- Una mirada, un mueca, una palabra, una bofetada, una puñalada... Las agresiones machistas se expresan de muy diferentes maneras, todas ellas graves y execrables. Es esa realidad diaria y sus consecuencias lo que se encuentra en la base del cortometraje Ni una más, aunque en esta historia coral -dura al tiempo que necesaria-, su director y guionista, el creador gasteiztarra Beñat Fontaneda, lleva al público frente al espejo de cada uno, puesto que en el fondo, se quiera o no, la violencia es algo definitorio de cada persona. ¿Se puede justificar su uso dependiendo el caso? Resulta imposible, eso sí, profundizar más en esta cuestión sin dar demasiadas pistas a los futuros espectadores sobre el argumento.

Tampoco el público va a tener que esperar mucho para adentrarse en esta cinta rodada en la capital alavesa en noviembre de 2018. Será el próximo 8 de julio, en el marco de la inauguración de Korterraza, cuando se produzca el estreno oficial tras el pase privado online que tuvo lugar hace unos días para el equipo técnico y artístico. El covid-19 ha alterado todos los planes, también éste. Más allá de la pandemia, Fontaneda ve cómo, por fin, se hace realidad una creación de bajo presupuesto cuya postproducción se ha alargado más de lo previsto por distintos motivos, como el hecho de que tanto la Diputación como el Ayuntamiento de Vitoria hayan decidido no apoyar el trabajo.

Itziar Rekalde, Iñigo de la Iglesia, Pilar Gil, Josune Vélez de Mendizabal, Unai López de Armentia, Jone Bengoa, Ohiane Riaguas, Mary Zurbano, Carmen San Esteban, Piedi Larrañaga, Nati Pozuelo, Mikel Larrea y Sandra Alba Cordón se ponen frente a la cámara para dar vida a un argumento que no puede tener una base más real y cotidiana, la del maltrato. "El confinamiento para las mujeres que sufren violencia ha tenido que ser horrible", dice el director, que empezó a trabajar en esta idea en 2010, cuando "en realidad no se hablaba tanto como ahora de algo que es una barbaridad. La violencia directa afecta a un 51% de la población pero el machismo afecta al 100%. Siendo hombre, me parece un problema de toda la sociedad".

Ese primer impulso quería traducirse en un largometraje. De hecho, la idea sigue sobre la mesa una década después. "Ahora quiero disfrutar del corto porque, además, me interesa mucho ver las reacciones que pueda generar. Cuando eso pase, tendré además algo más que mostrar a los productores; así, el camino a la película será más sólido, aunque todavía vea lejos la posibilidad de hacerla". Todo llegará.

De momento, lo que el director plantea es un debate de fondo sobre si es lícito el uso de la violencia en determinadas situaciones y hasta qué punto se pueden justificar unas acciones, e incluso las formas en las que se ejercen. "Sé que es un guión incómodo porque habla de la ética", del posicionamiento de cada cual y de los argumentos que cada persona puede usar para sentirse comprendida. "En general, Ni una más genera debate y eso es lo que me gusta. Lo único que he hecho es poner las interrogaciones sobre la mesa y estoy viendo que la gente quiere dar su opinión. Es un corto con mucho subtexto y mucha información, que hace un planteamiento incómodo, pero es que tiene que ser así. Hoy, igual que hace diez años, me sigue pareciendo una gran historia que tengo la necesidad de contar".

Llega el momento del público, de comprobar esas primeras sensaciones, de dejar atrás un rodaje del que Fontaneda recuerda varios momentos impagables, como aquel día que cuatro de sus actrices crearon una conversación no escrita a partir de sus propias experiencias, un instante mágico "en el que yo, como director y guionista, me eché para atrás y me quedé callado", recuerda el realizador, que además de afrontar este estreno y no perder de vista la posibilidad de convertir Ni una más