Tras publicar hace un par de años Nomada, el soul y r&b de Afrika Bibang vuelve a hacerse protagonista con un nuevo EP, cuatro temas con los que es hora de volver a la carretera, paso incluido por la capital alavesa el 5 de noviembre.
Traído al hoy, pero tiene ‘Ispiluaren Aurrean’ un sonido muy noventero.
-Sí. De hecho, hay algún que otro tema pensado así. Estaba escuchando bastante en aquella época a Sade, la canción de Paradise, y Electric Relaxation de A Tribe Called Quest. Y en mi cabeza hubo una fusión de los dos y salió Emakumeak. Y el resto del trabajo también tira bastante hacia los 90, que es lo que estoy escuchando mucho últimamente.
Sigue siendo joven pero lleva en esto ya mucho tiempo...
-Vamos a dejarlo en que no soy muy mayor (risas).
Lo decía porque cuando empezó, en la música era sacar álbum, gira y vuelta al estudio, pero hoy poco queda de eso. ¿Cómo se ha amoldado?
-Es que no te queda otra. O te adaptas a los tiempos o estás muerta. Y si te soy sincera, a mí lo de los EP me viene muy bien.
¿Por?
-A la hora de crear, sobre todo con los plazos marcados, y habiendo estado fuera un tiempo, todavía me estaba resituando y no tenía muy claro nada. Así que pensar y plantear cuatro temas me resultó más fácil que meterme a hacer un disco de once canciones. Además, si te das cuenta, de los álbumes te sueles quedar con tres o cuatro cortes, así que ¿para qué hacer seis más? Si ya con cuatro estoy diciendo lo que quiero, no tiene sentido obligarme a hacer más.
El título del EP es por la primera canción y ya está o lo de mirarse al espejo va con toda la intención.
-Con toda la intención. Para mí es la canción que más fuerza tiene y el mensaje me parece muy apropiado para estos tiempos que vivimos. Es una reflexión a sentarse delante del espejo y analizarnos.
Pero a veces el reflejo no es muy positivo que se diga.
-Ahí está el reto. Si fuera fácil... (risas). Mirarse, aceptarse, ver dónde he estado, a dónde voy, qué represento, quererse con todos los más y los menos es el reto. Hoy, en esta sociedad con tantas redes sociales, quiero ser el otro, quiero vivir la vida del otro, no me gusta mi cuerpo si no el de esta mujer... Siempre nos estamos comparando con otros y nos olvidamos de nosotros mismos. Ponte delante del espejo, mírate y asume lo que eres.
Llega el momento de los directos casi como los de antes.
-Sí, iremos con el EP y recuperando cosas de tiempos anteriores. He hecho una selección de todos los trabajos que tengo y creo que ha quedado algo muy interesante.
¿Se sigue reconociendo en todo ese pasado o hay discos o canciones que ya le quedan demasiado lejanas?
-Cuando hago las cosas, las hago porque las siento así. Soy de no arrepentirme. Miro para atrás y sí hay cosas en las que no me reconozco ahora pero sí comparto lo que decía en ese momento. Sigo siendo yo.
Siempre ha sido una mujer combativa.
-No me queda otra. Si eres negra en Euskadi o peleas o te comen (risas). Así que sí, soy guerrera.
En ese camino ha desarrollado su proyecto pero también ha colaborado con muchos otros. ¿De todos ha aprendido algo o...?
-De todo aprendo. De todo. Desde que estuve en Etsaiak hasta ahora, imagina. Con Etsaiak aprendí a subirme a un escenario frente a miles de personas. Y aprendí lo que es la humildad. Y en todos los viajes que he hecho, he aprendido mucho sobre diferentes culturas. Aprendes a ser más paciente, que es un trabajo que yo tenía que hacer. He descubierto el mundo flamenco, que desconocía y que me encanta. Todo suma para seguir.
¿Cómo viene 2022?
-Cuando termino un trabajo, ya estoy pensando en el siguiente. Me encanta meterme en el estudio. Para mí es como un entretenimiento. Y, sobre todo, quiero tocar todo lo que se pueda. Todo lo que haces es por los conciertos y en ello estamos.
Hasta ahora le han tocado conciertos con el público sentado y esas cosas derivadas de la situación sanitaria. ¿Cómo lo ha vivido?
-Son conciertos raros. Más con el tipo de música que hago, que invita mucho a bailar. Bueno, y el hecho de no ver las caras a mí me ha chocado bastante. Pero bueno, hay que adaptarse a todo.