Vitoria - Hace 25 años se tomó la decisión. El estado del edificio se había convertido en un peligro real y era necesario garantizar la seguridad de quienes, en un momento dado, pudieran estar su interior. La Catedral Santa María se había convertido en una amenaza y había que prohibir su uso público para evitar males irreparables. Hoy parece mentira pensar en todo lo que ha sucedido en este cuarto de siglo, en cómo el templo gótico no sólo se ha recuperado, sino que se ha convertido en un foco turístico de primer orden para el territorio, y en un punto de actividad cultural, sin perder de vista su uso religioso. Todavía se tienen que dar algunos pasos importantes dentro de la recuperación estructural del edificio, aunque se hace complicado pensar en qué hubiera pasado si en 1994, la Catedral no hubiera podido aguantar más.

En un lugar donde el rigor histórico es tan importante, hagamos un poco de ciencia ficción. ¿Qué cree que hubiera pasado hace 25 años si el edificio, como se temía, se hubiera caído?

-Hubiéramos perdido una parte importantísima de la historia de la ciudad. Nos hubiéramos quedado sin un monumento, sin un patrimonio, muy importante y nuestro.

¿Se acuerda dónde andaba en aquel año?

-Estaba en Vitoria trabajando. Me acuerdo cuando, creo que fue en el 99, se hizo la exposición Entre clérigos, soldados y mercaderes. Vine y me encantó lo que vi. Claro, entonces no podía imaginar que después iba a estar trabajando en el proyecto y menos como lo estoy haciendo en estos momentos.

Un cuarto de siglo después de aquella decisión de cerrar el edificio ante el riesgo de colapso definitivo, ¿existe alguna posibilidad, por mínima que sea, de que el templo se caiga?

-Creo que no. Se ha trabajado de manera intensa en todo el tema de consolidación estructural y estoy muy tranquilo en este sentido. No va a colapsar, eso desde luego. Igual es más apropiado que esto lo diga Leandro Cámara, pero vamos, yo estoy tranquilisimo en ese punto.

Para entender lo que ha sucedido en estos 25 años, desde aquel cierre a la situación actual, que es totalmente opuesta, hay que tener presente el Plan Director, que fue elaborado entre el 96 y el 98. ¿No sería el momento de hacer uno nuevo?

-Hombre, ha sido la hoja de ruta que nos ha ayudado todos estos años para llegar hasta aquí. Más que pegar otro salto y plantear hacer otro Plan Director, vemos que lo que estamos propiciando siempre es una evolución natural del documento. Siempre estamos reflexionando sobre qué hacer partiendo de esa base. Por ejemplo, para cuando se acabe la obra grande de las cubiertas, estamos pensando cómo va a seguir el proceso. Siempre decimos que hay que tener presente la conservación, el mantenimiento del edificio. Ya no habrá que hacer obras de consolidación, de gran envergadura, pero sí tendremos que afrontar todo lo que es el interior de la nave. Hay que sellar grietas, limpiar morteros de cemento, los paramentos... Es un mantenimiento que va a ser necesario por seguridad del edificio y también de las visitas. Bueno, y tenemos el órgano, que es una de las cosas que quiero ver en funcionamiento. Antes de limpiarlo, tenemos que acabar todas las obras de restauración para que no haya polvo, pero me haría mucha ilusión ver ese instrumento en uso.

Pero seguro que muchos visitantes que repiten piensan que el templo era más espectacular cuando estaba todo levantado...

-Pero es una evolución natural. Es como una persona que va cumpliendo años y va cambiando. Antes, sí, era muy espectacular todo el tema de las excavaciones, las pasarelas... Pero mira ahora las criptas, todo lo que es la subida a la torre... Hemos ido incorporando nuevas cosas, como hicimos el año pasado con el trabajo en 3D. La Catedral se va enriqueciendo y evolucionando como una persona.

Visitas que desde que se pusieron en marcha con el arranque de este siglo ya van por el millón ochocientas mil personas, que es una cifra que parece imposible en una ciudad como Vitoria.

-Además, yo le doy el valor de que estamos hablando de las visitas guiadas, porque si hablásemos de las visitas libres también, el número sería muchísimo más alto.

¿Cómo está siendo este verano, que siempre es una época propicia?

-Vamos muy bien, como un 5 o un 6% por encima.

¿Y qué se puede hacer más?

-En días de mucha demanda, nuestro tope está en unas 750 personas. Siempre hemos hablado de lo bueno que sería desestacionalizar y tenemos que buscar medidas en ese sentido. Por ejemplo, promover visitas a través de la realidad virtual. Son desafíos que tenemos que plantearnos y resolverlos.

¿El visitante 2 millones será en 2021 más o menos?

-Sí. Este año sumaremos seguramente otros 96.000 y sí, lo más probable es que esa cifra llegue en 2021.

Para esa fecha, en teoría, debería estar terminada la parte de recuperación de las cubiertas, que es la última gran obra que está afrontando el templo.

-Este año acabaremos todo los que son las cubiertas de la girola. En 2020 se licitarán y se empezarán a ejecutar lo que son las naves altas. Con eso, ya estaría hecha toda la consolidación estructural y todas las cubiertas.

Ahí es cuando empezaría la labor que decía antes de ir a los detalles de mantenimiento.

-Eso es. Ya no serían operaciones grandes, por así decirlo, a corazón abierto. Se trataría más de cirugía estética, pero también serán obras interesantes, porque además la nave puede quedar preciosa.

¿Teme que a partir de ese momento, sobre todo los patronos públicos, empiecen a olvidarse del templo?

-Es un proyecto de éxito y eso los patronos lo ven y lo comparten. En ese sentido, creo que seguirán apostando. Otra cosa es que nos vayamos acompasando, como hemos hecho siempre, a los ritmos de financiación que haya, pero estoy convencido de que la apuesta por el proyecto va a seguir como hasta ahora.

Dentro de los planes que tiene la Fundación Catedral Santa María para estos años, hasta 2020, está la ampliación del albergue y los trabajos que se quieren hacer en la calle Cuchillería. Sin embargo, da la impresión de que por ahora están las cosas un poco paradas.

-No, no. Por ejemplo, para Cuchillería 103 está ya formalizado el contrato y tienen que empezar las obras ya. Creo que para diciembre de este año o enero del que viene estará ya finalizado. Y sí que queda lo del albergue pero confiamos en que entre 2020 y 2021 lo hagamos, que se lleve a cabo entre esos dos años la licitación y la ejecución. Cuando se presentó el plan, sí que los plazos iban muy ajustados, pero bueno.

Esto quiere decir que el área educativa ya va a tener una nueva zona este mismo año o como mucho en enero de 2020.

-Sí, sí. Es que, de hecho, es algo que echamos mucho en falta. Ahora mismo hemos tenido colonias y no tenemos espacios adecuados para desarrollar ese trabajo educativo de una manera más lógica y normal.

Estamos en un año electoral en el que tres de las instituciones que conforman o tienen relación directa con la Fundación, han pasado por las urnas. ¿Hasta qué punto esos procesos ralentizan su labor?

-Nosotros no lo notamos, ni ahora ni en otros momentos similares que hemos vivido. Siempre hay como una continuidad. Este año, por ejemplo, también estamos llevando a cabo las obras en la puerta de Santa Ana, que viene con financiación del Ministerio de Fomento.

Que estará terminada para dentro de un año, ¿verdad?

-Para agosto del año que viene. Era la puerta más antigua de acceso a la Catedral e imagino que, aunque no estará abierta en todo momento, la usaremos para salida de visitas y de emergencias.

Se cumplen ahora 25 años del cierre del templo, el año que viene se celebrarán los 20 del inicio de la Fundación Catedral Santa María... ¿algún plan de celebración?

-Tenemos que hablar con los nuevos equipos de las instituciones pero ya veremos si podemos plantear algo especial.

Lo decía porque durante este tiempo, por aquí ha pasado mucha gente cuyo trabajo ha sido fundamental para llegar hasta este punto.

-Seguimos en contacto con toda la gente que ha pasado por aquí y más allá de relación profesional, tenemos una relación personal importante. Por ejemplo, Juan Ignacio Lasagabaster suele venir y ver las obras. O con Gonzalo Arroita también solemos hablar, o con Agustín Azkarate y la UPV seguimos trabajando... Toda la gente que pasa por aquí siempre está muy volcada e involucrada personalmente con el proyecto, incluso cuando se aleja un poco.

En el 94, el edificio se cierra porque se cae una pieza del transepto sur.

-Era uno de los revestimientos de los paramentos el que se cayó. Uno de los problemas que existían aquí es que en su momento se hicieron revestimientos de cemento y suelen caer.

¿Alguna vez mira para arriba?

-Podemos estar tranquilos (risas). Sí que suelo mirar con cierta nostalgia la obra enorme que se hizo en el transepto sur. Fue una obra espectacular.

Cada vez son más evidentes los cambios que se están produciendo en la climatología, con lluvias más extremas y episodios de calor más largos e intensos. ¿Preocupa esas nuevas situaciones de cara al edificio?

-Tenemos monitorizada toda la Catedral y vemos los movimientos. Y se aprecian mucho con las oscilaciones de temperatura. Afecta mucho a la piedra. En el proyecto que estuvimos de nanomateriales, con la Unión Europea, se trataba también cómo afecta la meteorología a la piedra, y sufre mucho. Cuando hay tormentas fuertes se suele descascarillar un poco. Vas a la base de la Catedral y ves como restos. Las heladas, estos calores, las grandes tormentas... son fenómenos muy agresivos con la piedra y hay que reforzarla.

Por cierto, ese proyecto de nanotecnología ya ha terminado y no sé si hay posibilidad de entrar en alguna otra iniciativa a nivel europeo en este campo.

-Sí que estamos muy activos a la hora de participar en proyectos europeos. Y mantenemos mucha relación con el resto de catedrales que intervinieron en esta propuesta.

Llega el verano y la actividad cultural de la Catedral se multiplica en el pórtico, ya que el resto del año es complicado realizar actividades por el frío.

-En la nave no se puede hacer cualquier cosa. Ahí predomina el culto religioso y hay que ser respetuoso con eso. Pero sí que es cierto que la hemos tenido un poco infrautilizada porque estábamos haciendo muchas obras y eso generaba muchas corrientes. Según vayamos sellando las cubiertas y demás, la nave quedará más estanca y en mejores condiciones. Así que de cara a futuro creo que tendrá más actividad. También cuando podamos recuperar el órgano.

¿Y la sala sobre el pórtico?

-La queremos usar, por supuesto. El tema es que lo que se haga no interfiera con las visitas. Además, en la nave habrá calefacción, pero no en esta sala, aunque se pueden usar otros sistemas. Creo que enseguida la usaremos porque ya se ha interesado gente.

¿Vacaciones?

-En agosto.

Pero nada de irse y visitar otras catedrales o...

-Por deformación, sí voy (risas). Y me gusta mucho la visita a la Catedral de Vitoria. Es única y muy diferente.