Hay quien viene de Zaragoza todos los meses para dar clase con él. O de La Rioja. No es de extrañar. Lleva más de media vida con las baquetas en la mano. Hasta 2014, su saber hacer a la batería quedaba patente a través de Soziedad Alkoholika, aunque ya por entonces daba algunos cursos en los que transmitir sus conocimientos. “Era a pocas personas, las que me permitía la agenda”, recuerda Roberto Castresana. Sin embargo, una lesión en los tendones de su hombro derecho obligó al músico gasteiztarra a dejar la banda de la que fue cofundador en 1988. “Echo mucho de menos tocar”, confiesa. Desde entonces, su faz de profesor es la protagonista. Son muchas las enseñanzas a transmitir desde Drummer’s Vision. Ahora da un paso más. La docencia traspasa los locales de la calle Artapadura en los que trabaja gracias a la publicación de su primer libro, que no va a ser el último.

Dice que aún hoy sigue aprendiendo como profesor gracias a sus alumnos. “No solo van mejorando ellos”. En ese camino, desde que empezó a dar clases de manera regular, Castresana no ha parado de escribir, como una forma de plasmar su método de enseñanza, aunque hasta ahora no había dado el paso de publicar. Desplazamientos rítmicos I abre una puerta que, de momento, ya sabe que tendrá dos continuaciones sobre la misma temática. “Me parece algo muy interesante para un batería. Es una forma de avanzar para dejar de ver los ritmos tan cuadriculados. Se abre como un mundo”, máxime teniendo en cuenta que “los desplazamientos se usan en cualquier tipo de música”. Eso sí, para quienes no conocen el instrumento es un concepto un poco complicado de definir en estas pocas líneas. “Es introducir un tipo de ritmo que se repite y llevarlo al 4 por 4. No va con el compás, sino que se desplaza un poco”.

Tras los ocho meses dedicados de manera exclusiva a esta primera parte, la segunda, enfocada a hacer los desplazamientos con doble bombo, llegará dentro de poco. Habrá que esperar algo más para la tercera. “Sé que trato cuestiones que son complicadas pero es que nadie ha dicho que tocar la batería sea fácil” sonríe el intérprete, que tiene claro que esta apuesta que ahora hace es “una responsabilidad” de cara a quienes se están formando, pero también mirando a colegas de profesión, tanto musical como docente. “Espero que los libros sirvan para que la gente aprenda, para que se entiendan mejor las cosas”. En este sentido, “creo que lo he hecho bastante sencillo”, más allá de que está realizado pensando en personas que ya tienen unas bases y un recorrido, no en principiantes. Sea como fuere, esta primera entrega ya está disponible en puntos físicos como Zuloa o en la web robertocastresana.com (que deriva a la tienda de SA).

La senda editorial abierta por Castresana viene a ser una consecuencia lógica del trabajo formativo que viene desarrollando en los últimos años. “Me viene gente que parte de cero, que ya sabe algo o que incluso tienen discos publicados. Solo hay que adaptarse a las necesidades de cada nivel. De ahí también que cuando empecé con las clases me pusiera a escribir, para tenerlo todo más estructurado y saber qué necesito dependiendo de cada alumno. Además, hay cosas que yo aprendí hace muchos años y que ensañarlas ahora se me hace complicado. Escribir también me ayuda a superar eso”.

Los ritmos de cada estudiante son un mundo. “Todo pasa por tener ganas. Es un instrumento que necesita tiempo porque es bastante complejo. Parece que todo pasa por dar golpes, pero la mitad del camino lo hace el cerebro. Aún así, aunque al principio te puedas volver un poco loco, para eso estamos aquí, para enseñar porque cuando un alumno ve que le sale algo por primera vez, se anima mucho y quiere más”. A buen seguro así le pasó a él cuando se puso en manos de Luis Ángel Telle, para que fuera su profesor. “Él estaba en Osiris y yo iba a su casa a que me enseñara”, iniciando una trayectoria que tuvo sus primeras paradas en Aligator y Ley Seca. Después “me fui a la mili y cuando volví nos juntamos varios colgados para hacer lo de SA”, ríe. “Al cabo de un tiempo, volví a clase para dar un par de años de solfeo. No sabía leer música y me di cuenta de que era muy importante”.

Hoy está, por así decirlo, al otro lado del pupitre. Y no para de escribir. “Creo que más allá de lo que hago para las clases, podría publicar como ocho o nueve libros”. La batería da para mucho. “Las cosas que enseño son principios básicos”, más allá de que él venga de unos géneros determinados. “Todo se puede complicar lo que quiera el batería. Otra cosa es lo que estamos acostumbrados a oír. Mis clases, y este libro también, se pueden trasladar a muchos tipos de música” define, al tiempo que describe que cada una de las publicaciones que tiene en mente le suponen “mucho tiempo, y no por escribir. Tienes que definir bien cómo enfocar, cómo estructurar. Y te exige también un estudio previo en profundidad de lo que quieres tratar. Quiero sacar algo que la gente valore, que vea que es interesante y útil”. Es justo lo que pretende con Desplazamientos rítmicos I.

Esta primera publicación vendrá seguida de otras dos obras que tienen como objetivo ayudar a bateristas ya iniciados

Desde que una lesión en el hombro derecho le obligó a retirarse de los escenarios, Castresana se dedica de lleno a la formación musical