cuidamos esto, luego no podemos quejarnos de que haya intrusismo en nuestra profesión. También tenemos que hacer un poco de autocrítica los periodistas y los medios de comunicación. No me interesa la vida privada de Urdangarin.

Pero le haría la entrevista.

—Si, claro. Ha sido una persona muy conectada con la parte más privilegiada de la sociedad; una persona condenada por corrupción en un momento en el que la corrupción en España era uno de los principales problemas y que ha pasado por la cárcel. Hay un montón de cosas que él podría transmitirle a la opinión pública. Serían de mucho interés, de eso no tengo duda.

¿Más interés que su vida privada? No lo sé, el morbo es el morbo.

—Ja, ja, ja... Estoy convencido. Urdagarin puede contar cómo se hacía la política en los tiempos en el que tenía el famoso instituto. Él puedo contar cómo se otorgaban los contratos, cómo se hacían los favores...

¿Cree que él hablaría de ese tema?

—No. Pero qué cosas habrá visto en la política y en las instituciones... Es algo de lo que posiblemente no vaya a hablar nunca, pero es algo sobre lo que a mí me encantaría preguntarle y ver si soy capaz de que las cuente. Ese hombre, Urdangarin, tiene que saber mucho de las miserias que afectan a la ciudadanía.

Podría hablar de su suegro, el emérito, y las posibles conexiones que presuntamente podría haber entre los dos.

—Bueno, si hablaría de su suegro, vamos..., seguro que nos llevábamos un Pulitzer.