- Fue con otro músico de aquí sobre el escenario. Era martes 25 de febrero. Por cierto, casualidades de la vida o no, también residente en Pamplona. El guitarrista y compositor alavés Adrián Fernández protagonizaba en aquella jornada una nueva audición de Ondas de Jazz. El Conservatorio Jesús Guridi estaba lleno. El programa estaba justo en su ecuador. Su final en mayo quedaba todavía lejos. Y aunque el covid-19, en esos momentos, empezaba a estar presente en muchas noticias (tres días después se confirmó el primer caso en Álava), todavía nadie imaginaba todo lo que estaba por venir.
Ayer, nueve meses después, nada fue igual pero, por lo menos, el programa impulsado por Ondas de Jazz pudo volver a sonar. Lo hizo en el arranque de su decimoquinta temporada. Tres lustros trabajando para y por la divulgación del género en particular y la música en general. Sucedió a la misma hora, a las 19.00 horas. De nuevo en el Jesús Guridi. Y también con protagonismo alavés procedente de la capital navarra. Pero la escenografía fue diferente. Para empezar porque todas las invitaciones se agotaron, sí, pero dejando a muchas personas sin poder asistir por la reducción de aforo a la que obliga la pandemia.
Además, los presentes, con sus respectivas mascarillas, fueron recibidos con geles, termómetros, distancias y todas esas medidas que ahora se han convertido en normales y que hace que aquello de que la cultura es segura no sea solo una frase.
Frente a los espectadores, se estrenó NoQuestion, quinteto que pudo por fin dar su primer concierto, tras ser otro damnificado de la situación. Su puesta de largo tenía que haber sucedido a principios de marzo, justo una semana antes de la declaración del estado de alarma, pero aquella cita nunca se llegó a celebrar. Con todo, Dani Domínguez (batería), Dani Artetxe (guitarra), Borja Echeverria (piano), Ion Dorregarai (bajo) y el gasteiztarra Peio Martínez (saxo) se pudieron quitar la espina gracias a Ondas de Jazz e iniciar junto al público un camino que se espera sea largo.
Para Martínez fue una ocasión especial por muchos motivos, también por el hecho de que el saxofonista volvía a su ciudad y a un Ondas en el que ya había actuado siendo alumno del conservatorio.