Roma - El director de cine y aclamado escenógrafo italiano Franco Zeffirelli falleció ayer en Roma a los 96 años y deja películas como Té con Mussolini, Romeo y Julieta y puestas en escena en los mayores teatros de ópera del mundo en las que destacó siempre su búsqueda de la belleza. La noticia fue anunciada por Dario Nardella, alcalde de Florencia, ciudad natal de Zeffirelli, que lo calificó como “uno de los grandes hombres de la cultura mundial”.

A pesar de la edad y de estar postrado en una silla de ruedas desde hace algunos años, Zefirelli no dejó de trabajar y el 21 de junio se iba a materializar uno de sus sueños, cultivado en los últimos diez años, el de la puesta en escena para de una nueva Traviata que inaugurará la temporada del Festival lírico de la Arena de Verona. Zeffirelli fue considerado el Miguel Ángel de las artes escénicas, triunfando tanto en el cine, como en sus montajes para el teatro y la ópera e incluso como creador del vestuario. Barrocos, excesivos, sorprendentes y muy solicitados en los teatros de todo el mundo.

Será enterrado en el cementerio de Porte Sante de Florencia, donde mañana también será abierta una capilla ardiente en el Palazzo Vecchio. “Profunda conmoción por la desaparición del maestro Franco Zeffirelli. Embajador italiano del cine, del arte y de la belleza. Un gran director, escenógrafo y guionista. Un gran hombre de cultura”, escribió en Twitter el presidente del Gobierno italiano, Giuseppe Conte. Desde el Teatro de La Scala se recordó a Zeffirelli como un maestro que “ha dejado una señal inconfundible y personal en la historia del teatro musical, del cine y de la prosa”.

Nació el 12 de febrero de 1923 en Florencia. A su padre solo le conoció después de la muerte de su madre, Adelaide Garosi, que apasionada de Mozart, quiso darle al niño el nombre del aria de Idomeneo (Zeffiretti), pero el funcionario del registro civil se equivocó y escribió Zeffirelli. Su madre murió siendo niño. La niñera, Mary, que era inglesa le enseñó inglés y le inculcó la pasión por Shakespeare. Sus primeros pasos en el cine los dio con Luchino Visconti a quien conoció durante unas pruebas para ser actor, pero rechazado por su fuerte acento toscano, fue tomado en cuenta por el cineasta por los maravillosos dibujos que llevaba en una carpeta. Así, se convirtió en ayudante de dirección en tres películas de Visconti: La terra trema (1947), Bellissima (1951) y Senso (1952), y de aquí nació su pasión por el séptimo arte.

Su educación en el amor de la ópera y de la obra de Schakespeare le empujó a llevar a cine a clásicos de la lírica como La boheme, las obras del autor ingles La fierecilla domada con Richard Burton y Elizabeth Taylor (1966), Romeo y Julieta con Michael York y Laurence Olivier (1968) y Hamlet (1990), con Mel Gibson, Glenn Close y Helena Bonham Carter.

En sus últimos años se dedicó sobre todo a las grandiosas producciones de óperas en los principales teatros líricos de Austria, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, además de los dos principales coliseos italianos, La Scala y la Opera de Roma y en la Arena de Verona. Mantuvo una gran amistad que con la soprano María Callas a quién la dedicó la película Callas for ever (2002).

Fue elegido senador en 1994 con el partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia, y se confesaba conservador por “desesperación anticomunista”. Quizá Zeffirelli fue más amado fuera de su país e incluso la reina Isabel II le concedió el título de sir, pero siempre se echó en falta el Oscar al que fue nominado dos veces, como director por Romeo y Julieta y como escenógrafo para La Traviata, o uno a toda su carrera.