Aunque son más de 30 las entidades que conforman Kultura Bizia, Javier (Jabolo) Sagastume remarca que la asociación sigue con las puertas abiertas, también pensando en que su labor pueda ir más allá de la programación que hasta finales de septiembre se va a llevar a cabo en el Iradier Arena.

¿Tan complicada es la situación para que personas y empresas que incluso son competencia directa se unan?

-La asociación, como tal, nace por cuestiones jurídicas en realidad. Nuestra propuesta inicial era más una idea de crear una plataforma, no tanto una entidad jurídica. Ha sido más por razones de convenios y demás. Al final, el dinero público hay que gestionarlo bien y transparentemente. Más allá de eso, en el primer momento que hicimos la propuesta a las instituciones es evidente que no fuimos todos de la mano, sino un reducido número de gente cercana, pero pensando en que estábamos hablando de una cuestión para todo el sector. Somos gente que venimos de trabajar en comunidad y entendemos que estas cosas, máxime habiendo dinero público de por medio, tienen que ser abiertas a la participación de todos. Claro que hay otras soluciones para afrontar lo que estamos viviendo. Lo vemos en otros países, donde hay más ayudas directas y más grandes, por ejemplo. Bueno, en nuestro caso la idea de afrontar algo en común nació hace varios meses, en otras condiciones y contexto, y no para venir a este espacio. Es un proceso al que nos llevan las circunstancias. Pero siempre hemos entendido que tenía que ser un proyecto para todos. Insisto, es dinero público, es un espacio público y tiene que involucrar a todos en el sector. Igual hay gente que no lo hubiera hecho así. Nosotros sí. No sé si será producto de la educación recibida o de la trayectoria de trabajo comunitario.

¿Cómo trabaja la asociación?

-Lo primero es que de esta asociación forma parte, y puede formar parte, todo tipo de entidades jurídicas y físicas. A partir de ahí, hay un equipo de trabajo que se encarga de recibir las propuestas de los asociados y de los que no lo son, porque puede haber promotores externos que también programen. Ese equipo recibe y gestiona las propuestas a todos los niveles prácticos, empezando por el tema del calendario. Hay una serie de criterios para decidir quién tiene prioridad sobre unas fechas u otras. Por ejemplo, hay eventos o festivales de la ciudad ya asentados que se suelen celebrar siempre en las mismas fechas y que forman parte de la asociación. Lo lógico, por tanto, es que, si quieren programar, se respeten esos días. Y luego hay otros criterios para ese equipo de trabajo, como que las propuestas puedan ser viables, que sean más o menos interesantes que otras... Es decir, lo que se busca es una gestión técnica.

¿Estamos hablando de programar cualquier día de la semana o hay preferencia solo por hacer cosas de jueves a domingo? ¿eventos de mediodía? ¿solo de tarde?

-Hay que tener en cuenta cómo vayan evolucionando las normativas que nos vengan desde las autoridades sanitarias, por supuesto. Pero también hay otras cuestiones. Por ejemplo, en mayo es más complicado programar un lunes. Pero igual es un día estupendo para hacer en julio o en agosto. Estamos abiertos -y ya se están cerrando eventos- a hacer cosas a lo largo de toda la semana y en todos los horarios, que es lo bueno también de contar con dos escenarios. De hecho, nos puede facilitar hacer dos eventos el mismo día, aunque no a la vez. Sin volvernos locos, la idea es programar todo lo que sea posible de aquí a finales de septiembre.

Aunque la respuesta del público a lo que ya se está haciendo en los distintos espacios culturales de Álava es muy buena, no hay duda de que sigue habiendo mucha gente con respeto, cuando no miedo, a acudir a conciertos o representaciones. ¿Teme que la ciudadanía en general sea, de primeras, un tanto reticente a causa de la pandemia?

-Es evidente que hay un porcentaje importante del público al que le va a costar volver a cualquier tipo de actividad cultural, eso es así. Y también hay un altísimo porcentaje de personas habituales de los conciertos que quiere ir sí o sí a actuaciones. Todavía, de todas formas, estamos hablando de aforos muy limitados. No hay que perder de vista que nunca tantos grupos habían colgado el cartel de completo en las salas.

Eso está siendo histórico.

-Hay muchas personas con ganas y se van a acercar. Eso lo tengo claro. Igual que creo que hay gente que tal vez en un primer momento se lo piensa, pero va a terminar viniendo. Tanto a unos como a otros, como a toda la ciudadanía, hay que dejarles claro y demostrarles que las condiciones de seguridad sanitaria en el espacio van a ser altísimas. Es un lugar muy grande que va a estar controlado en todo momento. A cualquier persona que tenga cierta aprensión a un espacio cerrado, le diría que venga, que pruebe, porque va a ver que está todo muy bien medido.

¿Se piensa también en el público familiar?

-Va a haber programación infantil, por supuesto. Estamos abiertos a todo tipo de públicos. Con el segundo escenario, de hecho, queremos acercarnos a otro tipo de espectáculos en directo, por ejemplo, en el campo de las artes escénicas.

Tampoco vamos a ocultar que una parte importante de la ciudadanía no suele mirar con buenos ojos al Iradier. ¿Cómo se rompe esa barrera?

-Es verdad que el edificio está marcado en la ciudad. Ya hemos hablado sobre el hecho de que no era nuestra primera opción. Pero es cierto que a cubierto no hay otro lugar de estas características con esta disposición para ser usado. No era nuestra primera opción pero tampoco nos parece mala. Es verdad que, abierto, el lugar no suena bien. Hemos puesto mucho material para solucionar eso y vamos a seguir trabajando para mejorar las condiciones acústicas. Pero el estudio de reverb [referido a la reverberación] de Mendizorroza y el del Iradier Arena no son muy diferentes. Al final la ciudad ha terminado creyendo que Mendizorroza suena mucho mejor. Suena mucho mejor porque se llevan mil años haciendo pruebas y trabajando sobre el espacio. Pero el recinto no es muy diferente. Lo que pasa es que el Iradier es más grande. Somos de un país que ha estado muchos años sufriendo conciertos en frontones y carpas que te aseguro que son peores que el Iradier Arena (risas).

El camino va a llegar hasta finales de septiembre, pero no todos los meses son iguales, más allá de que ahora mismo no se sabe si, por ejemplo, la gente se va a poder ir de vacaciones fuera. ¿Cómo hacer un planteamiento para, no sé, agosto?

-Julio y agosto, pero sobre todo agosto, están todavía un poco con pinzas. La apertura sí o no de fronteras va a cambiar un montón las posibilidades de programación, por ejemplo. En general, en Gasteiz se ha podido programar más de lo que se ha programado en agosto, sobre todo los últimos años. Siempre hay público. Y este agosto, por mucho que mejore la situación, seguirá habiendo ciertas restricciones. Así que vamos a poder seguir trabajando en buenas condiciones. ¿Cuántos años se lleva intentando hacer en Gasteiz una programación de agosto? Cuando se ha hecho, ha habido cosas que han funcionado muy bien. Pero es verdad que ahora mismo es un mes que tenemos un poco entre alfileres viendo cómo evoluciona el contexto. No hay que perder de vista que cada promotor que viene a la plaza se está jugando su dinero, y hay quien todavía tiene cierto miedo a agosto. Sin embargo, te puedo decir que ya no nos sobran muchos sábados de ese mes, por ejemplo. Hay mucha gente con ganas de venir.

Se quería haber empezado en abril, pero se va a arrancar en mayo con tres propuestas. ¿Le preocupa que a la gente le de sensación de un cartel que sabe a poco?

-Salimos con pocas propuestas porque empezamos a cerrar muy tarde. Hasta que la asociación no estuvo constituida y en funcionamiento ni se quisieron ni se pudieron cerrar fechas. Toda vez que Kultura Bizia ya era una realidad, se empezaron a concretar muchas cosas. Es cierto que nos hubiera gustado tener en mayo algo más, pero tampoco nos parece mal empezar poco a poco porque va a haber un montón de actividad de aquí a finales de septiembre. En verano va a haber muchísimas cosas y está bien empezar poco a poco, haciendo pruebas que nos sirvan para no pillarnos los dedos.

¿Qué ganan los socios que forman parte del proyecto?

-El espacio. El dinero de las instituciones se utiliza fundamentalmente para financiar la infraestructura (escenarios, equipos y demás) y los socios tienen acceso a un recinto en el que hay unas condiciones ya pagadas por las instituciones. Además, creo que ganan un entorno de trabajo con repercusión mediática y facilidad de uso. Lo que ganan es el aforo máximo. De aquí sacan que se puede trabajar en todo momento con el aforo máximo que nos permitan las instituciones. No hay ningún otro espacio en la ciudad que pueda tener ahora mismo 600 personas de aforo. No hay ningún otro espacio en la ciudad que pueda tener un segundo escenario para 280 o 300 personas en estas condiciones. Y no hay ningún otro espacio en la ciudad que pueda ir aumentando su aforo a medida que nos vayan quitando restricciones.

Hay profesiones imprescindibles para que cualquier espectáculo se lleve a cabo que lo están pasando muy mal desde marzo de 2020: personal técnico, de producción, de montaje y demás. ¿Hasta qué punto todas estas personas están en la mente de este proyecto?

-Están de lo primero en la lista, por así decirlo. Hemos intentado involucrar, de hecho, a las empresas más cercanas. Todo el sector profesional está sufriendo. Hay muchísima gente que ha salido del sector en el último año. Sabemos que no estamos aquí salvando la cultura. Estamos intentando trabajar para que la gente del sector de los espectáculos en directo tenga un lugar para ganarse la vida. La cultura es mucho más que esto. El inicio ideológico de montar esto es que la gente pueda trabajar en lo suyo, tanto promotores como intérpretes y, por supuesto, técnicos. Pero también con respecto a la hostelería, por ejemplo. Vamos a ver si nos dejan tener barras y los camareros o el que monta los cañeros tengan trabajo. Es que hay un montón de gente detrás de una actuación.

¿Qué gana la ciudad con el proyecto, con esta colaboración público-privada, que es algo que le pone muy nervioso a algunos?

-La ciudad gana con el espacio, con el número de espectáculos en directo y con el impacto económico que puede generar la programación. Sobre todo, gana en cultura de directo. Somos una ciudad con una sobre-explotación, sobre todo en la música, de directo pero no es algo dicho en negativo. Todo lo contrario. Hay público para eso. Comparada con ciudades de nuestro entorno y de más lejos, tenemos una programación de espectáculos de música en directo que ya quisieran en otras partes. El público responde. Siempre lo ha hecho. Además, no perdamos de vista que una actividad siempre llama a otras actividades. Y mencionas una cuestión importante con respecto a la colaboración público-privada.

Es un tema espinoso.

-Es un concepto que llevo tiempo intentando defender. Se dice mucho, y además es un discurso que se ha comprado bastante fácil, que la cultura vive de las ayudas públicas. En algún momento en esta sociedad vamos a tener que sacar las cuentas sobre la mesa y ver el porcentaje de ayudas públicas que va a la cultura y el dinero real que va de manera directa a todos los demás sectores de la industria privada. De las ayudas públicas vive la industria privada. La automoción. La aeronáutica. Por supuesto, la banca. La cultura recibe ayudas. Sí. Pero en porcentaje son ridículas. ¿Somos de los que más recibimos? ¿Sí? ¿Seguro?

Llegará finales de septiembre, se terminará el plazo para usar el Iradier ¿y después qué?

-Kultura Bizia nace con la idea de gestionar este proyecto pero, por supuesto, con una vocación de continuidad. Ojalá sirva para que los agentes culturales de los espectáculos en directo de esta ciudad se puedan seguir coordinando para llevar de una manera más ordenada la gestión del sector. Igual puede ser un buen interlocutor con las instituciones en un futuro próximo. Igual si vamos todos juntos podemos hablar de otras cosas y en otras condiciones. Esperamos que el proyecto, también a nivel económico, salga bien. La asociación es sin ánimo de lucro, así que si hay un superávit (que será muy pequeño) nos servirá para seguir planteando cosas a futuro y trabajar a lo largo del año en otro tipo de propuestas y en otro tipo de espacios. Cuando acabe esta pandemia, el mundo de los espectáculos en directo no va a empezar a contar desde cero, va a estar mucho tiempo arrastrando las consecuencias. Esto puede servir para ayudarnos y hacer un trabajo en común.

"Estamos abiertos a hacer cosas a lo largo de toda la semana y en todos los horarios, que es lo bueno también de contar con dos escenarios"

"Deberíamos sacar las cuentas y ver el porcentaje de ayudas públicas que va a la cultura y el dinero real que va a los demás sectores de la industria privada"

"En verano va a haber muchísimas cosas en el Iradier y está bien empezar poco a poco, haciendo pruebas que nos sirvan para no pillarnos los dedos"