- En otoño de 1928, la escritora británica Virginia Woolf desarrolló una serie de conferencias en las que reflexionar sobre la presencia de la mujer como creadora dentro de la literatura, charlas que poco después dieron paso al conocido ensayo Una habitación propia, libro de referencia que a día de hoy sigue teniendo un peso innegable. Casi cien años después, Nefer Olaizola ha querido tirar de ese hilo para cuestionarse sobre el lugar que a día de hoy ocupa la mujer en el sistema del arte en general. El resultado se puede ver a lo largo del próximo mes en ARTgia, sala reconvertida en una habitación inglesa de principios del XX para acoger Leihoa inarrosten.
“Puedo preguntar por el nombre de mujeres artistas y no sé si obtendría alguna respuesta. Pero si hago lo mismo con hombres artistas, al instante cualquiera me diría unos cuantos, algunos de ellos unos auténticos misóginos, por cierto. No veo una evolución significativa de lo que pasaba en la época de Virginia Woolf y en la actual. Las preocupaciones siguen vigentes y tampoco la situación es tan diferente, sobre todo porque la educación no ha cambiado”, describe la autora gasteiztarra a la hora de presentar una instalación que se estrena en el espacio de la calle José Lejarreta en el marco del programa EmArt, la convocatoria anual que desarrolla la sala dirigida por Irantzu Lekue para visibilizar y apoyar a las creadoras alavesas.
Esa gran habitación, con sus mesillas, las tazas de té, los cuadros y demás elementos configuran una escenografía propia de hace cien años, un entorno en el que Olaizola proyecta el audiovisual generado para la ocasión, una pieza en la que la autora reinterpreta el ensayo de Woolf a través de imágenes nacidas de la animación y el collage, de palabras habladas en euskera, y de sonidos generados por un violonchelo que parece desgarrarse por momentos. Frente a ello, como fuera de esa estancia doméstica, la palabra escrita toma las paredes blancas hasta llegar a un punto pintado, un agujero con especial significado. “Tal vez no sea fácil de entender en un primer momento”, pero ante todo Olaizola busca generar en quien acuda hasta la galería de Judimendi un “efecto emocional y agitador”.
“¿Qué requisitos hay que cumplir para sacar adelante la obra de arte de una mujer?”. Es una de las preguntas que Woolf y Olaizola comparten con casi un siglo de diferencia. En la respuesta, la artista vitoriana propone esta “instalación visual experimental”, con la que toma el relevo a la también alavesa Alejandra Bueno, quien con su No soy flor de tu florero No soy flor de tu floreroabrió a finales de marzo las exposiciones de los proyectos seleccionados en esta ocasión por EmArt. Bajo su paraguas, en los próximos meses el público también se podrá encontrar con las producciones de Carolina Mattos y Xialú Zurutuza.
De momento, las miradas se centrarán en Olaizola, que tras licenciarse en Comunicación Audiovisual, realizó el Máster en Arte, Literatura y Cultura Contemporánea (Universitat Oberta de Catalunya). Ha publicado diversos relatos y también ha presentado su recorrido audiovisual en festivales como Cortada.
Un audiovisual experimental se proyecta dentro de una habitación doméstica propia de la Inglaterra de principios del XX
Casi un siglo después de que Virginia Woolf escribiera ‘Una habitación propia’, “las preocupaciones siguen, la educación no ha cambiado”