Alba Careta: trompeta y voz. Lucas Martínez: saxo tenor. Roger Santacana: piano. Giuseppe Campisi: contrabajo. Josep Cordobés: batería. Conservatorio Jesús Guridi. 21 de diciembre.

icrófono en mano, y a la izquierda de Josep Cordobés, que acaricia la caja con las escobillas, Alba Careta tararea el estribillo de Abril’ 74. Quiero que ese momento sea lo primero que recordemos del último Ondas de Jazz. Lo segundo que deseo anotar es, unos minutos después, a Ricard Miralles recogiendo la makila de honor de manos de Gorka Urtaran, alcalde de Vitoria-Gasteiz. Y lo tercero, las palabras que desde su casa dedicó Joan Manuel Serrat, quien calificó a Miralles de “amigo, compañero y maestro”. La música del segundo no sería igual sin la del primero.

Lo anterior sucedía hacia el ecuador de la audición. Antes, Alba Careta Group había transmitido una poderosísima sensación de dominio sobre el escenario, de profesionalidad sin fisuras. Interpretaron temas de los dos álbumes firmados por Careta (Orígens y Alades) en secuencia enlazada con sugerente perfección. Abrieron con A saber, que es el arranque de Alades. El diálogo inicial entre trompeta y saxo tenor (Lucas Martínez) dio entrada a un crescendo donde la policromía de la paleta sonora (perdón por la sinestesia) demostró la puntería compositiva de Careta, que se deja guiar, o a mí me lo parece, por la emoción al componer. Como si buscara explícitamente no sólo la melodía, sino también, y sobre todo, el patrón melódico. Y todo ello sostenido por el pulso inquebrantable del italiano Giuseppe Campisi al contrabajo.

Hablando de melodías, Careta cantó a continuación Corrandes d’exili, composición de Lluis Llach sobre poema de Pere Quart grabado también en Alades. El frío del exilio y de la posguerra se coló entre espaldas y respaldos mientras la honradísima voz de Careta y esa querencia de Llach por los tonos menores representaron el preludio de dos grandes intervenciones de Martínez y Cordobés. Era la antesala de todo lo que vendría después. Tell me also the sad part of the story es un tema luminosamente mediterráneo, y totalmente contradictorio con su título, con un fondo de rumba, o así, que dio paso a The end of it.

Como para registrar todo lo que sucedió durante este tema se necesitan muchas líneas, enumero lo que pude apuntar: Martínez soplando con claridad y fuerza, Roger Santacana al piano llevando el unísono de sus dos manos hasta el vértigo, un ritmo ternario sujetando todo, y las disonancias del combo, deshaciendo lo construido como se desinfla un globo para presentar a Cordobés, cuyo solo de batería lo recordaremos siempre: qué manera de sostenerlo con el bombo. Y después, el ángel de Careta acercándose a él para interpretar a dúo (casi nada: batería y voz) Abril’ 74.

Cerremos el círculo. Vayamos saliendo de la crónica. Fue un concierto histórico, como me había anticipado Joseba Cabezas, con un apabullante Oceans final. Nuestro maltrecho jazz puede presumir, otra vez, de juventud. Y de inteligencia. Careta y sus músicos persiguen la vanguardia, pero conocen la tradición de su género y de otros (dos guiños a Llach). Cuánto me gustaría que la cadena de la cultura siguiera enlazando eslabones. Ricard Miralles nació en 1944. Alba Careta en 1995. El maestro aplaudió a la jovencísima trompetista. Y ella también cuando Miralles recogió su makila. Larga vida al jazz catalán.