Como este sábado la propuesta al mediodía en el Iradier Arena será algo diferente, la cuadragésimo cuarta edición del Festival de Jazz de Vitoria se ha despedido este viernes de su encuentro con diferentes centros formativos locales. En este caso, el protagonismo ha sido para el Conservatorio Superior de Música de Navarra, que ha tenido la inteligencia de presentarse en la capital alavesa con dos combos bien diferentes entre sí, un acierto con respecto a los días anteriores.

En un corte más clásico, y durante 20 minutos, Marta Marin (voz), Willington Morales (trompeta), Álvaro Jarauta (trombón), Yuriy Yaremko (guitarra), Maialen Tellabide (piano), Dani Simons (contrabajo) y Dani Domínguez (batería) han dejado claro que cuando se trabajan bien los cimientos, se pueden hacer cosas interesantes. Balada incluida, la actuación ha sabido proponer una cita cercana, sencilla (que no simple) y bien recibida por un público que ha llenado casi la pista, aunque las gradas han estado vacías.

Tras un breve paréntesis, ha sido el turno de Adrián Buenaga (saxo), Edorta González (guitarra), Borja Etxeberría (piano), Ion Dorregaray (bajo) y Dani Domínguez (batería), a los que se les ha notado desde lejos que vienen tocando juntos en su propio proyecto desde hace un tiempo.

Con una propuesta más actual, enérgica e intensa, han construido otros 20 minutos apreciables e interesantes, presentando además alguna composición propia. Han dejado ganas de querer escuchar y conocer más, lo cual ya dice mucho.

Es evidente que el camino hacia la profesionalización no es sencillo, pero los dos combos han dejado más que a la altura al conservatorio navarro, cuyos responsables deberían volver a casa con la cabeza bastante alta. El público ha aplaudido con ganas.