l exceso era el camino. Charlie Parker vivió intensamente y murió de modo prematuro, revolucionó el jazz y se convirtió en el héroe negro de una sociedad que reivindicaba las raíces y el cambio por la igualdad. Charles Christopher Parker (Kansas) es uno de los profetas del bebop junto a su amigo Dizzy Gillespie, con quien compartiría escena en formato de quinteto -Miles Davis a bordo- en el Carnegie Hall en 1947 y en la Sala Pleyel en 1953, aunque su primera toma de contacto tendría lugar en 1939. Ambos diseñarían el estilo que renovó el jazz hasta nuestros días, el bebop, que sigue vigente como primordial en el género.
A pesar de la inicial hostilidad ante la novedad entre el público, la prensa y los compañeros de oficio; la transición de las big bands a formaciones y combos pequeños, el virtuosismo de sus componentes, la capacidad de improvisar, la coloratura de las interpretaciones y la rapidez de los solos se hicieron hueco. Parker era el responsable. “Podías saber el color del pelo de la chica en la que estaba pensando cuando tocaba en plena forma”, dijo de él Charles Mingus, otro músico clave en la historia del jazz.
Intérprete de saxo alto con capacidades armónicas inusitadas, compuso piezas que ya son estándars del repertorio jazzístico. El origen de su alias, Bird, es incierto, pero la querencia por el apelativo provocó títulos como Ornithology, Yardbird Suite, Bird Feathers, Chasin’ The Bird o Blue Bird, entre otros.
Bird fue autodidacta. Rechazado en los conservatorios de música, su inspiración procedía de saxofonistas consagrados como Lester Young o Buster Smith, de cuya banda formó parte. Aunque se le achaca al bebop la inclusión formal de la percusión afrocubana, ya las orquestas de jazz completaban algunos de sus números con ritmos latinos. Es, de todos modos, la revisión de Parker del Begin the beguine una sorpresa refrescante. De igual forma, demostró su versatilidad al enfrentar otras obras de Cole Porter en formato de big band (Easy to love, Night and day, What is this thing called love) y sin olvidar que su célebre estándar Ornithology partía de How High the Moon, puesto en escena por Benny Goodman por primera vez. Charlie Parker cambiaba las reglas del juego y se permitía guiños como este. Las grabaciones de Savoy Records y Dial Records sintetizan el periodo más creativo (1945-48) del precursor de la edad moderna del jazz. De las primeras, Essential Jazz Classics recopila más de 130 cortes con sus tomas alternativas. De las segundas, Bird’S Nest ofrece completo el repertorio para el sello de Ross Russell, además de dos sesiones extra de la misma etapa.
Las audiencias negras ya no regentaban burdeles, bares clandestinos o antros de juego, sino que se habían trasladado a locales respetables a los que también asistía el público blanco. El dinero quemaba en las manos de esos músicos de vestir elegante, amoríos interraciales e interpretaciones musicales técnicamente febriles, arrebatadas y de enorme complejidad. Se abría un nuevo estilo de vida en la sociedad americana de postguerra. Como reconocería Martin Luther King Jr. en la presentación del Festival de Jazz de Berlín, casi diez años después de la muerte de Bird: “El jazz habla en nombre de la vida. El blues habla de las dificultades de la vida y, si pensáis por un instante, os daréis cuenta de que cogen las peores realidades de la vida y les ponen música, solo para traer esperanza y una sensación de triunfo. Es la música triunfante”.
Parker puso al revés la música, apeló a la imaginación de los oyentes y a sus sentidos. Fue el modelo para jóvenes saxofonistas que tomaban como punto de partida su fraseo, de distinta duración y acentuación asimétrica, las notas altas y la fuerza creativa. A pesar de atesorar seguidores leales, los cenáculos de boppers, intelectuales y bohemios, que abarcaban novelistas, poetas o pintores, nunca fueron mayoritarios. De hecho, el bebop no alcanzó la popularidad del swing, que había empapado de viveza el country (Bob Wills and his Texas Playboys, Milton Brown and his Musical Brownies), o el recién nacido R&B, en el que recalaban indistintamente músicos del blues y del jazz (Louis Jordan, Willie Dixon, Count Basie, Lionel Hampton). Además, su cenit fue breve en el tiempo. Pero Bird ya era una estrella bigger than life (”más grande que la vida”) que vivía excesos como lo haría posteriormente cualquier figura del rock -en una ocasión arrojó su saxofón por la ventana de la habitación del hotel en el que se hospedaba y en otra se bañó en el mar con un costoso traje recién comprado-.
Las secuelas y dolores de un accidente de coche, por el que le prescribieron morfina a edad adolescente, le convirtieron en un adicto a la heroína. Un motivo por el que más tarde comenzaron las fricciones con Dizzy Gillespie, que hubo de contratar sustitutos por sus ausencias. Paradójico es que muchos músicos se iniciarían en su consumo con la idea equivocada de que su talento procedía de las drogas. Su notoriedad le precedía y su reputación como adicto consiguió que se le prohibiera entrar en varios clubes, entre ellos el que llevaba su nombre: Birdland. Tuvo tres matrimonios y una pareja: de su matrimonio con Rebecca Ruffin a los 16 años tuvo un hijo; con Geraldine Marguerite Gerry Scott se casaría en 1943; con Doris June Sydnor lo hizo en 1948 y posteriormente se unió a Chan Richardson, a quien consideró su esposa aunque nunca contrajera nupcias. Fruto de esta relación sería padre de Baird y Pree. Adicto al sexo, se sucedían las interminables veladas de sus conciertos con las numerosas amantes que fue teniendo. La muerte de su hija Pree a los 2 años por una neumonía aceleró su deterioro, con episodios de alcoholismo y esquizofrenia, y un intento de suicidio en 1954 le confinó en un hospital mental. Un ataque al corazón y la cirrosis precedieron a la neumonía y a una úlcera hemorrágica que le llevaron a la tumba a los 34 años.
A pesar de la pandemia e incertidumbre, se sucederán varios tributos a la figura de Charlie Bird Parker con motivo del centenario de su nacimiento. Muchos serán celebrados online, como las 24 horas de homenaje entre ayer y hoy con la proyección del filme de Clint Eastwood, Bird, sobre la vida del saxofonista. A esto le han seguido debates a cargo del crítico Gary Giddins y con los músicos Joe Lovano, Charles McPherson, Antonio Hart o Grace Kelly entre los invitados -todos ellos saxo alto-; una escucha de las grabaciones fundamentales de Parker y el estreno de una cinta dirigida y coreografiada por Hope Boykin. Para acceder a estos contenidos: 92Y.org/charlieparker. Por su parte, la editorial Z2 Comics publicará en septiembre Chasin’the Bird: Charlie Parker in California, un cómic del músico Dave Chisholm y del director artístico de animación en Dreamworks TV Peter Markowski.
Una vez arrojó su saxofón por la ventana de la habitación del hotel y en otra se bañó en el mar con un costoso traje recién comprado