Sin perder de vista la evolución de la pandemia, la concejal de Cultura Estíbaliz Canto establece las prioridades del Ayuntamiento de Vitoria para los próximos meses.

Ahora que es época de cerrar los presupuesto para 2022, ¿cómo se plantea el área municipal de Cultura el próximo año?

-Tiene que ser un año en el que recuperemos lo que veníamos haciendo y evidentemente eso tiene que venir acompañado de dinero. Ahora estamos en la pelea interna de los presupuestos pero el planteamiento de Cultura es muy cercano a los presupuestos de 2019 y de 2020, antes de la pandemia. Es decir, volver a programar a pleno rendimiento fiestas de La Blanca, Festival Internacional de Teatro, KaldeArte y demás. Pero también tenemos la mirada puesta en otras propuestas. Por ejemplo, el pasado miércoles hablaba con los responsables del Festival de Jazz y me decían que nosotros vamos a recuperar programación pero que qué iba a pasar con los terceros, como ellos, que han tenido en este tiempo menos financiación. El objetivo es que recuperen ese apoyo. Igual no es posible todo pero estamos trabajando en que 2022 sea como hubiera sido 2020 sin pandemia.

¿Tiene la percepción de que el Ayuntamiento ha actuado bien con el sector cultural durante todos estos meses de pandemia?

-Tenemos la sensación de que hemos actuado bien pero también me pregunto si podríamos haberlo hecho mejor. No me gustaría ser injusta con nuestro propio trabajo. Es una situación para la que ninguno estábamos entrenados y se ha hecho lo mejor que se ha podido. El balance general es positivo porque se han mantenido las ayudas directas al sector y han surgido proyectos como el de Kultura Bizia. Siempre se podrían haber hecho mejor las cosas pero entendemos que el balance es positivo. También es algo que hemos percibido desde los agentes culturales, partiendo de la base de que son muchos y no todos piensan igual, por supuesto. Pero en general hemos recibido reacciones positivas.

Ahora que muchas restricciones han desaparecido puede dar la sensación de que todo vuelve a la situación previa a la pandemia, también para el sector cultura, pero no es así, el tiempo no ha pasado en balde. ¿El Ayuntamiento tendría que hacer un esfuerzo superior en 2022?

-Volver al mismo punto de marzo de 2020 es imposible. Ahora estamos en otro escenario. Por suerte, el músculo del sector cultural de Vitoria ha aguantado. Empresas culturales y compañías han podido seguir. Estoy pensando, no sé, en Ortzai, sala Baratza, Paraíso, Monstrenko y demás. Son apuestas que han podido mantenerse. En parte también porque las instituciones, aunque no había actividad, hemos mantenido la financiación. Al principio de la pandemia, cuanto estuvimos hablando la diputada de Cultura Ana del Val y yo, vimos claro que la estrategia tenía que ser coordinada y que lo que hiciera ella no lo tenía que hacer yo, y viceversa. Desde Diputación se sacaron unas ayudas a gasto corriente e inversiones, y nosotros lo que hicimos fue mantener los convenios de actividad, aunque no la había. Esto el sector lo ha visto de manera positiva porque ha funcionado. Ahora vamos a un escenario de normalidad y estamos pudiendo recuperar contratación y aforos, que es algo importante también porque permite que el déficit no sea con el que se ha estado trabajando estos meses, en los que se ha seguido programando en los teatros pero recibiendo la mitad de ingresos por taquilla. Pero lo hemos hecho porque entendemos que lo público tiene que estar para esto, para en los momentos malos, hacer ver que una parte del dinero de los impuestos de los ciudadanos sirve también para que el sector cultural no se muera durante la pandemia.

Una de esas soluciones puntuales que se ha buscado ha sido generar el escenario del Iradier Arena con la gestión de la asociación Kultura Bizia. En enero se cerrará este ciclo, ¿y después qué? Igual el Ayuntamiento no lo quiere admitir, pero el espacio necesita muchas cosas.

-No, no. No tenemos ningún problema en admitir que el espacio necesita una reforma. Kultura Bizia nace por la pandemia, tampoco podemos olvidarnos de eso. Si el proyecto tiene un ciclo que termina es también porque somos conscientes de que el espacio necesita una reforma, tanto por los vecinos como por la propia configuración del edificio. Ahora mismo estamos en medio del debate de cómo se hace, si a través de una fórmula de concesión o desde el propio Ayuntamiento.

Pero de cuánto estamos hablando, porque se han manejado cifras desde los 700.000 a los tres millones de euros.

-En el fondo, todas las cantidades son verdad. El Iradier tiene una serie de reformas que pueden ser sectorizadas, es decir, puedes hacer unas y no otras. Pero si se hace todo lo necesario, estaríamos hablando en torno a los tres millones.

Se hagan reformas parciales o totales, ¿a Estíbaliz Canto que gestión le gustaría para este lugar? ¿Tiene que estar en manos del Ayuntamiento o de terceros, y qué terceros?

-Tal y como funciona el departamento de Cultura, entendemos que lo ideal es que sean terceros. El Iradier necesita de una empresa o una asociación que se encargue de buscar eventos, estar pendiente y desarrollar todo el trabajo que requiere ese proyecto. Así que esa es una opción muy correcta, sobre todo si ese tercero abarca al sector cultural alavés. Me gustaría que el espíritu de Kultura Bizia siguiese en la gestión futura del Iradier.

Hay otra reforma pendiente que es la del Principal. En 2018 dijo que o se actuaba en como máximo cinco años o habría que cerrar el edificio. 2021 se está acabando, ¿y ahora?

-La reforma es urgente. No nos lo estamos inventando. El escenario con el que trabajamos es que las obras se queden empezadas esta legislatura. En estos años han pasado muchas cosas, pandemia incluida. Cuando se retomó el trabajo sobre la elaboración del proyecto de obras apareció la posibilidad de que el edificio Ópera formara parte de la operación. Seguir adelante dejando de lado esa posibilidad no hablaría bien de nosotros. Pero tener en cuenta esa posibilidad está retrasando todavía más la obra. Cualquier decisión es mala, claro. Pero pensando a futuro, lo responsable es analizar esa posibilidad. Ahora mismo se está terminando de saber si es posible o no. Desde Urbanismo se están analizando unas serie de cuestiones y después se tomará la decisión.

¿Y aún así confía en que las obras empiecen antes de mayo de 2023?

-El objetivo es ese. Entiendo que una licitación de las obras ya es una garantía suficiente, pero nos gustaría ir más allá.

¿Incluir el Ópera no aumentaría mucho el precio?

-Sí, sí, evidentemente.

¿Y el Ayuntamiento tiene recursos para costear ese incremento?

-Las cuestiones de la financiación están sobre la mesa. Cuando se habla de proyectos de ciudad, hay que tenerlo todo en cuenta, no solo el dinero que puede costar, también las posibilidades que se pueden generar de cara a futuro.

¿Qué prioridades tiene en los primeros puestos de la lista para 2022, el último año natural de la legislatura?

-Dejar encarrilada la licitación de la reforma del Principal. Con el Iradier Arena, también resolverlo. Con respecto a los agentes culturales, dejarles en una posición de salida buena con respecto a otros años para que puedan sacar su trabajo adelante. La idea es mantener el apoyo a través de convenios y subvenciones, pero también recogiendo iniciativas que nos proponen. Por ejemplo, siguiendo el concepto de Kultura Bizia, se han juntando varios agentes culturales de las artes escénicas para crear Topak. Bueno, pues les vamos a financiar el proyecto. Además, hay que dejar hecho el nuevo Plan Estratégico de Cultura.

¿Hecho?

-Sí, sí. La evaluación del actual se empezará a hacer ya y estará para diciembre. Luego iniciaremos la elaboración del nuevo plan. No queremos hacer una continuación ya que la pandemia ha hecho que ahora la situación sea completamente diferente. Hay que hacer una reflexión nueva y en esas estamos.

"Lo ideal es que sea un tercero, sobre todo si abarca al sector cultural alavés, el que gestione en el futuro el Iradier Arena”