- En esta comedia el protagonismo recae en el popular actor, que interpreta a Jerry Bernstein. Este agente de la NSA llega a la sede del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico para actuar de enlace con el servicio de inteligencia americano. Supone su regreso a la comedia tras Friends (1994-2004), una de las series más populares del mundo. Y después de 10 temporadas, le dio a Schwimmer, como al resto del reparto, una carrera y trayectoria, y en su momento fue uno de los actores mejor pagados de la televisión. Su popularidad le permitió interpretar varios papeles cinematográficos. Intelligence se estrenó en febrero de 2020 en Sky One en el Reino Unido, y consta de una temporada de 6 capítulos, aunque ya ha sido renovada por una segunda. En EEUU fue una de las pocas comedias de producción ajena elegidas para formar parte del catálogo del lanzamiento de la plataforma Peacock.
¿Cómo surgió ‘Intelligence’?
—Es un proyecto del actor y cómico Nick Mohammed. Habíamos trabajado juntos en un piloto que él había escrito con Julia Davis. Lamentablemente no llegó a convertirse en serie, pero nos mantuvimos en contacto. Fue suya la idea de que un agente de la NSA -la Agencia Nacional de Seguridad americana- ingresara en una organización gubernamental británica y ocurrieran situaciones muy divertidas.
¿Está muy vinculado al Reino Unido?
—Me encanta trabajar en ese país. Dirigí en suelo británico mi largometraje de debut Corredor de fondo con Simon Pegg, con quien ya había trabajado en La gran nada (rodada en parte en Gales), y también he actuado en los escenarios teatrales del West End londinense.
¿Nick Mohammed escribió el personaje de ‘Intelligence’ pensando en usted?
—Por descontado. Y la serie ha sido renovada, así que ya está con los nuevos guiones. De hecho, si no fuera por la crisis sanitaria estaríamos ya grabando.
¿Es una ‘workplace comedy’?
—Se decidió ambientar la serie en el GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido), y la comedia muestra el lado menos glamouroso del espionaje. Si cuando pensamos en el MI5 y MI6 siempre asociamos su actividad a James Bond -básicamente por la acción-, en esta oficina, que existe realmente, sus miembros se pasan el día en un escritorio trabajando con ordenadores y analizando datos.
¿Quién es Jerry, su personaje?
—Un macho alfa, un hombre conservador, racista sin saberlo, sexista y homófobo. Es ignorante y pomposo, así que lo tiene todo. Es también muy patriota. Es muy proamericano y piensa que Estados Unidos es el número uno en todos los aspectos, y está muy orgulloso de su país. No es muy inteligente, pero tiene carisma y mucha confianza en sí mismo, lo que, como sabemos, puede resultar muy seductor. En realidad, es casi como un político.
¿Qué está haciendo en Inglaterra?
—Oficialmente es un oficial de enlace. A lo largo de la serie se revela cuál es su verdadera historia, pero digamos que está allí por una razón distinta a la que afirma. Básicamente, está metido en un lío y decide huir de Estados Unidos y de su oficina de la NSA y exiliarse en el Reino Unido.
¿Tiene un lado humano o es solo un fanfarrón?
—Tiene una personalidad bastante arrogante. De vez en cuando es grosero, pero también tiene su corazón. Hace ya un año y medio empecé a meterme en este papel. Inicialmente, al interpretarlo sentí que era una persona superficial: un imbécil americano e impulsivo. Estábamos buscando su lado más humano y vulnerable, y creo que lo encontramos a lo largo de los seis capítulos.
¿Es un personaje complejo?
—Sin duda. No sería divertido ni interesante interpretar a un protagonista unidimensional, así que queríamos que fuera más complejo. Además, creo que Joseph, el personaje que interpreta Nick, también es bastante complicado.
¿Una agencia de seguridad nacional es un buen sitio para ambientar una comedia?
—El tema de la seguridad nacional es un gran telón de fondo para una comedia de situación y permite mostrar cosas sencillas y cotidianas y hablar sobre un trabajo que tenemos muy idealizado. Mostramos su lado más humano a pesar del gran trabajo que realizan y de la información sensible con la que tienen que lidiar.
¿Cómo se documentaron?
—El Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido (GCHQ) y la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) nos contactaron. De forma muy amigable, simplemente mostraron su interés en la serie y se pusieron a nuestra disposición: querían saber cómo los íbamos a mostrar. El trabajo que están haciendo es increíble y siempre les ocurren contratiempos. Leí recientemente en The New York Times una noticia en la que decían que la NSA había desarrollado un programa contra la piratería, pero alguien lo robó o se filtró, y ahora se ha utilizado en su contra.
¿Qué descubrieron de la GCHQ?
—Muchas cosas interesantes que en ocasiones incorporamos a las tramas. En primer lugar, tienen un coro y hay audiciones para formar parte de él. También nos enteramos de que no hay un código de vestimenta, por lo que algunos empleados van con pantalones cortos y otras personas se presentan con uniformes militares. También encontramos jóvenes con sudaderas y capuchas.
Muchos temas con los que lidia esta agencia son muy serios…
—Obviamente no quisimos mostrar esos aspectos porque es una comedia. Hemos tratado de reflejar que, para las personas que trabajan en este organismo , la vida continúa a pesar de lidiar con situaciones realmente horribles. Sin que nunca se vuelva sombría u oscura, en la serie solo intentamos encontrar los momentos más normales de su vida laboral. Es una comedia ambientada en un espacio de trabajo, y el humor proviene de las interacciones sociales de los protagonistas.
“Mi personaje es un macho alfa, conservador, racista sin saberlo, sexista y homófobo. Es ignorante y pomposo”
“Está metido en un lío y decide huir de EEUU y de su oficina de la NSA y ‘exiliarse’ en el Reino Unido”