ás que un temblor, la gira Ikusi Arte de Berri Txarrak (BTX) fue un movimiento sísmico que pulverizó la escala de Richter y demostró el cariño acumulado por el trío durante un cuarto de siglo de actividad. Dardara, la película de Marina Lameiro centrada en estos conciertos finales, que llegará a los cines el viernes, pone cara y sentimientos a sus fans de varios continentes y refleja las reflexiones del grupo. "Su música es un carrusel de emociones", se oye en el documental, en el que el trío pide que "no se rompa el hilo que nos une".

Springsteen abrió The river con The ties that bind, canción que se refería a esos lazos que no podemos romper y nos atan y unen, voluntariamente o no. Y esa búsqueda vital del "hilo del que tirar" al que se refería el trío navarro en Haria (2001) se advierte claramente en el documental rodado durante la gira Ikusi arte, el tour de despedida realizado en 2019 por el trío formado por el cantante y guitarrista Gorka Urbizu, el batería Galder Izagirre y el bajista David González tras ofrecer más de un millar de conciertos.

Dardara, título extraído de Dardararen bat, tema que abría su último disco, Infrasoinuak (2017), es un documental escrito y dirigido por la cineasta Marina Lameiro, que se embarcó con el grupo en esa larga gira por varios continentes. El film se estrenará oficialmente mañana, en la sección oficial del 15º Festival Internacional de Cine Documental de Navarra-Punto de Vista. La película, de hora y media de duración, llegará a los cines el viernes 19 y cuenta con la colaboración de EITB, Gobierno de Navarra y el Instituto Etxepare.

El documental es la prueba irrefutable de cómo BTX se convirtió en un fenómeno global, de la mano del rock y cantando en euskera. Trascendiendo continentes, lenguas, estilos musicales y generaciones. Es, además, y puede que principalmente, un homenaje a sus seguidores, a los que pone cara a medida que la banda tira de pasaporte y recorre Alemania, México, USA o Japón, ya que muestra ese hilo, recio y consistente como el acero, que les une con el trío. Ahí Dardara emociona, cuando sus fans se sinceran, en su vida diaria o disfrutando sudorosos frente al escenario. Como esa txiki que pregunta por qué la canción Oihu habla de un dolor que no es físico, al no existir herida visible; o Xabi Cabrera, joven en tránsito de cambio de sexo, que se tatúa "aprender a desaprender lo aprendido" porque ese verso de BTX significa "una vida nueva, la que siempre he querido"; o la oriental Koichi Hanafusa, que confiesa no entender las letras aunque explica que "no puedo quitármelas de la cabeza" antes de romper a llorar ante el escenario; y Oihane Ofogo, de origen camerunés, que es incapaz de aclarar "por qué me gustan tanto". Su aita, que envidia su pasión, le responde que "las cosas importantes de la vida no se pueden explicar". Y tomando como columna vertebral a la diana de sus canciones, como esa alemana que les sigue de gira y que dice "dejarse llevar y caer con la gente", los adolescentes skaters estadounidenses que versionan al trío en un cuartucho o el latino que define su música como "eufórica e incontrolable", Dardara sirve también de viaje físico y emocional de la gira y sus integrantes, que se desplazan entre furgonetas, aeropuertos y conciertos, siguiendo un camino, como recita Gorka en el arranque, del que "no sabemos lo que aprendemos".

Orgulloso, agradecido, vacío y con hambre, abrazado por todos y por él mismo, gritando en silencio y "con ganas de quedarme y miedo de acabar con todo", Gorka es el hilo conductor de un viaje "frenético" que parte del recuerdo de la creación del grupo, con 17 años y el deseo de "gritar y hacer ruido contra el mundo". Tras confesar que inicialmente escuchaba "mucha radiofórmula" y que "descubrí tarde el rock", se muestra cómo el trío elige el repertorio en camerinos y la luminotecnia en el escenario, los ánimos eufóricos antes de salir a tocar, un masaje en el brazo del batería, el libro El amigo, de Sigrid Núñez, que acompañó a Gorka en el tour...

Dardara, que avanza a través de las letras y reflexiones de Gorka, es una película sobre el poder de la música y la pasión -ese mínimo exigible, como reza una de sus letras- que impulsa todos y cada uno de sus conciertos, "siempre iguales, siempre distintos". El BEC, Kobetamendi, el Navarra Arena€ escenarios donde se explicita el deseo del grupo de huir de la inercia, de alimentar esa pulsión por "hacer lo que más nos gusta". Y ante la llegada de "una nueva etapa", en la que Gorka confiesa que "voy a seguir creando, lo que no sé es de qué forma ni cuándo, ni cómo, ni el formato", llega la extrañeza ante el último ensayo y las dudas, cuando el público grita "beste bat, beste bat". Ahí, llega el temblor y sus réplicas. Y las hacen frente. Y se limitan a sentir€ y a despedirse con un ruego: "Que no se rompa el hilo que nos une".

El documental es la prueba irrefutable de cómo BTX se convirtió en un fenómeno global, de la mano del rock y cantando en euskera