Vitoria - El pasado jueves por la noche, con el estreno de Quitamiedos a cargo de Kulunka, la cuadragésimo cuarta edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz se puso en marcha, un certamen que hoy, a partir de las 20.30 horas, vive su segundo encuentro con el público, esta vez con la danza como vehículo de expresión. En concreto, la compañía canadiense de la reconocida coreógrafa, bailarina y directora Marie Chouinard será quien se adueñe del Principal para componer su particular acercamiento, a través del movimiento y la música, a una de las creaciones más conocidas de El Bosco, el tríptico de El Jardín de las Delicias.

No muchas -también porque en principio no está previsto que se abra el segundo anfiteatro- pero todavía quedan algunas entradas disponibles por 24 y 18 euros para poder adentrarse en un montaje creado en 2016 con motivo del 500 aniversario de la muerte del pintor, una producción de poco más de una hora. “Es una pieza muy corta pero ocurren muchas cosas, es una experiencia mágica”, explican las bailarinas Valeria Galluccio y Carol Prieur, dos de las intérpretes que se subirán a las tablas de la calle San Prudencio junto a Jossua Collin Dufour, Motrya Kozbur, Luigi Luna, Scott McCabe, Sacha Ouellette-Deguire, Clémentine Schindler, Mansfield Sayer Katherine, Robbins Celeste Angelica y Batt Adrian WS.

“Más que una coreografía, Marie nos propone a los bailarines un sistema de movimiento, es decir, hay una coreografía pero también una parte que hace que cada actuación sea nueva también para nosotros. Es una forma de descubrir en cada actuación algo nuevo de nuestro cuerpo y de nuestra alma”, describe Galluccio, reflexión a partir de la cual su compañera tiene claro que “ni cada uno de nosotros ni los espectadores son los mismos cuando entran a ver la obra que cuando salen”. Hoy será una buena oportunidad para comprobarlo en primera persona.

La interpretación del cuadro no tiene una línea argumental. Tampoco se sigue el orden del tríptico para transitar por los diferentes momentos e imágenes de la pintura. Al contrario, la pieza es un juego abierto en el que también tiempo para las travesuras y la diversión. De hecho, ninguna de las dos oculta que en la parte del infierno, frente a las imágenes tan impactantes de El Bosco, la coreógrafa opta por el humor y la exageración.

“Como todas las creaciones de Marie, ésta supone adentrarse de lleno en un universo muy particular”, en el que los bailarines también han podido aportar, incluso sirviéndose para trabajar en escena de elementos de otros montajes anteriores de la compañía canadiense, un guiño al imaginario que a lo largo de su trayectoria ha ido generando la autora. “Ella siempre abre un espacio para la innovación que a nosotros nos encanta”. Desde esas bases, y en todo momento con el cuadro presente en escena, la formación desembarca hoy en un Principal que, por unos momentos, parecerá el Museo del Prado, donde se encuentra la obra. - C. González