Cuando a principios de los años 90 del siglo pasado, el entrenador Benito Floro empezó a introducir el trabajo de los psicólogos en los vestuarios profesionales de fútbol, la polémica estuvo servida. Hoy, lo extraño es que esa figura no exista. Pasa lo mismo, por ejemplo, en los centros de alto rendimiento deportivo. Este mismo año se ha hablado mucho de la salud mental tras el caso de la gimnasta Simone Biles en las pasadas olimpiadas. Y cualquier centro educativo en Álava cuenta con un servicio de asesoramiento psicológico dentro de su estructura. No es nada raro. Todo lo contrario. Es lo recomendable y necesario. Aún así, siempre queda camino por recorrer y en esta senda se encuentra justo ahora el Conservatorio Municipal de Danza José Uruñuela.
Con respecto a los trastornos alimentarios, el espacio lleva ya un tiempo haciendo un importante trabajo que implica a alumnado y profesorado gracias a la labor del psicólogo Edgar Ilg. Siguiendo ese hilo, y respondiendo a una demanda existente por parte de las familias, ahora se ha creado, a modo de experiencia piloto, un nuevo servicio más amplio centrando en la figura de un orientador pedagógico psicológico que está disponible para quienes cursan Enseñanzas Profesionales, es decir, desde 12 años hacia delante. "La idea es que las bailarinas y bailarines puedan tener apoyo, orientación y asistencia a nivel psicológico, que cuenten con un sitio al que poder acudir", apunta el experto.
Gracias a la aportación específica que este curso ha habilitado el área de Cultura del Ayuntamiento de Vitoria, ya se está arrancando con la propuesta de manera grupal. "Lo primero está siendo que me conozcan porque si tienes un problema, contárselo a alguien que no te conoce, es casi imposible. Además, también se busca que le quiten un poco el miedo con respecto a lo que yo les puedo ofrecer". En este sentido, Ilg señala diferentes escenarios que pueden ser importantes y compartidos. Por ejemplo, hay un nivel de perfeccionismo que "no es nada malo en sí mismo" pero que sí puede derivar en situaciones no deseables si no se sabe gestionar. Además, "la misma autoexigencia que tienen para la danza, hace que la mayoría sea muy autoexigente también en los estudios. Tampoco eso tiene que derivar en un problema, pero si se les juntan muchas cosas al mismo tiempo, se pueden generar demasiadas tensiones".
Una agenda ocupada
Como les pasa a otras personas de edades similares que están en conservatorios de música u otras actividades formativas parecidas, el alumnado vive de lunes a viernes una agenda casi sin huecos libres. "A todo no llegan y la parte social, que es importante a estas edades, puede resentirse. Eso igual genera estrés o ansiedad", situaciones que es posible que se repitan si aparecen lesiones o cuando se piensa en el futuro profesional dentro de este sector. "Por supuesto que hay herramientas frente a todo esto y es de lo que vamos a hablar, pero, sobre todo, lo que es más importante al principio es que tomen consciencia de qué es un problema y qué no. Cuando llevas mucho tiempo funcionando de una manera, la normalizas, es tu forma de adaptarte a una situación, pero eso no quiere decir que sea la mejor. Les ayudamos ser conscientes en torno a qué es un perfeccionismo negativo y qué es un perfeccionismo positivo, por ejemplo".
También hay un concepto importante que es habitual en bailarines, bailarinas y, en general, en todas aquellas personas que trabajan de manera habitual frente a un espejo: la dismorfia corporal. Esa distorsión de la imagen corporal, ese no percibir los cuerpos como son de verdad, es algo que puede pasar y ante lo que hay instrumentos que, desde el asesoramiento psicológico, son muy útiles. "En el mundo se han multiplicado por seis las peticiones de cirugía facial solo a partir de la pandemia. ¿La razón? Que hay mucha gente que ha teletrabajado y que ha estado viendo en la pantalla su cara todo el rato. Cuando estás muy expuesto a tu imagen durante mucho tiempo, generas distorsión de la imagen. A esto que está pasando a raíz del covid se le ha denominado zoom dismorfia. Pues imaginemos a una bailarina que está tantas horas frente al espejo".
Sin perder de vista nada de esto, se ha empezado a hacer ese trabajo grupal, aunque también existe la posibilidad de una asistencia individual si es necesario. También se va a estar en relación con el profesorado. Y aunque lo ideal sería unir a este proyecto a las familias, de momento no va a ser posible. Con todo, esta experiencia piloto ya está en marcha desde la base de que todo es importante. "Muchos de los problemas pequeños se resuelven según la persona va cogiendo autoconfianza por el proceso de maduración personal normal. Pero aunque esos problemas pequeños se resuelvan solos, puedes tener diez años a una persona sufriendo con algo que no hubiera tenido importancia si hubiera recibido a tiempo unas pautas.
Hay un sufrimiento continuo que es innecesario más allá de que no desemboque en un bloqueo. Tienen que entender lo que les pasa y contar con pautas. En la danza, en la música, en el deporte, esas situaciones hacen diferencia. Saber llevar estas cosas, hace que sufras menos y, por tanto, también que rindas más. Requieres directrices para entender lo que te está pasando y darle la vuelta. Hay sufrimientos innecesarios que vienen simplemente por desconocimiento de pautas".
"Saber llevar hasta los problemas, en principio, más pequeños hace que sufras menos y, por lo tanto, que rindas más", dice Edgar Ilg
Con el apoyo del Ayuntamiento de Vitoria, este nuevo área se está desarrollando a modo de prueba este curso