Bilbao - Casas y tumbas lleva la firma de Atxaga, pero también está en él en espíritu de Asun Garikano, su mujer y la persona que ha traducido Etxeak eta hilobiak. Dice el escritor que a lo largo de este proceso siempre hay, entre comillas, discusiones. Ambos dedicaron todo el año pasado a poner en pie las dos versiones de una misma historia. Su vida gira de tal forma alrededor de los libros que la primera chica con la que bailó vivía al lado de la biblioteca municipal a la que él iba todos los días. En su sumario de intenciones tiene un lugar especial escribir un relato corto sobre los hechos de Altsasu.

Acabó muy bien el año, premio y libro. Le supongo encantado.

-Un premio ayuda. Después de casi cincuenta años escribiendo, un premio te da un descanso. Y te hace pensar que algo has hecho, algo has conseguido. Sin más, tampoco le doy más importancia, lo importante es seguir escribiendo, pero con un poco más de tranquilidad.

Miro su listado de premios y lo suyo es de puro vicio.

-Ja, ja, ja? No sé si esto que me estás diciendo es una buena señal. Sinceramente, hay algo que se llama suerte?

Perdone, no se obtienen los premios que usted tiene solo por una cuestión de suerte.

-Gracias. Si analizamos la palabra que te he dicho, quiere decir que tu historia personal y tu historia general van al compás. Cuando me dieron el Premio Nacional de Narrativa (1989), digamos que mi historia personal era que acababa de escribir Obabakoak en euskera. En esa misma época, la historia en general, con el cambio hacia la democracia y la relación que se estableció con las lenguas diferentes del Estado. Se dio esa coincidencia.

¿Y qué coincidencia se ha dado en esta ocasión?

-Quizá ahora también haya coincido la marcha de la historia general y la marcha de la historia personal. Tenía el libro, Etxeak eta hilobiak, cincuenta años escribiendo, publicaciones en dos lenguas? También hay más sensibilidad ahora que hace dos años por parte de la política de Madrid, me parece. Eso es lo que llamo suerte. No tengo ninguna queja de la suerte, creo que profesionalmente he sido afortunado. Estoy realmente satisfecho de cómo me ha ido como escritor.

¿Se puede jubilar un escritor?

-No creo, es una forma de vida. Yo no sabría vivir sin hacer apuntes en los cuadernos, sentarme delante del ordenador y no escribir algo, no plantearme ideas. Vivo de esta manera, no sé vivir de ninguna otra; además, tampoco podría. Se habla de descansar a determinada edad. ¿Descansar? Pero si yo no tengo ninguna necesidad de descansar. La necesidad que tengo es de tener buenas ideas, poder seguir escribiendo y contando historias.

Si le hubieran dicho cuando empezó a escribir?

-... Que llegaríamos a estar hablando tú y yo sobre todo esto, que han pasado cincuenta años y sigo escribiendo, diría que no. Nunca lo pensé. Hoy lo estaba hablando con un amigo. Tenía mucha afición a la escritura, a la literatura, desde niño, pero es imposible pensar cuando eres joven en lo que vas a conseguir. Si te parece te voy a contar una anécdota que resulte más gráfica.

Por supuesto.

-Recuerdo que a los 16 o 17 años estaba leyendo Crimen y castigo, de Dostoievski, y estaba tan enfrascado en el libro, que eran fiestas de Andoain y no fui capaz de dejar el libro y salir a la calle. Fíjate, tenía 16 o 17 años, es cuando empiezas a bailar con las chicas. No salí al baile, digamos que ya en aquella época lo más importante de la vida giraba en torno a los libros.

¿No tiene aficiones?

-Un par de ellas, pero muy moderadas. Soy aficionado moderado en todo salvo en lo de los libros. En leer y en escribir no tengo moderación

Le cuenta a un joven de ahora, que dejó pasar la posibilidad de bailar con una chica por leer ‘Crimen y castigo’, un libro que ligero no es, y seguro que le miraría muy raro.

-Te diré, mi familia se trasladó de Asteasu a Andoain. La primera chica con la que bailé en mi vida vivía al lado de la biblioteca municipal de Andoain. Con esto quiero decir que iba todos los días a la biblioteca municipal. Cuando en verano volvíamos a Asteasu, me llevaba libros de ella. Recuerdo uno, Las mil mejores novelas policiacas.

‘Etxeak eta hilobiak’ y ‘Casas y tumbas’, euskera y castellano, dos versiones que han salido muy cercanas la una de la otra.

-Tres meses de diferencia. Esto indica una particularidad de mi vida de escritor: soy una rara avis, soy un escritor bilingüe. Escribo el libro en euskera y lo traduce y le da su versión Asun Garikano, mi mujer y traductora profesional. En cuanto yo acabo la versión en euskera, hago un repaso a la versión en castellano, luego lo vuelve a coger ella y le da otra versión. Es una forma de publicar muy rara, escribo menos libros en cantidad que los que debiera, pero cada uno de ellos ha sido más trabajado, quizá por tener esa traducción en mente.

¿Y no discute con su mujer a la hora de traducir? ¿Están siempre de acuerdo?

-Recuerdo otros libros, cuando mis hijas aún eran adolescentes, nos solían decir: “¿Pero vosotros solo habláis y discutís de las cuestiones de la lengua?”. Muchas veces el tema de las traducciones es una lucha entre los dos. Las discusiones, en fin, como en todo matrimonio, existen, pero las nuestras casi siempre son en torno a cómo poner o dejar de poner una frase. La traducción desde el euskera es un triple salto. No es como del inglés al español o del español al italiano. Al ser las lenguas tan diferentes en cuanto a historia, morfología y sintaxis resultan traducciones difíciles.

Da la sensación de ser un trabajo ímprobo.

-Es un tiempo de vida. Si me preguntases qué hemos hecho Asun y yo este año pasado, te diría que nos hemos dedicado solo al libro, no hemos hecho nada más. Creo que fuimos cinco días de vacaciones con nuestras hijas a Iparralde.

Un libro de amistad y naturaleza.

-En ese sentido, tengo un fondo romántico en cuanto a la naturaleza. Considero que la naturaleza es un ente vivo, tiene alma, puede hablar. Normalmente, juego con la naturaleza y con los cambios de la naturaleza, con los cambios en las nubes, para expresar el estado anímico y la interioridad de los personajes. Es la naturaleza entendida literaria o poéticamente. No la entiendo en mis libros de forma económica o física. La naturaleza habla del alma humana, así lo intento transmitir en mis libros.

¿La amistad también es un elemento poético?

-Para mí, hay temas fundamentales y uno de ellos es la amistad. Si me tuviera que plantear que solo pudiera legar una enseñanza a mis hijas, a generaciones futuras, sería la amistad. Les diría que pensaran mucho en la amistad y en tener buenos amigos y en ser buenas amigas también. Creo que la amistad, dentro de todos los afectos, es el más importante.

¿Por encima del amor? Un sentimiento que se sublima mucho.

-El matrimonio, cuando es un buen matrimonio, es una gran amistad. El matrimonio puede ser la mejor forma de amistad. El matrimonio, el amor o lo que sea, yo lo enmarco dentro de lo que se llama amistad. En la segunda pieza del libro, en el segundo capítulo, está la amistad. Ese capítulo se llama Cuatro amigos.

Le supongo trajinando nuevas ideas para un futuro libro.

-Bueno, yo estoy constantemente tomando notas. Después voy repasando los cuadernos. Te cuento un caso: estoy contemplando un catálogo de los objetos y paisajes relativos a Kafka en los que aparecen unas instrucciones sobre qué indemnización se debe pagar por accidentes de trabajo. ¿Qué te parece?

Curioso.

-Él trabajó en una aseguradora. Y aparece lo que se debe pagar a un carpintero que ha perdido algunos dedos en el trabajo y pienso: como mi padre, que era carpintero. Mi padre, que perdió dedos y nunca le afectó el tema? Fíjate a qué ideas puedo llegar a través de Kafka, me pongo a pensar sobre ello?

? ¿Y saldrá un libro de ahí?

-No lo sé, pero me pongo a pensar en mi padre que no se quejaba de la tara que tenía en la mano, no era grave, y otro por tener una ceja más baja que la otra se deprime. Esta es la nota que tomo, luego de ahí, pues no sé si saldrá un libro o no. Voy a ver qué sale. Quisiera también hacer una novela corta a partir de los hechos de Altsasu. No sé si lo lograré.

¿Qué es el tiempo para usted? Parece que no hay tiempo para nada.

-Me voy a otro apunte. La mejor forma de entender el tiempo es imaginarlo como vehículo. Cuando estás dentro de un autobús estás dentro de algo que está en movimiento y tú no te puede apartar de ese ritmo. Hay un tiempo que va a un ritmo equis, un tiempo ajeno a nosotros. Ha desaparecido el tiempo, ha desaparecido el tiempo libre, el tiempo para vagar? Todo el mundo va deprisa y sin tiempo no hay conversación y sin conversación no hay risa.