Prefiere que le llamen jefe de cocina a chef y no habla de alta ni baja cocina, habla de las emociones que un plato puede transmitir a través del paladar. Recuerda que hace años lo más importante en un restaurante era el jefe de sala y no el cocinero. Se resiste a considerarse famoso y ha sabido aunar su profesión con la televisión. "A mí la televisión me llegó a los 42 años, una edad en la que ya has puesto los pies en la tierra. Se puede combinar perfectamente una cosa y otra". ¿Se puede conquistar a alguien con la comida? Ríe suavemente y dice: "Y tanto, y con cosas sencillas: a mi mujer, a Inma, la conquisté con unas rosquillas. Ahí, la enamoré".

'Cocina de resistencia'. ¿Qué nos propone?

—Es un libro que no surge de querer escribir un libro. El punto de partida no es ése. Cuando nos encerramos todos en casa, algo que no olvidaremos nunca, mi intención fue intentar echar una mano a la gente que no tenía un repertorio culinario para ponerse a cocinar siete días a la semana mañana y noche.

Se desató una especie de locura general delante de los fogones.

—Una locura muy bonita. ¿Qué hacías con tanto tiempo? El día daba para mucho y cocinar era una buena alternativa. Hablé con mi mujer y le dije: ¿Qué te parecería si todos los días publicamos un plato de lo que comemos tú y yo? Yo hago en casa lo que hace todo el mundo, abrir la nevera, ver qué hay y ponerme a cocinar.

Pero con más estilo.

—Ja, ja, ja... Con un poco más de técnica, quizá. Recogimos muchos agradecimientos. Date cuenta de que había muchas familias donde los niños comen en el cole, los padres trabajan y comen fuera de casa... Vamos, que la cocina no era una de sus prioridades. De repente nos vemos en una situación increíble, todos en casa y muchos sin saber qué hacer en los fogones. Lo hicimos y ahí quedó el tema cuando todo volvió a abrirse. Empiezo a recibir agradecimientos, pero también muchas peticiones para que les siga orientando en la cocina.

Y así nació su cocina del confinamiento domiciliario.

—Fue sencillo decidirme. Reescribí las recetas y surgió una cocina de resistencia, de supervivencia. Es la cocina que sale cuando abres la nevera cualquier día y con los ingredientes que tienes sale un plato sano, rico y fácil de elaborar. Lo propusimos a Planeta y en el minuto uno dijeron que sí. Y aquí me tienes promocionando libros.

¿Tanto le apasionan lo fogones que no dejó de utilizarlos ni en el confinamiento?

—Llevo en esto desde que tenía 17 años. Es mi pasión, me gusta. En casa suelo cocinar yo solo cuando quiero y más rápido y también lo hago con Inma. Comemos todos los días y es necesario cocinar. Pero cuando me puse a escribir me surgieron muchas historias, reflexiones, comentarios... Es algo más que un libro de recetas. He estado encantado de haberlo aderezado con comentarios, con emociones. Yo soy muy emocional, lo sabéis todos los que me conocéis.

Un libro con referencias a personas cercanas.

—Sí. Hay personas que han supuesto mucho en mi vida personal y también profesional. No sé si el libro os gustará, pero yo me siento muy orgulloso de él. Más que un libro de recetas es un libro de emociones.

Es un hombre con muchas habilidades.

—Ja, ja, ja... Quieres decir más allá de la cocina, ¿no? Soy curioso y me gusta descubrir otras vidas más allá de los fogones. Descubrí la televisión y ahora descubro el mundo de los libros de cocina, estoy encantado.

¿Podemos enamorar con la comida?

—Por supuesto que sí. Hay muchos dichos al respecto...

No me diga lo de "contigo pan y cebolla".

—Ja, ja, ja... No. En el libro está escrito. ¿Sabes cómo me gané a Inma, mi mujer? Con unas rosquillas.

¿A usted le conquistan o le han conquistado por el estómago?

—Claro. Uno es humano. Me gusta conquistar con un plato y también que lo hagan conmigo.

Va a parecer tierno.

—Lo soy, lo soy... ¿por qué lo dices?

A veces da una imagen temible.

—Ni soy gruñón ni tengo mal genio. Me gustan las cosas bien hechas y me enfado si veo que se maltrata un producto o que un plato no es comestible por no hacerlo bien.

¿Cocinamos muy poco en casa?

—No estoy tan de acuerdo, quizá menos que en época de nuestras madres o abuelas pero la cocina en casa está cogiendo mucho auge. En el día a día hay menos tiempo, pero hay mucha gente que los fines de semana los dedica a cocinar. Es una actividad que gusta cada vez más y la gente está más preocupada por la calidad de lo que se lleva a la boca.

La nevera invita a la creatividad y también a hacer platos no muy ortodoxos.

—Es que no hay que ser siempre canónico en la cocina y seguir al pie de la letra una receta. Muchos platos de este libro nunca los había cocinado. Siempre tienes que mirar qué hay en la nevera y cocinarlo ajustándote a eso. Quiero hacer un arroz y no tengo ingredientes para una paella valenciana, pero tengo otros para hacer un arroz rico y saludable. La esencia de lo que quiero transmitir es que con un poco de imaginación y con una nevera bien abastecida hay muchas posibilidades.

¿La cocina de la improvisación?

—Claro. La cocina es improvisación muchas veces. Se improvisa cuando se está inventando un plato. De esa improvisación pueden salir platos francamente buenos y sin rompernos la cabeza. ¿Qué puedo hacer con lo que tengo?

Pero habrá neveras y neveras.

—Si solo tienes kétchup, leche, huevos y mantequilla no vas a ir más allá de una tortilla francesa. Teniendo una nevera un poco pensada y un congelador con un poco de todo...

Y, sobre todo, aprovechando nuestras despensas no tiramos comida cuando caducan los productos o llegan a un estado poco saludable.

—Tengo pavor a tirar comida. En mi casa, y en muchas, se comen las cosas que han ido quedando de un día para otro. A la hora de cocinar algunos platos, dejo recursos elaborados para otros guisos o platos. Cuando me pongo a asar pimientos, no aso dos, eso son los que nos ponemos Inma y yo, aso seis que son los que me caben en la bandeja. Los vas usando por partes: una ensaladilla, unas empanadillas, una salsa...

Esta pandemia ha descubierto el alma de cocinilla que llevamos dentro.

—Ja, ja, ja... Algunos han salido a la luz por necesidad y otros se han puesto manos a la obra sacando la pasión que llevaban dentro y que no tenían tiempo de desarrollar. Hay quien cocinaba los fines de semana, pero de repente te quedas en casa y no puedes hacer todos los días ese arroz que bordas los domingos o esas maravillosas carrilleras guisadas que te llevaban toda la mañana del sábado. No, llegó el momento en el que tenías que cocinar las cosas de todos los días, más sencillas, menos elaboradas.

Los fogones fueron un lugar para dejar de lado una realidad que nos sobrepasó y relajarnos.

—Por supuesto. Lo pasamos mal, estamos mal, pero poder comer rico, poder guisar con los tuyos, hacerte el pan, el bizcocho, la ensalada variada... Todos hemos vivido malos momentos, pero pudimos aliviarlos en los fogones. Esos momentos de cocina fueron oro molido en el confinamiento domiciliario.

Está a punto de volver a grabar en televisión.

—La próxima semana volvemos a grabar la cuarta temporada de Te lo vas a comer. Otros programas se han podido hacer porque eran en plató. Este no. Supone pasar mucho tiempo haciendo viajes, implica mucha relación personal y no estaba la situación para hacerlo. Veremos qué pasa, pero en principio estamos a punto de poder volver.

¿Tiene ganas de volver a hacer televisión?

—Sí. En principio supone también una vuelta a la normalidad. La televisión me gusta y me la tomo, este programa en especial, como un servicio a los espectadores para mostrar unas realidades que a veces no imaginamos.

Cuando nos encerramos en casa, mi intención fue echar una mano a los que no tenían un repertorio culinario para cocinar siete días a la semana

Soy curioso y me gusta descubrir otras vidas más allá de los fogones. Descubrí la televisión y ahora el mundo de los libros de cocina