El escritor francés Víctor Hugo, allá por los primeros años del siglo XIX, piropeaba el Casco Viejo de Vitoria-Gasteiz destacando su gran belleza y comparándolo con el de la ciudad alemana Núremberg. Mucho ha llovido, nevado, granizado desde entonces sobre sus murallas medievales. Ahora, los vecinos del Casco Viejo de nuestra ciudad no pueden expresarse de manera más clara y contundente: “El Casco Viejo se cae de forma irreversible”. Así se manifestaban hace apenas un par de meses ante el desalojo de los vecinos que vivían en un edificio de la calle Cuchillería por el mal estado del inmueble que data del año 1886. Hay que recordar que ciertas viviendas de las calles Correría, Zapatería o Santo Domingo están en la misma situación, y que sus vecinos no disponen de los suficientes recursos económicos para afrontar unas reformas de gran envergadura. En ese sentido, se van a cumplir dos años desde que los residentes de un edificio de la calle Santo Domingo fueran desalojados tras detectarse en él problemas estructurales. La rehabilitación asciende a un cuarto de millón de euros más, casi, otros cien mil para subsanar los problemas detectados por la Inspección Técnica de Edificios. “Al Ayuntamiento se le llena la boca hablando de la almendra, pero después nos dejan abandonados”, declaraba el portavoz vecinal de la asociación Gasteiz Txiki. Roberto Ercilla, el arquitecto, apuntaba también: “La estructura urbana de nuestro centro histórico es de las mejores de Europa, pero se paralizó toda la operación de rehabilitación e incluso se ha permitido que se vaya degradando.”
Desde estas líneas ya hemos mencionado en alguna otra ocasión que Europa Nostra, la acreditada entidad que concede anualmente un premio a las instituciones que han desarrollado con mayor excelencia su labor en pro de la conservación del patrimonio europeo, galardonó a nuestro Ayuntamiento en 1983 y 2010. En ambas ocasiones se reconocía el esfuerzo de nuestro Consistorio por preservar un Casco Viejo que conserva casi intacto, después de ocho siglos, su trazado medieval. Nuestra almendra siempre ha sido reconocida fuera de nuestras fronteras como lugar noble de alto interés cultural e histórico. ¿Cómo, entonces, es posible que ahora se esté permitiendo que se hundan sus casas? Se constata el abandono institucional: las ayudas a la rehabilitación se paralizaron el año pasado. Obviamente no puede dejarse en manos de sus vecinos restaurar el patrimonio histórico de nuestra ciudad.
Este barrio que ha sido sucesivamente gótico, renacentista, barroco, neoclásico y romántico ahora parece no tener ya futuro pues nuestras instituciones miran hacia otro lado. “Saben que el Casco se cae, pero a nadie le importa su vecindario. Sólo intervendrán cuando sea negocio. Parece que sí hay quienes quieren que el Casco se muera? o se vacíe y abra paso a la especulación inmobiliaria, como está sucediendo en otros centros históricos”, declaraba otro colectivo con sede en el Casco Viejo.